Cuando me preguntan si Colombia es un buen país para invertir, llevo dos décadas dando la misma respuesta: si es de corto plazo, tal vez no es buena idea, pero si es a largo plazo, este país siempre será un buen destino de inversión. La razón es que nuestro país encierra, en medio de los ires y venires de la economía y la política, una estabilidad estructural para las grandes oportunidades: no solo por los maravillosos recursos con los que nos ha premiado la naturaleza, sino por la habilidad y conocimiento de sus habitantes.
Tal vez el obstáculo más evidente entre las oportunidades que tiene nuestro país es la tendencia a ver las opciones como contradictorias: turismo o petróleo, agricultura o minería, educación o trabajo, una sucesión de afirmaciones que se han afincado en el discurso político que no es capaz de reconocer la posibilidad de aprovechar todas las oportunidades no solo de manera armónica, sino sistémica frente al objetivo principal que tenemos todos los colombianos: la superación de la pobreza y el logro de una prosperidad que llegue a todos.
1. La riqueza mineral del subsuelo
Lo primero es la riqueza mineral del subsuelo. Por un lado, la demanda mundial de minerales para la transición (cobre, litio, cobalto…) ha puesto a todo el hemisferio occidental a identificar fuentes de aprovisionamiento responsable de estos recursos necesarios para abordar la amenaza del calentamiento global: mientras esta demanda siga creciendo, y el sentido de urgencia por parte de los países desarrollados exista, nuestro país podrá convertir esos minerales muertos en oportunidades vivas para todos sus habitantes.
Así mismo, dada la extensión de sanciones económicas a nivel global, el oro se ha convertido, junto con el dólar y el euro, en una de las tres monedas de transacción mundial más relevantes. Esto implica que este mineral, del que Colombia tiene importantes recursos, podrá seguir contribuyendo al desarrollo nacional y de comunidades que se dedican a su explotación, siempre y cuando el Estado colombiano logre desarrollar marcos legislativos simplificados que les quiten a los criminales el control de los insumos al que tienen que acudir los pequeños mineros por las trabas que ofrece el Gobierno central para esta actividad.
2. Energías alternativas y complementarias
La segunda razón está asociada a los potenciales del país en la producción de energías, no tanto para sustituir, sino para complementar la producción de hidrocarburos y gas que continuarán aportando a la economía nacional en las próximas décadas. Por un lado, los biocombustibles seguirán aumentando su participación en la producción de combustibles fósiles para el transporte, contribuyendo no solo a la reducción de gases de efecto invernadero y la contaminación de las ciudades, sino al crecimiento del sector agrícola colombiano. Por el otro, la expansión de la producción de energía solar y eólica no solo aportarán a la creciente demanda de energía nacional, sino que ofrecerá oportunidades de comercialización y exportación de energía a países vecinos.
3. Negocios verdes y sostenibles
Cuando éramos chiquitos nos decían que “la plata no crece en los árboles”. Esa afirmación ha perdido valor cuando hablamos de las posibilidades económicas que ofrecen los bonos de captura de carbono y los diversos mecanismos de inversión asociados a la protección de la biodiversidad. Colombia tiene las condiciones para la gestión de negocios verdes que van desde Soluciones Basadas en la Naturaleza hasta propuestas de Turismo Sostenible (muy diferente al turismo devastador y ambientalmente insostenible que tiene ahora contra las cuerdas a los países europeos).
4. Exportación de servicios
La cuarta razón está en la oportunidad que nos da la exportación en todas las áreas de servicios. La salud, por ejemplo, se ha vuelto uno de los sectores de servicios donde Colombia se ha posicionado exitosamente, no solo en materia estética, sino también de servicios de odontología y tratamientos que en otros países resultan altamente costosos. La experiencia en la exportación de servicios ha ido expandiéndose a otros sectores como el diseño audiovisual, el tecnológico, la industria BPO, y otros que han reconocido que Colombia es el lugar ideal para convertirse en centro off-shore para países donde los costos y la calidad de los profesionales colombianos ofrecen una ventaja competitiva única.
5. Infraestructura y desarrollo
La quinta razón para pensar que Colombia es un país de oportunidades está asociada al sector de infraestructura. Nuestro país aún tiene grandes desarrollos pendientes no solo en materia logística y de conectividad, sino también de construcción de soluciones de vivienda, que tiene la llave de su desarrollo en un sistema financiero robusto con la capacidad de acompañar la materialización de los proyectos que requiere el país.
Hay aún muchas más razones para pensar que Colombia es un país de oportunidades y que su crecimiento va a ocurrir a pesar de errores políticos y debates nacionales que no nos dejan avanzar al paso que quisiéramos. Hay fuerzas que superan a la insensatez, que han mantenido el crecimiento de Colombia.
*Director de Jaime Arteaga y Asociados.