Cuando empezó la pandemia de 2020 la instrucción del departamento de Estado de los Estados Unidos fue que todos los becarios estadounidenses en el mundo debían regresar a su país. El programa de la Comisión Fulbright, por lo tanto, estuvo cerrado para ellos todo el año pasado. Mientras tanto los becarios de Colombia que iban a Estados Unidos tuvieron que recibir sus clases virtualmente. Pero por fortuna este año ya todo ha sido diferente gracias a que con las vacunas la normalidad ha podido restablecerse al menos en un porcentaje que permite la movilización de estos estudiantes a los dos países.

En enero al país llegó el primer grupo de becarios Fulbright de Estados Unidos, y en julio llegó otro grupo de 50 entre los que están 42 asistentes de idiomas que vienen a apoyar las políticas de bilingüismo en diferentes instituciones de 17 ciudades y municipios del territorio colombiano. Con ellos llegaron 8 estudiantes estadounidenses que están terminando su maestría o terminando el doctorado y vienen a hacer estancias de investigación alrededor de sus temas.

“En el corazón de Fulbright lo clave es el intercambio cultural, nosotros no imaginamos el programa sin que las personas vayan a Estados Unidos o a Colombia”, dice Diana Basto, directora ejecutiva de Fulbright.

Este grupo es muy diverso. En total son 33 mujeres y 17 hombres que estarán durante 10 meses aproximadamente en las principales capitales como Bogotá, Medellin y Bucaramanga, pero tambien en ciudades más pequeñas como Ibagué y Villavicencio. Según Bastos, el 51 por ciento de las instituciones que participan son públicas.

Diana Basto, Directora Comisión Fullbright. Cortesía: Archivo Fulbright Colombia | Foto: Becarios Estadounidenses Cortesía: Archivo Fulbright Colombia

Como lo dice la funcionaria, estas personas no solo vienen a compartir sino a aprender. Los investigadores vienen por un período de entre 4 a 6 meses. Mientras que los asistentes de idiomas vienen por 10 y en ese tiempo realizan un proceso de coenseñanza en el aula de clase. Según explica Basto, ellos tienen un tutor y lo acompañan en sus actividades y además de eso tienen horas de voluntariado con la institución que los está recibiendo.

“Pero lo más importante del programa es la creación de redes de conocimiento porque ellos vienen y conocen a profesores y a investigadores y se arman lazos. A veces tenemos becarios estadounidenses que vinieron como asistentes de idiomas, conocieron y se conectaron y cuando siguen con sus estudios en Estados Unidos deciden continuar investigando en sus maestrías y doctorados con temáticas que vieron aquí durante esa permanencia en el país. Esto favorece la publicación de artículos. Es un gana gana en doble vía”.

Al ser Fulbright una comisión binacional también se benefician los colombianos que pueden también participar en la de becas de postgrado, que según Basto, es la que recibe el mayor número de participantes. Al año son 500 aplicaciones para tan solo 50 cupos de maestria y doctorado. Pero hay otras becas, como las de asistente de idiomas colombiano, que consiste en que profesionales en este campo van a Estados Unidos como asistentes de idiomas. También está la beca de estudiante doctoral y la de investigador visitante. Sumados todos eso da entre 70 y 90 colombianos que viajan cada año. De esta forma los números en el intercambio de los que vienes y van son parejos.

Becarios Estadounidenses del programa Fullbright en Colombia. Cortesía: Archivo Fulbright Colombia | Foto: Becarios Estadounidenses Cortesía: Archivo Fulbright Colombia

El reto que tiene la comisión es que la convocatoria llegue a más colombianos y, como dice Basto, que “salga de las ciudades capitales” puesto que en la composición de becarios un gran porcentaje son de Bogota. “La idea es hacerlo más diverso, que llegue a más mujeres, a etnias y a más estudiantes que sean los primeros de sus familias en ir a la universidad porque la movilidad social en el país es difícil”. Por eso, aunque se trata de un proceso altamente competitivo “hay becarios que sin haber estado en colegios bilingüe lo lograron y se fueron y hoy hacen cosas maravillosas por el país”, dice.

Su mensaje a la población estudiantil que quisiera ampliar sus horizontes con la beca es sencillo y consta de tres aspectos importantes: “La intención, la motivación y la preparación. Estos tres son fundamentales y determinan si son candidatos de buena aplicación”. El promedio no puede ser menor a 3.8 y eso significa que los estudiantes deben ponerle cuidado a ese promedio mientras están en la universidad porque muchas oportunidades están ligadas al desempeño y a la preparación. “Yo les digo que piensen desde la universidad en cómo quieren proyectarse a futuro. Y lo más importante, cómo quieren impactar al país”.