Las 10 hectáreas de arveja que tenía cultivadas Víctor Millán en Cundinamarca se perdieron. El intenso invierno dañó la cosecha. La inversión en abonos, la adecuación de la tierra y hasta el arriendo de la finca donde tiene el cultivo se esfumaron y, según sus cuentas, fueron más de 200 millones de pesos perdidos.
Se considera un productor pequeño con cerca de 30 fanegadas, en donde tiene cultivos de zanahoria, arveja, papa y mazorca. Pero las lluvias han sido muy fuertes. “La cosecha se inunda y se pierde todo el trabajo y toda la plata”, dice Millán con resignación.
Su historia se repite por decenas a lo largo del país. Según cálculos del Ministerio de Agricultura, las cosechas afectadas se acercan al 4 por ciento del total, pero hay casos como el del café, en el que se afectó el 11 por ciento. La situación invernal no solo causa temores entre los productores. También, en la dinámica del sector y en la presión sobre los precios de los alimentos que han sido el motor de la inflación.
En septiembre de 2022, el Indicador de Seguimiento de la Economía (ISE) registró un crecimiento de 4,2 por ciento respecto al mismo periodo del año anterior. Pero, como advierte la Anif, las malas noticias provinieron del sector primario, que se contrajo 3,7 por ciento, en particular por las actividades agropecuarias. Estas continúan con la mala racha en términos de crecimiento, con caídas en la mayoría de los productos agrícolas, como el arroz, el plátano y el banano.
Para el tercer trimestre de este año, en el crecimiento anual del PIB desde la oferta, de los 12 sectores de la economía, solo el agrícola decreció (-1,4 por ciento). “La producción de café registra un decrecimiento asociado a las condiciones climáticas desfavorables, al igual que el arroz y el cacao. Además, en el sector pecuario la producción de leche y ganado bovino también registran variaciones negativas”, agrega la Anif.
Ante este panorama, la inflación en el país no cede, impulsada por los alimentos. En el dato de octubre, el índice de precios al consumidor (IPC) llegó a 12,22 por ciento anual. La variación mensual de alimentos fue de 1,21 por ciento (frente a 0,89 por ciento un año atrás) y la anual, de 27 por ciento, un nuevo récord, de acuerdo con Corficolombiana, por mayores aportes de incrementos en precios de papa, frutas frescas, arroz, huevos y café.
Los alimentos explicaron el 32 por ciento de la inflación mensual, impulsada por las papas, las frutas frescas, el arroz, los huevos y el café. Los procesados explicaron casi el 80 por ciento de la variación del grupo. “La inflación anual habría llegado en octubre a la cumbre de una meseta (alrededor de 12,2 por ciento) en la que cerraría 2022 y se mantendría hasta enero, lo que implica incrementos mensuales elevados y cercanos a los presentados hace un año. Desde febrero, empezaría a disminuir gradualmente ante la moderación en precios de alimentos y bienes, cerrando 2023 en 7,6 por ciento”, dice Corficolombiana.
El fenómeno de La Niña resulta preocupante por el impacto que ha tenido en los cultivos, pero también porque el pronóstico del Ideam es que esta situación se puede extender hasta febrero de 2023.
“El invierno ha arreciado en Aquitania, Boyacá, y la cebolla ha tendido a disminuir. La hoja se ha marchitado y ha caído como una ceniza que hace que, por un lado, se reduce la producción y, por otro, empieza a dañarse el producto por dentro. Eso significa que llegará menos cebolla a Corabastos. Esto está supeditado a la oferta y la demanda, y lógicamente los precios empezarán a subir”, explica William García, comercializador de la plaza mayorista.
Al igual que Millán, García calcula que los productores van a empezar a reducir sus cultivos por cuenta de los costos y de la afectación a las tierras, haciendo que las cuentas no cuadren. “La producción puede disminuir en un 20 por ciento y a mediados de diciembre los cultivos van a estar más vacíos”, agrega García. Estima que los precios de la cebolla larga, que empezaron este año entre 25.000 y 30.000 por el rollo de 60 libras, ya estén por encima de los 60.000 pesos y a mediados de diciembre se estén cotizando entre 80.000 y 100.000 pesos. “Los precios no suben porque el comerciante o el productor los aumenten, sino porque los insumos están muy caros. Y, cuando el producto estuvo barato, desestimuló la siembra porque los productores no tenían capacidad para los insumos, los riegos, las semillas y el abono. Un viaje de abono que antes valía 1,2 millones de pesos ahora está en 3 millones”, agrega Millán.
Joaquín Castro, productor de uchuva, tiene claras las cuentas. Advierte que los costos de producción en fertilizantes han aumentado entre 35 y 40 por ciento; en fungicidas, cerca de 30 por ciento; y en insecticidas, un 40 por ciento. “En promedio, 35 por ciento”, dice y asegura ser uno de los afectados por la ola invernal, pues por las lluvias, en la etapa de poscosecha, perdió el 25 por ciento de su cultivo a causa de hongos generados por las aguas y que, además, produjeron una enfermedad en la raíz. “No hemos perdido cosechas completas porque se hacen drenajes. Cuando uno tiene el cultivo tecnificado, se disminuye la pérdida, pero un agricultor que no cuenta con la técnica puede perder entre el 60 y el 70 por ciento”, agrega.
Castro considera que el año entrante habrá dos debilidades en la producción: la falta de capital de trabajo y la reducción de la actividad económica en un 30 a 40 por ciento. “No alcanzan los costos para cubrir lo que se había sembrado. Toca sembrar la mitad”, sentencia.
Jorge Enrique Restrepo, director de Corpohass, explicó que para el próximo año “muchas de las zonas de producción están ubicadas en sitios que tienen vías terciarias y la red de esas vías ha estado muy deteriorada, porque, si las condiciones eran malas antes de que llegara este invierno, hoy, en muchos casos, es imposible sacar la fruta de los predios en los que se cultiva sin afectar la calidad con la que llega al mercado”.
Pero el invierno no es el único problema del sector agrícola. Es, como dice Jorge Enrique Bedoya, presidente de la Sociedad de Agricultores de Colombia (SAC), un componente de “la tormenta perfecta”. Para él, por una parte, el alto costo de los insumos en dólares por la volatilidad de los mercados internacionales a casi un año de la invasión de Rusia a Ucrania “ha generado un desbarajuste en los precios en dólares de insumos, como el trigo, el maíz y los fertilizantes”.
El otro tema es la tasa de cambio. Con el dólar a 5.000 pesos se impacta el volumen de toneladas de fertilizantes y de materias primas –como el maíz y la soya– que importa el país para la producción de proteína de origen animal. “Y a eso súmele las tasas de interés, que encarecen el costo de crédito”, agrega Bedoya.
La tormenta perfecta parece no dar tregua. El panorama de 2023 también es oscuro y gris, con una profunda desaceleración que podría llevar al país a una recesión técnica en algún momento del año. Por ahora, los productores siguen aferrados a la esperanza de que el invierno ceda y que las tierras puedan aguantar el chaparrón.
“El control de precios no funciona”
Semana: ¿Cuál es el impacto del invierno en el sector agrícola?
Cecilia López: Las cosechas afectadas nos dan un promedio cercano al 4 por ciento, pero hay casos muy fuertes como el café, en el que llegó a afectarse como el 11 por ciento. Y también el plátano, pero en promedio no ha sido más allá del 4 por ciento.
Semana: ¿Hay riesgo de desabastecimiento o escasez de algún producto?
C.L.: Hasta el momento no tenemos indicadores de que haya desabastecimiento en el país. Los precios que se han elevado muchísimo, como el de la carne, no es por un problema de oferta, sino por un problema de especulación, que ya estamos tratando de controlar. Tenemos que ver si en sitios de alta inundación como La Mojana hay desabastecimiento. Si es así, haríamos traslado de producción u oferta de alimentos, que ya se está haciendo, hacia las zonas más inundadas.
Semana: ¿Qué medidas está adoptando el Gobierno para enfrentar el aumento en los precios de los alimentos, que a su vez tiene presionada a la inflación?
C.L.: Los alimentos de consumo diario son de producción nacional. El problema son las elevadas importaciones de maíz y trigo, con precios muy impactados por el dólar. La tasa de cambio nos ha perjudicado, y productos como el huevo, la leche o incluso la carne tienen un componente de insumos procesados en el que el maíz es muy importante. Lo que hemos tratado de pedirles a los productores de alimentos es que miren la posibilidad de sustituir maíz con arroz, tener más yuca, tener más producción nacional y así impedimos que se sigan subiendo tanto los precios de los concentrados, pues estos terminan aumentando el precio de los alimentos básicos.
Semana: ¿Está de acuerdo con un control de precios?
C.L.: Eso no funciona. Hay que mirar alternativas que sean más acordes con una economía como la que tenemos. La forma en que el Ministerio de Agricultura enfrenta el problema de los precios disparados de los alimentos es hacer lo posible por aumentar la producción nacional e incidir sobre el costo de producción, sobre los insumos. En este momento estamos distribuyendo 20 por ciento de subsidio a los pequeños agricultores que compraron insumos. Esa es nuestra forma de impedir que los precios de los alimentos suban.
Semana: ¿Qué otras estrategias están adelantando?
C.L.: Por ejemplo, en el caso de La Mojana vamos a empezar un operativo. El presidente Petro anunció una minirreforma agraria para mudar grandes productores de arroz y de otros productos básicos. Mirar si se pueden mover a tierras secas, que las hay en esa zona, y hacer una pequeña reforma agraria para la próxima siembra que empieza en febrero-marzo.