Si hay algo que caracteriza a Qatar son los lujos y la suntuosidad. La aerolínea que opera desde ese país no se queda atrás y no en vano es considerada como una de las mejores del mundo. Eso lo pudo comprobar Juan Diego Alvira de primera mano, quien tuvo la oportunidad de viajar a Doha en un avión de esa compañía y en primera clase.
La vuelta fue larga. Comenzó en Bogotá a las 4 de la mañana, que era la hora en la que tenía que estar en el aeropuerto para tomar un vuelo hacia São Paulo, en Brasil, y allí hacer una escala de unas seis horas. Después de eso abordó el vuelo de Qatar Airways que, en 14 horas, lo iba a llevar a la capital del Mundial, Doha.
Aunque el viaje suena muy largo, la experiencia en el avión de la aerolínea catarí fue verdaderamente impresionante. Juan Diego estaba viajando en una especie de cabina exclusiva para él, en la que tenía la posibilidad de acostar completamente la silla para dormir, tenía una mesa para consumir los alimentos en la que incluso podía poner velas, y otros adornos, pero además contaba con un sistema de entretenimiento envidiable.
A su ingreso al avión, los asistentes de vuelo le dieron todo un kit para que todo el viaje fuera confortable. Tenía toallas, cremas, jabones, cobijas, almohadas con insignias del Mundial y hasta chocolates finos. Gozaba de un espacio muy amplio y totalmente privado. La pantalla para ver películas era de unas 20 pulgadas y contaba con una muy amplia gama de películas, casi todas ellas estrenos. Juan Diego optó por ver Top Gun Maverick.
Los audífonos para escuchar la película –o la música– son de diadema, muy cómodos y con un sonido envolvente. Todo está diseñado para que esas largas horas en el avión se conviertan en todo un placer. “Desde el cielo, estaba en el cielo”, dijo Juan Diego contando su experiencia. Reconoció que lo trataron como si fuera un “jeque”.
Cuando el avión estaba a punto de aterrizar, Juan Diego entró al baño, que no se queda atrás: también es grande y lujoso. De hecho, fue uno de los aspectos que más le llamó la atención al comunicador, que aprovechó para afeitarse antes de bajarse del avión: “no podía llegar a Doha con cara de mal dormido. La primera impresión siempre cuenta”.
Y fue así como Juan Diego finalmente llegó a Qatar, uno de los países más pequeños del mundo, rodeado por desierto y mar, pero que tiene mucho dinero gracias a las utilidades que le dejan el petróleo y el gas. También es cierto que es uno de los países más cuestionados por el respeto a los derechos humanos y donde hay más restricciones para los ciudadanos, especialmente para las mujeres.
Qatar tiene 2 millones 900 mil habitantes, pero llama la atención que de ellos solo 300 mil son cataríes y el resto son migrantes que llegaron de India o de Nepal, porque encontraron jugosas ofertas de trabajo.
Uno de los primeros lugares que visitó Juan Diego a su llegada a Doha fue la calle Souq Waqif, donde está ubicado el emblemático monumento del dedo pulgar, que ha sido uno de los que más ha llamado la atención de los turistas. La escultura fue creada por el artista francés César Baldaccini, quien se dedicó a hacer esculturas de pulgares de diferentes tamaños y están distribuidas por diferentes lugares del mundo.
No tiene un simbolismo en particular, es quizá la manera de replicar el popular gesto de que “todo está bien”, y así lo sintió Juan Diego, que se paseó feliz por esa zona de Doha que está llena de restaurantes.