Ya con el Liverpool instalado en la final de la Champions League, solo restaba conocer al segundo inquilino de ese esperado partido, que se disputará el próximo 28 de mayo en el Stade de France de París.
Los citizens llegaban al juego de vuelta con una leve ventaja producto del 4-3 en la ida, pero el Real Madrid estaba convencido de que en su casa, con su gente, podría darle la vuelta e instalarse en una nueva definición del torneo que ha ganado en 13 ocasiones, más que ningún otro en el Viejo Continente.
El único obstáculo de los merengues hacia la final era Pep Guardiola, recordado por la cantidad de noches que le amargó al madridismo cuando dirigía al FC Barcelona entre 2009 y 2012. Hasta ahora, el técnico español solo había sido derrotado una vez en todas sus visitas al Santiago Bernabéu, razón de sobra para pensar que eliminar al gigante de la Champions era posible.
Diferente a lo que sucedió en el primer partido de la llave, ambos equipos decidieron dar pocas ventajas en defensa y enfocarse en un bloque sólido que impidiera la locura de una lluvia de goles, como la de la semana pasada en Manchester. Fue el Real Madrid el primero en tocar la puerta de Ederson, pero no encontró la clave para igualar el global en el arranque, algo que le hubiera ‘caído de perlas’.
Antes de cruzar los primeros 10 minutos, se vivieron momentos de tensión sobre el campo. Casemiro aplicó una dura entrada sobre Kevin De Bruyne, que desató los empujones e insultos entre los jugadores; Luka Modrić (Real Madrid) y Aymeric Laporte (Manchester City) protagonizaron un cruce de manotazos que terminó con los dos amonestados cuando apenas iniciaba el compromiso.
Pasaron los minutos y el City logró equilibrar la balanza con la posesión que tanto identifica a su entrenador. Los merengues pusieron un bloque bajo, pensando en salir al contragolpe con Vinícius y Benzema como referencia en el ataque. Cuando llegó el pitazo final del primer tiempo, ninguno de los dos había tenido la efectividad para mover el marcador que se mantuvo 0-0 al descanso, es decir, 4-3 en el global a favor de los ingleses.
Experimentado en este tipo de cruces, Ancelotti tenía preparada una sorpresa para el arranque del complemento. Los dos delanteros salieron disparados cuando el árbitro pitó y desde el centro lanzaron un balón largo dirigido a Carvajal, quien la centró y encontró a Vinícius debajo del arco. El brasileño remató de zurda y se la perdió increíblemente para el lamento de sus compañeros.
Tras sufrir en el arranque, los visitante pudieron darle tranquilidad al partido y transitar unos minutos de tensa calma con el dominio del balón, sabiendo que con el empate la clasificación estaba en sus manos.
Esa calma se tradujo en un protagonismo más pronunciado para los atacantes. Sobre los 73 minutos, Bernardo Silva lideró una contra que terminaría con un pase al espacio para Mahrez y el gol del argelino para aumentar la diferencia en el global, que a esa altura estaba 5-3.
Pero para los merengues no hay imposibles y una nueva remontada épica se empezó a tejer sobre los 90 minutos. Rodrygo anotó, anticipándose a Ederson en el 90′ y un minuto más tarde igualó el global a cinco goles con un potente remate de cabeza en el área chica, dejando fríos a los defensores del cuadro visitante.
La prórroga inició con otro gol más del Real Madrid: Karim Benzema fue derribado en el área y el árbitro Daniele Orsato decretó disparo desde los 11 metros. El propio francés tomó la responsabilidad de cobrar el penal y la mandó a un rincón para confirmar que el cuadro español se instalaría en la gran final con una épica victoria 3-1, haciendo cada vez más ‘milagroso’ su camino en la actual edición de la Champions.
Liverpool vs. Real Madrid será la final el próximo 28 de mayo en el Stade de France, revancha de lo que sucedió en 2018 cuando ambos equipos se enfrentaron en Kiev y la ‘Orejona’ quedó en manos de los españoles por tercera vez de manera consecutiva bajo el mando de Zinedine Zidane.