La celebración de la Copa del Mundo que consiguió Argentina en Catar fue toda una locura.

Según el ministro de Seguridad de ese país, cerca de cinco millones de argentinos salieron a la calle a decirle gracias a la Scaloneta. Aunque sobre las 3:00 p. m. de este martes 20 de diciembre que se declaró feriado en Buenos Aires, la delegación campeona salió de la sede de la AFA para iniciar el recorrido hacia el Obelisco, los jugadores tuvieron que finalizar su celebración en helicóptero tras cuatro horas y media de recorrido, pues el autobús solo recorrió unos 15 kilómetros.

“Un festejo histórico con cinco millones de argentinos en la calle, después de horas de caravana sin avanzar más que pocos kilómetros, la Selección llevó la Copa al cielo y dio una vuelta olímpica aérea en naves de PFA y Prefectura para ver desde allí el inmenso agradecimiento del pueblo”, dijo en su cuenta de Twitter el ministro de Seguridad de la Nación.

Pero no todo fue alegría. Los aficionados enloquecieron a tal punto que se tiraban desde los puentes para intentar caer en el bus de los jugadores. También se subieron a las lámparas de las calles, semáforos, techos e incluso dañaron la puerta de entrada del obelisco y se treparon a lo más alto, sobre 67 metros de altura.

Cientos de accidentes obligaron no solo a interrumpir el recorrido, sino también a que la policía interviniera por los disturbios que se registraron en la noche de este martes en los alrededores del Obelisco, en pleno centro de Buenos Aires.

Las peleas se dieron porque los hinchas impidieron llegar a los bomberos al obelisco a bajar a los seguidores. El alcohol hizo su efecto. Los hinchas tiraron piedras y botellas. La autoridad dispersó a los violentos con bombas de ruido y balas de goma.

Por el descontrol, los jugadores subieron a un helicóptero.

“No nos dejan llegar a saludar a toda la gente que estaba en el Obelisco, los mismos organismos de Seguridad que nos escoltaban, no nos permiten avanzar. Mil disculpas en nombre de todos los jugadores Campeones. Una pena”, redactó en un trino Chiqui Tapia, presidente Asociación del Fútbol Argentino.

Los jugadores, entonces, se desplazaron a sus hogares y ciudades de origen. Messi, Ángel Di María y Paulo Dybala llegaron en una avioneta privada a Rosario, y se montaron en un helicóptero.

Dybala se desplazó a Laguna Larga en Córdoba y fue el primero en descender del avión y dirigirse a retirar su equipaje.

Por su parte, Di María y Lionel Messi se fueron al country de Funes donde ambos tiene sus casas. Antes de eso, en el hangar de aterrizaje, el capitán se tomó fotos con los rosarinos.

Cuando el capitán y 10 albiceleste llegó al predio, una multitud cantaba.

“Dale campeón”, le gritaban “gracias” o “ídolo”. Fue difícil la entrada, el jugador tuvo que ser escoltado por un cordón de seguridad humano que no parecía suficiente.

Todo se dio en medio de la controversia porque la caravana del plantel no iba a pasar por la Casa Rosada. En este recinto, que es la casa del gobierno actual, se esperaba que los campeones del mundo pasaran para compartir el trofeo, incluso lo habían anunciado en sus redes sociales. “Hoy es la fiesta del encuentro del equipo Campeón Mundial con su pueblo”.

Bajo este panorama, un debate se abrió por el tinte político que tenía el hecho de pasar por la Casa Rosada. Ante esto, una de las periodistas del programa aseguró que escuchó “a muchas personas que no tienen nada que ver, decir públicamente: ‘No me parecía mal que vayan. Es la casa de Gobierno’”.

Por este comentario, el periodista Nicolás Fiorentino metió la cucharada para arremeter contra los jugadores, dejando a un lado los festejos por el campeonato conseguido. “Acá el análisis es otro. Son jugadores a los que nosotros les pedimos que compitan a la más alta élite de los clubes más importantes del mundo y terminan siendo lo que yo dije antes. La gran mayoría de los futbolistas profesionales son unos ‘desclasados’ que pierden el sentido de pertenencia, en el sentido de politización”.