La segunda salida de Alemania en el Mundial estuvo nuevamente envuelta en polémica por cuenta de las protestas contra la elección de Qatar como sede.

El gesto de la mano en la boca, el mismo que hicieron los germanos el pasado miércoles antes de enfrentar a Japón, se les devolvió este domingo por medio de hinchas locales, que llevaron una imagen de Mesut Özil con el objetivo de recordar sus denuncias de racismo en contra de la Federación alemana (DFB).

En esta oportunidad Alemania posó para la foto oficial sin hacer ningún gesto en contra de la organización, pero la controversia pasó a las tribunas, donde un grupo de qataríes se robó la atención de los espectadores por su respuesta a las ya conocidas manifestaciones del país europeo en relación a las denuncias de discriminación y violación de derechos humanos en la sede del Mundial.

Sin mediar palabras con los otros espectadores del partido, los qataríes se pasearon por las tribunas con la mano en la boca y una foto de Özil, campeón del mundo con Alemania en 2014, que hace unos años tomó la decisión de retirarse al sentirse infravalorado por tener ascendencia turca.

En defensa de su país, tomaron esta denuncia del exjugador del Real Madrid para cargar contra Alemania y recordar que también fueron vinculados con discriminación en el pasado, incluso con un futbolista que fue figura de la selección y aportó en el cuarto título mundial de su historia.

Diferente a lo que pasó ante Japón y en la previa al debut, los jugadores de la selección teutona prefirieron centrarse en el fútbol, sabiendo que al frente tenían un rival de peso como España y una posibilidad latente de irse despidiendo de Qatar 2022 si el resultado era una derrota.

El caso Özil

Lo cierto es que el tema de Mesut Özil y su retiro de la Mannschaft es un tema sensible en Alemania, pues su acusación contra los dirigentes de la Federación y un gran sector de la hinchada caló fuerte tras la eliminación en fase de grupos de Rusia 2018.

Özil fue uno de los jugadores más criticados por la prensa y su respuesta fue despedirse para siempre, no sin antes declarar que se sentía atacado por ser descendiente de inmigrantes. “Soy alemán cuando ganamos, pero soy un inmigrante cuando perdemos”, sentenció Özil, quien es nieto de una familia de turcos que se estableció en Gelsenkirchen, en el oeste de Alemania, ciudad en la que nació en 1988.

“Es con mucho dolor y después de mucha consideración que debido a los hechos recientes no jugaré por Alemania mientras tenga este sentimiento de racismo y falta de respeto”, agregó el jugador hace unos años.

“Solía portar la camiseta de Alemania con mucho orgullo y entusiasmo, pero ahora no. Siento que no soy querido y creo que lo que he logrado desde mi debut en 2009 se ha olvidado”, lamentó.

Los fanáticos sostienen carteles que muestran al exjugador alemán Mesut Ozil en las gradas del estadio Al Bayt | Foto: REUTERS

La controversia con la presencia de Özil en el equipo nacional de Alemania estalló luego de un encuentro con el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, acusado de abuso contra los derechos humanos y habitual crítico del gobierno germano. En dicha reunión también estuvo el volante Ilkay Gündogan, también de origen turco, y que sí fue convocado para este Mundial e incluso marcó el gol de penal frente a Japón.

En dicho comunicado, Mesut también se refirió a dicha reunión y explicó que no estuvo centrada en “política o elecciones” sino una visita amistosa “respetando al máximo funcionario del país de mi familia”.

Después de aquel suceso en 2018, Özil no volvió a jugar con Alemania. Cuando llegó al Fenerbahce la temporada pasada le preguntaron si aceptaría ser convocado, a lo que respondió de manera tajante: “Le deseo éxito a la selección alemana, pero nunca jugaré para ellos otra vez”.