La historia de Simone Biles ha conmovido siempre al mundo. De niña frágil y vulnerable pasó a ser la mayor estrella que ha tenido la gimnasia olímpica. Y ese valor con el cual alcanzó las mayores gestas del deporte se vio paradójicamente reflejado en su decisión más difícil: retirarse para proteger su salud mental.
Biles se pronunció, ya fuera de los juegos, en un conmovedor mensaje de redes. “La explosión de amor y apoyo que he recibido me ha hecho darme cuenta de que soy más que mis logros y más que la gimnasia, algo que nunca antes había creído”, escribió.
Cuidada por una familia de acogida durante su infancia y agredida sexualmente en la adolescencia, Simone Biles había superado todos los obstáculos para llegar a la cima de la gimnasia. Tras haber superado a los 22 años el récord de la leyenda bielorrusa Vitaly Scherbo (23) con 25 medallas en la escena mundial, 19 de ellas de oro, la estadounidense es una de las estrellas de los Juegos Olímpicos de Tokio, cinco años después de sus cuatro medallas en Rio.
Pero, pocos se esperaban que se viniera abajo delante de todos y no pudiera continuar junto a sus compañeras: “No tengo tanta confianza en mí como antes. Tengo la impresión de que ya no puedo disfrutar como antes”.
Sigue siendo la mejor gimnasta de todos los tiempos, una denominación que ella misma acepta al llevar en sus mallas la cabeza de una cabra de lentejuelas, o goat en inglés, un juego de palabras con “GOAT” (“Greatest Of All Time”) que distingue al mejor deportista de todos los tiempos en su disciplina.
Nunca, antes de ella, una gimnasta había logrado cinco coronas mundiales en el concurso general. “A veces me preguntó cómo lo hago, me gustaría poder salir de mi cuerpo para verlo con mis propios ojos”, confiesa.
Asegura que siempre le ha gustado “la sensación de volar” en la gimnasia. Más atlética, más potente, la pequeña bomba estadounidense (1,42, 47 kg) vuela por encima de todas. Cuatro acrobacias - dos en suelo, una en la barra y otra en salto - llevan su nombre.
Para seguir llevando más allá los límites, tiene en la manga una nueva acrobacia en salto, que ninguna mujer ha realizado antes que ella.
‘Salvada’ por sus abuelos
Para su compatriota Morgan Hurd, campeona del mundo de concurso general en 2017 - en su ausencia -, simplemente es “sobrehumana”.
Cuando la pequeña Simone descubrió la gimnasia con seis años en una excursión escolar, fue inmediatamente captada por un entrenador.
Podría parecerse a un cuento de hadas, pero no lo es porque Biles, nacida en Ohio, convivió en sus primeros años con una madre “dependiente del alcohol y las drogas”, que “entraba y salía de prisión”, lo que hace que ella y sus tres hermanos y hermanas acaben en una familia de acogida, relató emocionada a la televisión estadounidense en 2017.
“Nunca pude contar con mi madre biológica. Recuerdo que siempre tenía hambre y miedo”, dijo.
“Mis abuelos me salvaron”, dijo de Nellie y Ron Biles, que considera como sus padres y que cambiaron el curso de su historia al adoptarla, así como a su hermana pequeña.
Con ocho años, Biles tiene un encuentro decisivo con Aimee Boorman, la entrenadora que la llevará a lo más alto, su “segunda mamá”, que velará por su equilibrio tanto en los aparatos como en la vida.
Bajo su dirección se convirtió, con 16 años, en campeona del mundo por primera vez en 2013 y con ella también logró sus primeros podios olímpicos.
‘Soy mucho más que eso’
Después de la marcha de Boorman a Florida, la tejana de adopción continuó sus entrenamientos con los franceses Laurent Landi y Cécile Canqueteau-Landi tras un año sabático después de los Juegos de 2016.
Poco después Biles revela otra herida íntima: en enero de 2018, confiesa que formó parte de las más de doscientas víctimas de Larry Nassar, exmédico del equipo femenino estadounidense de gimnasia, actualmente en la cárcel.
Desde entonces no duda en denunciar públicamente la pasividad de las autoridades deportivas estadounidenses.
Y cuando la Federación Estadounidense de Gimnasia le desea un ‘feliz cumpleaños’, la ataca en Twitter pidiéndole que mejor inicie una investigación independiente sobre esas agresiones sexuales.
Después de “todo lo que he pasado con la federación, volver a encontrar el amor por el deporte y ser sólo Simone, todo eso ha sido un largo camino”, dijo recientemente ella, cuya alegría cuando hace sus acrobacias es manifiesta.
Tampoco oculta en el documental “Simone versus herself”, lo que significó en términos de sufrimiento la violencia que sufrió: horas en el diván del psicólogo.
Pero, Biles, que apoyó el movimiento “Black lives matter” y en quien Cécile Landi ve también una voluntad de “hacer historia” porque “es una atleta negra”, afirma que “sé que esta horrible experiencia no me define”
“Soy mucho más que eso. Soy única, inteligente, talentosa, motivada y apasionada. Me prometí que mi historia sería mucho más grande que eso”, concluye.