El futbolista argentino Lionel Messi es sin duda alguno de los jugadores que más récords tiene en sus palmarés. Ahora, en el más reciente partido amistoso de la selección Argentina contra Estonia, jugado este domingo 5 de junio, el rosarino rompió una marca personal.

El jugador, de 34 años de edad, marcó en la jornada amistosa de la Fifa un total de cinco goles, con lo cual se convierte en el cuarto mejor anotador de toda la historia de fútbol en las selecciones nacionales. Con esto, Messi suma 86 tantos, dejando atrás a Ferenc Puskás (84) y solo lo adelantan Mokhtar Dahari (89), Ali Daei (109) y Cristiano Ronaldo (117).

Otra de las cifras que logró el jugador del PSG es convertirse en el tercer jugador en la historia de la Selección Argentina en convertir cinco goles en un mismo partido. Es decir, Messi igualó a Juan Andrés Marvezzi, quien hizo esta cantidad en 1941, y a José Manuel Moreno. Cabe desatacar que estos hicieron los goles un la disputa de una Copa América.

Por otra parte, con esta victoria la Selección Argentina logró igualar la mejor racha de partidos consecutivos sin perder, llegando a la cifra de 33, por lo que los dirigidos de Lionel Scaloni alcanzan el récord del seleccionador Óscar Ruggeri, quien estableció esta marca entre febrero del 1991 y agosto de 1993.

Messi de otro mundo

Apenas tres jugadores repitieron este domingo, y uno de ellos fue Messi, siempre dispuesto a sumar minutos con la Albiceleste y engordar sus estadísticas históricas.

Pese a que Estonia se encargó de poblar el borde de su área con una férrea línea de cinco defensas, a la que se sumaban tres volantes y por momentos uno de sus dos delanteros, Argentina precisó apenas ocho minutos para abrir ese cerrojo.

El arquero Matvei Igonen salió de manera vehemente de su arco en busca de la pelota y se llevó por delante al defensor Germán Pezzella, lo que derivó en un penal que convirtió Messi con un remate esquinado.

Ya más relajado por haber abierto rápido el marcador, Argentina desnudó algunas falencias en su funcionamiento ofensivo, propios de una formación con futbolistas poco habituados a jugar juntos.

Así, le costó encontrar huecos en el rocoso bloque defensivo estonio e incluso exhibió algunas falencias en su última línea, que obligaron primero a una tapada del arquero Franco Armani contra el veterano delantero Sergei Zenjov, y en una jugada posterior a un cruce salvador del lateral Nahuel Molina.

Sin el funcionamiento colectivo de otros días, Argentina dependía de la inspiración de Messi y Rodrigo de Paul, y por eso no fue extraño que de ellos naciera el segundo gol.

El volante del Atlético de Madrid encontró un sendero para quebrar a la línea de volantes de Estonia, aceleró a fondo y llegó hasta el borde del área y, con el desequilibrio ya generado, Papu Gómez habilitó a Messi para que definiera con calidad ante el achique del arquero.

Argentina salió al complemento con ánimo renovado y decidido generar las grandes diferencias con su rival, y lo logró de entrada, cuando tras una buena jugada colectiva, Messi anotó dentro del área chica el tercer gol del equipo y de su cuenta personal.

Los de Scaloni se afianzaron en el segundo tiempo como claros dominadores ante un rival que, más allá de los goles que fue recibiendo, en ningún momento abandonó una postura que apenas apuntaba a sufrir una derrota lo menos abultada posible.

Hubo tiempo todavía para más gritos de Messi. Primero sorprendió a una defensa que se quedó esperando que el árbitro suizo, Urs Schnyder, cobrara una falta y lo dejó definir casi sin oposición.

Y después llegó su quinto gol, que redondeó su récord, tras una jugada plagada de rebotes que definió con la claridad de siempre, para así transformar en histórico a un partido que no apuntaba para eso.

*Con información de AFP.