Virgelina María Contreras Maldonado llegó al mundo hace 30 años entre nubes de glifosato, en el corregimiento de Guachaca, zona rural de Santa Marta, donde ese herbicida, destinado a matar los cultivos ilícitos de la droga que en ese entonces ni sabía que existía y que, al crecer, nunca consumiría ni traficaría, le hizo daño a su cuerpo cuando estaba formándose en el vientre de su madre. Tanto daño como las promesas que durante toda su vida ha escuchado: fundaciones que cobraron dineros que nunca recibió a su nombre, un profesor de educación física que con la fotografía que le tomó recogió limosnas en lugares públicos con el pretexto de ayudar a un familiar en situación de discapacidad, la gobernadora del Magdalena que le dejó la tarjeta y su número personal pero que está demasiado ocupada como para atenderla; familiares, personas y personajes que en falso han pretendido ayudarla para, al final, ellos mismos ayudarse, palabras bonitas y gestos condescendientes que pasaron como nubes y que no dejaron de ser lo que son, aire. En todo caso ha sido ella misma la que, sorteando esos obstáculos, ha aprendido a levantar con orgullo su propia cruz, especialmente desde que en 2016 comenzó a practicar natación con Abel Echeverry, un entrenador de deportistas convencionales que vio en Virgelina el «perrenque» (verraquera costeña) necesario para convertirla en una gran atleta y, en contra del bajísimo (casi siempre nulo) presupuesto y las pésimas condiciones de entrenamiento (Virgelina entrena en una piscina de 15m) se las ideó para sacar a «Vicki», como la llama cariñosamente, subcampeona en 100m libre y campeona en 50m libre y 50m espalda en las Piscinas Panamericanas de Cali. A finales de noviembre de 2016, Virgelina estuvo participando en el Campeonato Abierto Nacional de Para-Natación, celebrado en Medellín, la segunda ciudad que conoce, donde además de montar por primera vez en Metro y Metrocable, alcanzó puestos importantes en las competencias, incluyendo su debut en 50m mariposa. "El profe me dice que soy buena y cree en mi. Solo me falta a mi creer aún más que soy capaz", dice que sueña con estudiar  en la universidad y ser la mejor en su deporte. Virgelina es capaz de defenderse por si misma: maniobrar su silla de ruedas sin mayores contratiempos, subir y bajar de  ella con la misma facilidad con la que entra y sale de una piscina, maquillarse, cepillarse, cocinar, alimentarse, escribir y hasta dibujar. Tiene novio desde hace tres años que no está en condiciones de discapacidad y que le ayuda a vender boletas para costearse parte de los viajes cuando va a competir. Virgelina confía mucho en él y en el profe Abel.Aunque al preguntarle al respecto sus palabras manifiestan un sentimiento de desencanto con las personas por lo que le ha sucedido en el pasado, en su situación actual una verdadera ayuda, sin duda alguna, marcaría la diferencia entre cumplir sus sueños o no. Ojalá que esta vez lleguen más promesas, pero que no se queden entre las nubes.