Pocos imaginarían que detrás de una sanción histórica al deporte ruso se esconde un entramado digno de una novela en tiempos de la Guerra Fría. Incluye muertes sospechosas, patriotismo, avances científicos, traición y, no menos importante, el hambre de supremacía de un país con aires de superpotencia. El mundo del deporte está conmocionado por cuenta de este hecho sin precedentes. La Agencia Mundial Antidopaje (WADA) prohibió a Rusia participar en las competencias deportivas internacionales por los próximos cuatro años. Los rusos no podrán defender su bandera en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 ni en el Mundial de Fútbol de Catar 2022, entre otros certámenes. La penalización desató incluso la furia del presidente Vladímir Putin, que rechazó “motivaciones políticas” para atacar a su país. Rusia recibe un duro golpe si se tienen en cuenta las millonarias inversiones que hace en sus deportistas, acompañadas con estrategias sucias como el dopaje sistemático. Las sospechas existen desde hace por lo menos 30 años, pero el último capítulo empezó en 2010 con unas denuncias aisladas de Vitaly Stepanov, empleado de la Agencia Antidopaje de Rusia (Rusada). El funcionario sostuvo que la entidad tenía un programa oculto para que los atletas mejoraran su rendimiento acudiendo a la trampa. Stepanov envió más de 300 correos electrónicos y 50 cartas a la WADA, pero según él “había personas que no querían esta historia”. En 2014, la cadena alemana de televisión ARD conoció los hechos y publicó ‘El secreto del dopaje: ¿cómo Rusia crea sus campeones?’, un documental con las pruebas de una increíble trama.

El escándalo mediático obligó a la WADA a iniciar una pesquisa que enfrentó amenazas de agentes armados del Servicio Federal de Seguridad Rusa (FSB). Ante ello, comenzó una investigación independiente dirigida por el jurista canadiense Richard McLaren. Este había estudiado el caso de atletas estadounidenses que usaron esteroides anabólicos en Sídney 2000 y el de beisbolistas de las Grandes Ligas que incurrieron en esa conducta.

McLaren se enfocó en los procedimientos de Rusada durante los Juegos Olímpicos de Sochi 2014 y sus hallazgos abrieron una caja de Pandora. Encontró que el propio Gobierno financiaba el uso de sustancias prohibidas para que sus atletas ganaran las justas realizadas en su propio suelo. El plan tuvo éxito en un comienzo, pues la delegación se colgó 33 medallas, más que cualquier otra. La trampa de Rusia: Grigori Rodchenkov A la larga, Grigori Rodchenkov, director del laboratorio antidopaje de Moscú durante más de 10 años, confesó los métodos para suministrar y ocultar las sustancias. Este hombre, químico de profesión, era aficionado al atletismo de campo y pista. Él mismo había experimentado con diferentes sustancias prohibidas en su propio organismo y se había convertido en especialista en el tema.

Grigori Rodchenkov, exdirector del Centro Antidopaje de Moscú, confesó haber liderado un programa para proporcionar sustancias a los atletas. Ahora es testigo protegido en Estados Unidos. Rusia es potencia mundial en muchas disciplinas. Getty images. El plan de Rodchenkov llegó a su cumbre en Sochi. El funcionario les suministraba a los deportistas el ‘Duquesa’, un coctel de esteroides que él mismo había diseñado. Luego, alteraba las pruebas en un laboratorio de la ciudad donde hoy funciona un restaurante. Para este cometido contaba con el apoyo de agentes del servicio secreto de la KSB, que reemplazó a la KGB, la famosa policía secreta de la Guerra Fría. El laboratorio estaba equipado con agujeros escondidos en los que cambiaban la orina contaminada. El científico ruso también alteraba las muestras con sal y granos de café.    Los métodos de Rodchenkov quedaron registrados en el documental ‘Icarus’, ganador del premio Óscar en 2018. Allí, el químico le explica al director, Bryan Fogel, cómo logró evitar que los atletas dopados fueran detectados. En un aparte, el documental muestra la lucha de Rodchenkov para escapar de su país, pues temía por su vida: “Necesito escapar o Putin me matará”, le dice el científico al periodista. No era para menos, pues dos altos cargos de la lucha contra el dopaje en Rusia habían muerto en extrañas circunstancias y con solo 12 días de diferencia. El primero, Nikita Kamaev, falleció de un ataque al corazón poco después de renunciar a su cargo de director de la Agencia Antidopaje de Rusia. Y el segundo, Vyacheslav Sinev, jefe de la agencia entre 2008 y 2010, había perecido doce días antes en circunstancias que aún no están del todo claras.

“Rodchenkov debería ser ejecutado por mentir, como Stalin lo hubiera hecho”, dijo en su momento Leonid Tyagachev, presidente del Comité Olímpico de Rusia entre 2001 y 2010. Desde su huida, Rodchenkov se convirtió en la principal fuente en contra del dopaje en Rusia y siempre ha señalado a Putin como el responsable de las irregularidades con el apoyo del viceprimer ministro Vitali Mutkó, organizador de los Juegos de Sochi y del Mundial de Fútbol de Rusia. El Comité Olímpico Internacional (COI) vetó a este funcionario de por vida, pero el Tribunal Arbitral del Deporte (TAS, por sus siglas en francés) anuló esta sanción. Pero el informe McLaren demostró que Rusada sí había incidido en la alteración de las pruebas. Por ello, recomendó suspender a la Federación Rusa de Atletismo de toda competición internacional de atletismo, incluyendo los Olímpicos de Rio 2016. No obstante, el Comité Olímpico Internacional rechazó dicha sugerencia, evaluó cada caso individualmente y autorizó a 278 atletas a competir bajo la bandera rusa, mientras que se lo prohibió a 111. Participación de Rusia en juegos deportivos ¡Prohibida! En 2018, Rusada recuperó su aval, pero las sospechas de dopaje no desaparecieron. La WADA realizó un seguimiento muy de cerca que sirvió para encontrar que los rusos seguían manipulando pruebas para ocultar las transgresiones de sus atletas. En total encontró 145 muestras con resultados adversos. Tras este hallazgo, decidió aplicar una sanción muy contundente y prohibió a Rusia participar en todos los eventos deportivos por los próximos cuatro años. Tampoco podrán organizar competencias ni incluir a sus dirigentes en comités deportivos. La sanción implica que los atletas rusos no podrán participar en competencias deportivas. Quienes prueben que no tienen nada que ver con el entramado de dopaje tendrán la posibilidad de competir, pero sin bandera. Existe mucha incertidumbre con lo que pueda ocurrir con el deporte ruso y sus eventos. En 2020, este país está previsto como una de las sedes de la Eurocopa y acogerá la final de la Champions y el Mundial de Fútbol Playa. Aún se desconoce la postura de la FIFA con respecto a la sanción, teniendo en cuenta que es un organismo independiente. Putin no se baja de la teoría de la persecución política. El primer ministro, Dmitri Medvédev, fue más allá y denunció una “histeria antirrusa que se ha vuelto crónica”. Los detractores de Putin lo han acusado de acudir al ‘sportwashing’, un término que se refiere a usar el deporte para limpiar la imagen del país y que por este motivo se ha visto tan interesado en organizar múltiples eventos: Mundial de Fútbol, Juegos Olímpicos de Invierno, carrera de Fórmula 1, entre otros. Todo indica que Putin acudirá a sus mejores juristas para apelar la prohibición ante el TAS. Pero difícilmente logrará revertir la decisión unánime de la WADA. Mientras tanto, Rodchenkov celebró el fallo que según él confirma sus acusaciones: “Por fin el fraude, las mentiras y las falsificaciones de proporciones indescriptibles han sido castigadas”. n