“Pero no ha ganado un Mundial”...la frase para evitar poner a Lionel Messi a la altura de Pelé y Diego Maradona dejó de tener vigencia este domingo en Qatar, donde ‘La Pulga’ agrandó su leyenda al conquistar el trofeo que hacía falta en su vitrina atestada.
La Copa del Mundo, que rozó hace ocho años en la final de Brasil 2014, llegó por fin a sus manos, con la victoria ante Francia por penales, para alivio no solo suyo, sino de un ejército de millones que hizo propia la causa de ver en lo más alto del balompié mundial a quien consideran el mejor futbolista de la historia.
En la que “seguramente” será su quinta y última participación mundialista, donde anotó además siete tantos, un tipo tímido por naturaleza se convirtió en el centro de atención de la tercera estrella argentina (1978, 1986, 2022), y en el freno del dominio europeo, cuyas selecciones vencieron entre 2006 y 2018.
Toda una paradoja contra el continente que lo acogió desde chico y que intentó seducirlo, en nombre de España, adonde llegó a los 13 años, para tornarse en la cara visible de su fútbol.
Esa distancia física en el comienzo de su carrera lo alejó de muchos de sus compatriotas, flechados por el recuerdo del Diego.
Pero basta escuchar su acento y verlo tomando mate para despejar cualquier duda sobre su lealtad a Argentina, el país donde sin embargo su club Newell’s Old Boys y otros no costearon su tratamiento de hormonas para estirarlo hasta sus actuales 1,70 metros de estatura.
Después de celebrar y recibir el premio al mejor jugador del certamen, Messi tuvo su primer contacto con la copa que llevará a Argentina y aprovechó para besarla, aún sin levantarla respetando el protocolo.
“Más líder que nunca”
A los 35 años fue “más líder que nunca” de la Albiceleste, en palabras del excapitán argentino Javier Zanetti, en momentos en que la tenaz explosividad, una de sus cartas fuertes en la flor de su juventud, ha dado paso a un ‘10′ más cerebral y digno director de orquesta.
“Messi siempre le dio grandes cosas a la afición argentina desde que empezó a jugar. Es nuestro capitán, nuestro líder, nuestro referente. Todo lo que está viviendo se lo merece”, afirmó el ‘Pupi’ en Doha.
En suelo catarí frenteó al técnico de Países Bajos, Louis Van Gaal, y a algunos jugadores ‘naranjas’ que, consideró, no respetaron a Argentina en cuartos de final.
Su influencia llegó a tal punto que sus compañeros no salen a la cancha a entrar en calor sin que él esté al frente comandando el plantel.
Las constantes comparaciones, especialmente en su tierra, con el caudillismo de Diego Maradona empezaron a agrietarse cuando venció a Brasil en la final de la Copa América-2021, nada menos que en el Maracaná.
Aquel triunfo, que celebró llevándose las manos al rostro, disimulando un llanto contenido tras las derrotas en las finales de los torneos americanos de 2007, 2015 y 2016 y el Mundial de 2014, lo consagró capitán luego de años de dejar a otros el protagonismo de mando.
Y las canciones con su nombre y los tatuajes con su rostro se adentraron en el paisaje argentino, hasta entonces monopolizado por el ‘Pelusa’.
“Lo estoy disfrutando muchísimo y por suerte puedo ayudar al grupo a que las cosas salgan”, dijo el rosarino al vencer a Croacia en semifinales.
El premio que faltaba
La victoria en el templo de Rio de Janeiro, el primer título de la albiceleste absoluta en 28 años, contagió a su selección del brillo que ha acompañado su laureada carrera, decorada con siete Balones de Oro y catapultada en la escuela de formación del FC Barcelona, la renombrada La Masía.
En el Barça fue la punta de lanza de un equipo cuyo fútbol enamoró al planeta: el ‘Dream team’ de Pep Guardiola, donde hizo y deshizo junto a Xavi, Andrés Iniesta, Carles Puyol o Sergio Busquets.
Como culé conquistó cuatro Ligas de Campeones, diez Ligas españolas, tres Mundiales de Clubes... hasta que en 2021 se divorció del club de su vida para unirse al Paris Saint Germain.
Con los parisinos tuvo una primera temporada muy terrenal, de difícil adaptación, aunque aun así levantó la liga de Francia.
En la antesala del Mundial dio muestras de que su talento estaba intacto. Se rodeó, como siempre, de su esposa Antonela Roccuzzo y sus hijos Thiago, Mateo y Ciro para llegar a tope a su gran cita.
Y les cumplió, así como a la Argentina entera y a los millones de todo el mundo, incluidos aficionados en el archirrival Brasil, que soñaban con la coronación del ‘10′.
“Hemos pasado duras, hemos pasado muy buenas”, dijo antes de la final contra Francia. “Hoy nos toca vivir una espectacular”.
Con información de la AFP.