Ni los grandes esfuerzos de los bancos centrales ni las agresivas medidas de Gobiernos y autoridades económicas del mundo lograron frenar el desplome de los mercados bursátiles y las monedas esta semana. La nueva reducción en las tasas de interés por parte de la poderosa Reserva Federal y su inyección de liquidez de más de 700.000 millones de dólares a través de la compra de bonos del tesoro tampoco detuvieron la caída de Wall Street. Ni el segundo paquete de estímulo fiscal aprobado por el Congreso estadounidense para combatir la pandemia e impulsar la economía.

Cunde una epidemia de miedo. En Estados Unidos el índice Standard & Poor’s ha descendido 28 por ciento en las últimas semanas, mientras que el Dow Jones alcanzó su nivel más bajo en tres años, borrando las ganancias del mercado desde que Donald Trump ganó la presidencia. Incluso, en algunas jornadas las bolsas han tenido que cerrar por varios minutos para contener las altas desvalorizaciones. En la Unión Europea, convertida en el nuevo epicentro de la pandemia, el Banco Central, dirigido por Christine Lagarde, anunció un programa adicional de liquidez que incluye la compra de bonos de emergencia por 750.000 millones de euros. El índice accionario Stoxx 600 ha caído 33 por ciento en el último mes. Los bancos centrales de Australia, Indonesia, Taiwán y Brasil, entre otros, recortaron sus tasas de interés de referencia para ofrecer más liquidez. Pero también reportaron resultados negativos.

Nada parece detener la pérdida de confianza de los inversionistas y su convicción de que son insuficientes las medidas tomadas para frenar el avance del coronavirus, como el cierre de fronteras, las restricciones a la movilidad de las personas y medidas de cuarentena agresivas. Esto podría propiciar una recesión global. Hace dos semanas, el Instituto de Finanzas Internacionales (IIF, por su sigla en inglés) redujo las expectativas de crecimiento mundial de 2,6 al 1,6 por ciento en 2020. Esta semana recortó la previsión a solo 0,4 por ciento. De hecho, ya pronostica una recesión en Estados Unidos, la zona euro y Japón en el primer semestre.

Sin embargo, mantiene su expectativa de recuperación en la segunda mitad del año, lo cual supone que el virus disminuirá en el verano, y el estrés crediticio no resultará “demasiado destructivo”. Otras proyecciones le quitan entre 0,5 y 1 punto porcentual al crecimiento, dada la gran incertidumbre por el avance del covid-19. La gran liquidez que ofrecen los bancos centrales no parece funcionar ante el factor miedo y el choque que genera el virus, que golpea tanto la oferta como la demanda. Y aunque los países comenzaron a aprobar agresivos paquetes de estímulo fiscal, los inversionistas temen por el enorme endeudamiento que esto genera. ¿Peor el remedio que la enfermedad?

Si por allá llueve… Colombia no escapa a este incierto panorama. El Gobierno anunció el estado de emergencia económica y social y presentó un paquete de medidas para enfrentar los efectos negativos del coronavirus por 14,8 billones de pesos. Sin embargo, el dólar siguió disparado y estuvo cerca de 4.200 pesos, un nuevo máximo histórico. Este aumento de más de 900 pesos en lo corrido del año resulta de la caída del precio del petróleo ante la agresiva guerra de precios de la Opep. El Brent pierde 60 por ciento en lo corrido del año y al cierre de esta edición se cotizaba cerca de los 28 dólares por barril, un nivel no registrado desde 2002.

También, el mercado accionario ha caído a casi la mitad del valor que tenía a comienzos de año y ha tenido que suspender varias sesiones. Hoy muchas acciones se cotizan a la mitad de su valor patrimonial. Ante la fuerte depreciación del peso, la junta del Banco de la República anunció en reunión extraordinaria nuevas medidas para reforzar la liquidez de la economía en pesos y en dólares. Para ello amplió el acceso a entidades, extendió el plazo e incrementó el monto para las operaciones de liquidez (repos) de 20 a 23,5 billones de pesos. Además, subastará swaps (acuerdos de intercambio financiero) por 400 millones de dólares con plazo de 60 días. Estas medidas complementan las ya adoptadas, como la admisión de bonos corporativos en las operaciones repo y la venta de dólares forward por 1.000 millones. No obstante, muchos analistas reclaman una reducción de sus tasas de interés de referencia para ayudar a la economía, y la venta de reservas internacionales para contener la devaluación. Algo complicado, pues, con una tasa de cambio por las nubes, la inflación podría salirse del rango meta. Sin embargo, estos analistas consideran que la baja demanda y la reducción de los precios de la gasolina podrían limitar el efecto inflacionario y permitir un rol más activo del Emisor.

Asimismo, algunos reclaman medidas más agresivas del Gobierno y los bancos para aliviar las cargas de los más afectados por el cierre de actividades económicas. El senador y expresidente Álvaro Uribe, por ejemplo, propuso una moratoria general de créditos y más subsidios. Pero la pregunta es qué tanto espacio fiscal tiene el Gobierno, considerando el fuerte efecto que tendrá la caída del precio del petróleo sobre las finanzas públicas. Es claro que Colombia no tiene el músculo financiero de otros países. ¿Aguantará el mundo? El presidente Donald Trump firmó esta semana un paquete de ayuda de emergencia por 1.300 millones de dólares con agresivas medidas, como licencias remuneradas, aumento del seguro de desempleo y asistencia alimentaria. El Gobierno chino –que ya parece estar en otra etapa de la crisis– invertirá alrededor de 2.800 millones de yuanes en infraestructura para impulsar la recuperación. Habrá que esperar la reacción de los mercados a estas agresivas y novedosas políticas fiscales.

Los Gobiernos del mundo también consideran otorgar créditos de emergencia y posponer los pagos de impuestos, e incluso ofrecer exoneraciones y ayudas a los sectores más afectados.

El Gobierno del presidente Donald Trump y el Banco Central Europeo, liderado por Christine Lagarde, lanzaron billonarios planes de estímulo. Pero nadie sabe si funcionarán. En medio del rápido deterioro de la economía global y la desaceleración interna esperada para los próximos meses, no se puede descartar ninguna medida en Colombia. Es probable que cada semana se conozcan nuevas disposiciones. Ante la gran incertidumbre por el avance del coronavirus en el país, aún no es claro su impacto sobre el consumo, el crecimiento y el desempleo. Al comienzo del año, Corficolombiana estimaba un repunte del PIB de 3,1 por ciento. Ahora habla de un rango entre 2,7 y 1,5 por ciento, en función de la disminución del consumo. Si se anticipa una fuerte caída del crecimiento, el Emisor tendrá que actuar. Con el desplome del precio del petróleo y posiblemente una revisión del PIB potencial, el Comité Consultivo para la Regla Fiscal también brindaría un mayor espacio fiscal. Pero se requerirán medidas de todo tipo. La pandemia del covid-19 representa un tremendo desafío desde el sistema de la salud y también en el frente económico. Esta crisis sin precedentes requerirá una respuesta coordinada, y toda la diligencia, oportunidad y creatividad de las autoridades.