Las manifestaciones de apoyo a los derechos humanos en Catar durante el Mundial han suscitado distintos tipos de reacciones en el mundo, entre apoyo, indiferencia e indignación frente al “doble rasero” de los occidentales.
En los países árabes, el gesto de los jugadores alemanes, que se taparon la boca con las manos para protestar contra la prohibición de llevar el brazalete ‘One Love’ con los colores de las comunidades LGBT+, provocó una avalancha de comentarios acusando a Alemania de racismo, y burlándose de su pasado nazi.
“Poned vuestras manos sobre vuestras bocas y nosotros nos taparemos la nariz para no oler vuestro racismo”, escribió el periodista tunecino Fathi Jouini en Facebook. En Arabia Saudita, país ultraconservador, apareció en Twitter el hashtag equipo gay en árabe para referirse a la selección alemana.
Los intercambios subidos de tono, a veces ofensivos, en las redes sociales surgieron como respuesta a la lluvia de críticas que recibió el país anfitrión antes del inicio de la Copa del Mundo, ya sea sobre los derechos LGBT+ o el trato a los trabajadores inmigrantes.
Para Dana El Kurd, profesora de la Universidad de Richmond en Texas, estas críticas, difundidas sobre todo por los medios de comunicación europeos, revelan a veces un “doble rasero”. “Los debates en torno a la Copa del Mundo -aunque a veces han suscitado críticas absolutamente fundadas y válidas- también han estado motivados por la hipocresía y un doble rasero, en muchos casos”, afirma a la AFP, denunciando el racismo que, según ella, juega “un gran papel”.
“Simplemente ven un país de árabes en thobes (vestimenta tradicional) y asumen que es una autocracia religiosa extremista, cuando en realidad la gente es bastante libre en Doha en términos de sus decisiones personales”.
El exjugador alemán Sandro Wagner habló de “albornoces cataríes” para describir el atuendo tradicional del país del golfo, desencadenando una oleada de comentarios en las redes sociales, antes de disculparse.
El martes, el anuncio de Catar de un acuerdo que permitiría abastecer a Alemania de gas natural licuado, hizo reaccionar también a los internautas. “Un recordatorio más de que las preocupaciones en materia de derechos humanos rara vez obstaculizan los intereses estratégicos”, escribió un usuario de Twitter.
En los estadios de Doha, algunos aficionados han vestido ropa con tonos arcoíris, mientras que los representantes de los gobiernos alemán, belga y británico usaron el brazalete ‘One Love’ para mostrar su apoyo a la comunidad LGBT+ en Catar, donde se criminaliza la homosexualidad. Pero fuera de Europa, los debates se centran más en el fútbol que en los derechos humanos.
Tanto en Senegal como en Japón, los medios de comunicación ignoraron en general las polémicas, mientras que los representantes del fútbol japonés, serbio y croata evitaron pronunciarse al respecto. “Hay desigualdades e injusticias... pero algunos países de Europa occidental no se preguntan sobre su propia contribución a las injusticias”, afirma Danyel Reiche, profesor visitante de la Universidad de Georgetown en Catar, y coautor de un libro sobre la política de la Copa del Mundo.
“Si miramos las camisetas que llevan los equipos, o los balones con los que juegan... están hechos en los países del sudeste asiático por una mano de obra barata”, añade. Sin embargo, la socióloga Nandita Sharma, especialista en el trabajo de los migrantes, advierte del peligro de reducir las críticas contra Catar a un fenómeno puramente occidental.
“La gente instrumentaliza y deforma las críticas de orientalismo e imperialismo para proteger al Estado catarí”, subraya la profesora de la Universidad de Hawai en Manoa. “Es ridículo e insultante escuchar que nuestras críticas y preocupaciones sobre los trabajadores migrantes en Catar pertenecen al imperialismo occidental o a la cultura blanca”, explicó.
*Con información de AFP.