Sebastián Montoya está enfocado en la pista, es serio y agresivo. Fuera de ella no pierde la concentración, pero se deja ver gracioso, realista, habla sin filtro de todos los temas y es igual de competitivo que su papá y maestro, Juan Pablo Montoya, quien le enseñó la delgada línea entre acelerar para ganar y acelerar para dañar.
A sus 16 años ya tiene clara esa diferencia. “Desde pequeño competía con mis papás en karts, un día casi le rompo el cuello por quererlo pasar. Lo choqué y me dijo: una cosa es ser agresivo y otra cosa es ser sucio”, dijo al explicar que aquel consejo es el que lleva en su mente cada que vez que se pone el casco.
Su personalidad es tan definida que poco le importa que digan ‘el hijo de’ antes de pronunciar su nombre completo. Como las luces de los semáforos de meta, Juan Pablo es el que le ayuda a Sebastián a tomar la salida, a bajar la velocidad cuando es necesario e incluso a detenerse cuando las circunstancias lo requieren. “No veo a mi papá como la sombra. Me veo como la segunda parte del apellido Montoya en el automovilismo por todo lo que ha hecho mi papá”.
A diferencia de cualquier pequeño, Sebastián cambió las aulas de clase por las pistas de Nascar. Sus mejores aprendizajes los tuvo en las 24 Horas de Daytona, el Autódromo Hermanos Rodríguez, el circuito mixto de Infineon Raceway, el de Watkins Glen o Indianápolis. “Yo siempre iba a las carreras chiquito. Me regalaron un kart y empecé a manejar, luego un vehículo más grande y saltaba de categoría en categoría. Ahí supe que esto era para el resto de mi vida”, dice Sebastián. Eso sí, a sus 16 años tiene claro que no siempre quiere ser alumno y por eso se prepara para ser, en algún momento, el maestro. “Mi papá me dice siempre que no sé lo bueno que soy. No le he dicho de frente que lo voy a pasar, pero sí le he dicho que no se la voy a poner fácil”.
De la misma manera en que se transformó y creció como piloto, ha evolucionado la relación con su papá. Desde 2008, empezó a correr en karting y logró varios campeonatos en Estados Unidos y Colombia. En 2019 estuvo en la CIK FIA European Championship y World Championship. Además, se ha preparado con entrenamientos privados en Fórmula BMW e incontables horas en simulador. En 2020 se incorporó a la escudería Telmex Telcel, debutando en la Fórmula 4 italiana con el equipo Prema. Recientemente, ‘Mini-Montoya’, como lo conocen muchos, ganó en Yas Marina en su primera carrera en Fórmula Regional en Abu Dabi y en Dubái en la primera carrera de tercera ronda de Frac. “Antes solo era el bebé, después el hijo que empezó a correr y a ganar. No sé en qué momento pasé de ser el niño chiquito a su compañero. Vamos saliendo de la sombra poco a poco y le vamos mostrando a la gente que el apellido Montoya sigue en alto”, dice.
Cuando se le pregunta por las similitudes con el hombre que le dio la vida, Sebastián responde sin tapujos que “probablemente lo inmaduro que soy a veces. Lo que sí es cierto es que la mentalidad de no amedrentarse jamás la copio tal cual del mejor piloto de automovilismo que ha dado Colombia”. Tiene grandes aspiraciones, pero no solamente con el acelerador de su auto a fondo. Quiere estudiar ingeniería para aprender más de carros y finanzas para manejar su propio dinero.
Sueña con una vida fuera de las carreras, hacer y probar cosas nuevas. Le encantan los videojuegos, se destaca en el golf como uno de sus hobbies y también les dedica tiempo a los idiomas. Domina el inglés, el español y un poco de italiano. El tema del noviazgo lo deja en los pits. Entiende que pasa más tiempo en los simuladores o en un computador por las tareas escolares y en este momento no hay pasaporte para las relaciones.
Le gusta hacer ejercicio, trotar e ir al gimnasio para estar en buena forma. Sus colegas y contendores lo llaman ‘el Americano’ porque nació en Estados Unidos. Su mamá vivió en España durante el embarazo, su papá en Mónaco, pero llegó a la pista de la vida en Miami el 11 de abril de 2005. Para Sebastián, ni la paella ni el pan francés se comparan con la gastronomía colombiana. “Me siento colombiano ciento por ciento, la comida si no es colombiana no es rica. La arepa y los buñuelos son espectaculares, pero por las mañanas”, dijo el mayor de tres hermanos.
De hecho, en el podio de su playlist hay tres cantantes nacionales. “Antes de la carrera siempre pongo J Balvin para motivarme, cuando me despierto escucho Carlos Vives y Yatra siempre está ahí acompañándome”. Confiesa que los mecánicos que lo acompañan ya saben que cuando está bailando alguna canción de estos artistas es señal de que todo salió bien. Un día, Juan Pablo Montoya dijo en SEMANA que ser colombiano nunca lo hizo sentir menor a nadie en su deporte y mucho menos le quitó posibilidades de triunfar, aunque soportó chistes pesados por su nacionalidad. La historia de Sebastián no es diferente, pero sí menos pesada: “Siendo colombiano no me ha tocado tan difícil como mi papá, sus historias cuando corría son fuertes. Pero él me hizo la vida más fácil. La gente se ríe de uno y cree que vivimos en un bosque, incluso les explico que tenemos ciudades también. Me siento orgulloso de ser colombiano y si a la gente no le gusta, no me importa”.
Sebastián empieza a acariciar los títulos tan de cerca como la fama. En una era digital, utiliza las redes como un puente de interacción con sus seguidores que, sin darse cuenta, son la compañía en sus días de soledad como, por ejemplo, cuando está encerrado en la habitación de un hotel durante sus múltiples viajes. “Cuando me escriben no les hago copy y paste a las respuestas porque cada uno se tomó el tiempo de escribirme; estoy agradecido por el apoyo y quiero contestarles a todos”, contó emocionado.
Próximamente, Sebastián Montoya estará en el Campeonato Europeo de Fórmula Regional, pero antes enfrentará las 12 Horas de Sebring en Imsa, que correrá con su padre, Juan Pablo Montoya, en el auto de Dragon Speed. Será entonces una oportunidad más para demostrar que si bien es cierto eso que dicen que “de tal palo, tal astilla”, la astilla es mucho más punzante a la hora de la verdad. “Montoya está acá para pelear y si quieren guerra, guerra les doy”, sentenció.