Roger Federer encantó las pistas del mundo entero durante dos décadas, pero sus aventuras en Wimbledon, el templo del tenis en el que se impuso hasta en 8 ocasiones, habrían sido suficientes por sí mismas para hacer del suizo una leyenda de su deporte.
El suizo ha vivido de todo sobre la hierba inglesa: su primer título de Grand Slam (2003), sus victorias más bonitas (cinco consecutivas entre 2003 y 2007), su más cruel derrota (contra Rafael Nadal en 2008) y sus finales más peleadas, la ganada en 2009 contra Andy Roddick y la pérdida en 2019 contra Novak Djokovic, después de desperdiciar dos bolas de partido.
Formado sobre pistas de tierra batida en su país, Federer descubrió el All England Club en 1998 en categoría júnior. El éxito fue inmediato: victoria en individual y dobles. “Desde el inicio supe que iba a jugar bien aquí. Es aquí donde soy el mejor. No sé por qué”, diría más adelante.
En realidad, la superficie convenía a la perfección a su juego, especialmente a sus servicios extraordinariamente precisos, trabajados y variados que resbalaban sobre la hierba mejor que sobre las otras superficies. En la final contra Roddick en 2009 (16-14 en el quinto set), logró la cifra de 50 aces. La hierba elevaba también su revés cortado y sus destellos con la derecha.
Federer tuvo que pasar por el ensayo y error para encontrar la táctica correcta. Después de su “chip and charge” (devolver el servicio y atacar en la red) que le permitió su primer gran éxito en su carrera, la victoria en octavos de final en 2001 sobre Pete Sampras que en aquel momento era cuatro veces y vigente campeón, el suizo optó por una mezcla más compensada de juego de fondo de pista y subidas a la red.
Intratable durante cuatro años
Así fue como ganaría su primer título mayor en 2003, derrotando en la final al australiano Mark Philippoussis. Su mayor obstáculo llegó en la semifinal: el estadounidense Andy Roddick, que era cabeza de serie N.1, se convertiría en una de sus víctimas preferidas, a quien derrotó tres veces en final durante su carrera.
El ambiente chic de Church Road le sentó también de maravilla. Si bien otros campeones, como Andre Agasssi se quejaban por tener que jugar completamente de blanco, él no se quejó nunca del famoso código de vestimenta, que correspondía a su elegancia discreta. El público inglés le entregó su amor, salvo quizás en la ocasión en la que Federer derrotó al británico Andy Murray en la final de 2012.
Federer es de manera incontestable el jugador más grande de la historia de Wimbledon y el tiempo corre deprisa para Novak Djokovic, que ha ganado ya siete títulos en Londres y que debe apresurarse si quiere igualar el récord.
Pero paradójicamente, su partido más inolvidable será siempre una derrota: la famosa final de 2008 contra Rafael Nadal, considerado a menudo como el partido de tenis más grande de la historia junto al Borg-McEnroe de 1980.
Durante cuatro años, de 2003 a 2006, el campeón helvético estuvo intratable en Londres. Pero en 2007, el joven Nadal, todavía inexperto en la final del año anterior, llevó al límite al maestro de la hierba inglesa en un partido que se fue al quinto set. El año siguiente, la tercera final consecutiva entre Federer y Nadal sería finalmente la buena para el mallorquín... y el peor día en la carrera de su gran rival.
El “desastre” de 2008
Después de cinco sets de un tenis explosivo por los dos lados, el suizo envió un último golpe de derecha a las redes que le precipitaban hacia “el desastre” según su propia expresión. “Es de largo mi derrota más dura. No hay comparación posible. En París no fue nada”, dijo, después de haber sido aplastado por el mismo rival en la final de Roland Garros un mes antes.
Y es que el suizo siempre puso Wimbledon por encima de todo. “Mientras gane en Wimbledon y sea número uno mundial, todo irá bien”, decía cuando Nadal le derrotaba una y otra vez en Roland Garros (de 2005 a 2008).
Tan sólo le hizo falta un año para volver a la cima y más alto que nunca. En 2009, todavía disfrutando de su victoria tanto tiempo buscada en París, superó el récord de títulos de Grand Slam de Sampras con un quinceavo trofeo, su sexto en Londres. Mantuvo el récord durante once años, elevando su número de títulos a 20, antes de ser primero igualado y después superado por Rafael Nadal (en 2020) y por Djokovic (en 2021).
Otros dos trofeos llegaron en Wimbledon: en 2012, cuando igualó el récord de siete victorias de Sampras y en 2017 cuando lo mejoró en medio de su “segunda juventud”, cercano a los 36 años.
La suerte le reservó al inmenso campeón una cruel salida: un 6-0 infligido por el polaco Hubert Hurkacz para poner fin a una derrota en tres sets en cuartos de final de la edición de 2021.
Lo que nadie sabía en aquel momento, es que ese sería su último partido en el torneo que lo elevó a leyenda.
Con información de la AFP.