La última vez que jugaron Colombia y Ecuador fue el 17 de noviembre de 2020. Nuestra selección fue humillada, perdió todos los balones, no pudo parar la furia ecuatoriana y, finalmente, el juego acabó con un 6-1 vergonzoso que finalizó el contrato de Carlos Queiroz y, de paso, los sueños del tercer Mundial consecutivo para nuestro país.
El pálido descuento de los cafeteros fue gracias a James Rodríguez, tras una falta en el área sobre Duván Zapata. De ahí en adelante, el 10 se quedó 361 días sin ir a la selección perdiéndose 15 partidos: siete por Copa América y ocho por Eliminatorias. Las lesiones y la falta de competencia fueron el argumento de Reinaldo Rueda para no convocarlo durante todo ese tiempo. Volvió para los juegos con Brasil el 11 de noviembre de 2021 en Sao Paulo y el 16 del mismo mes ante Paraguay en el Metropolitano.
No era el mismo jugador brillante de 2014. Jugó en las ligas de Catar y Grecia, donde su titularidad no era fija. Se despidió de la clasificación con la selección nuevamente de penal ante Venezuela. Se volvió un tema de división en el país. La espalda que le dio Rueda se transformó en espaldarazo con Néstor Lorenzo desde el primer día.
“Él tiene una categoría impresionante y estará siempre en el ámbito de la selección mientras yo esté”, advirtió Lorenzo.
Marcó contra Guatemala y Corea en amistosos y contra Uruguay en la tercera fecha de eliminatorias. “Nada detiene un talento motivado”, dijo alguna vez Francisco Maturana. Y James es la prueba de eso. Con el entrenador argentino que fue antes el asistente de José Pékerman, ha levantado su nivel.
Siete partidos, cuatro como titular, 333 minutos jugados y con esos tres goles mencionados, es el máximo anotador de la tricolor. “James está cada vez mejor, está recuperando su mejor nivel”, destacó Lorenzo el pasado 12 de octubre.
En el más reciente partido en Barranquilla contra el equipo de Marcelo Bielsa, James llevó al éxtasis, con su fútbol, a los asistentes al Metropolitano. Lució con personalidad, clase y buen fútbol la banda de capitán.
Destrabó un partido muy complicado ante la garra charrúa. Recibió un balón de los pies de Santiago Arias, controló y luego remató de zurda. Se llevó la mano al oído, tal vez cansado de tanta crítica, y luego se tendió en el piso, rodeado por sus compañeros en una celebración casi hasta las lágrimas.
“Una sensación linda marcar con tus hermanos y con personas que te quieren mucho. Quería ayudar para que el equipo ganara”, dijo el volante en zona mixta.
El Loco, como es conocido Marcelo Bielsa, técnico de Uruguay, observó la anotación desde la línea técnica y no ahorró elogios en la rueda de prensa posterior. Marcó, recuperó, mostró su calidad en jugadas de lujo. Se divirtió como hace mucho no lo hacía, como no se le ha visto en el balompié de Brasil.
“Es un jugador con antecedentes, con virtudes, con recursos, conocido por todos. Sinceramente, yo creí que su estado de forma actual, considerando que no juega regularmente en Sao Paulo, no era lo que demostró en el partido. Pudo destacarse, lo que no es una sorpresa, por la jerarquía que tiene como futbolista”, dijo el entrenador rosarino de 68 años.
Uno de sus remates dio en el palo de la mano derecha del arquero Santiago Mele, que, de entrar, hubiera significado la victoria para Colombia. “Tuvimos chances claras con un equipo que juega muy bien con un entrenador que le gusta atacar; hay que mejorar”, evaluó el 10.
El juego terminó en empate y contrario a otras épocas en las que manoteaba por no conseguir lo que quería, motivó a sus compañeros a borrar el martes 17 de noviembre en Ecuador el triste recuerdo de una goleada. “Estoy listo para hacer un buen partido”, dijo con personalidad y sed de revancha.