Luego de las fiestas navideñas, los colombianos despiertan por estos días con el guayabo de volver a la realidad, a las facturas de servicios, a las cuentas de cobro, a los extractos bancarios y a una larga lista de gastos típicos de comienzos de año. Para un alto porcentaje, la resaca de este año tiene un problema adicional: el elevado endeudamiento y los atrasos en las deudas, dos temas que ya superaron el ámbito familiar y tienen a los analistas económicos con los pelos de punta.La deuda de los hogares con el sector financiero, que abarca las carteras de consumo y de vivienda, sumó más de 184 billones de pesos a noviembre de 2017, según cifras de la Superintendencia Financiera de Colombia. Si a esta cifra se le añade la cartera del Fondo Nacional del Ahorro y del sector solidario, la cantidad supera los 192 billones de pesos. Esto significa que las deudas de consumo y de vivienda alcanzan hoy alrededor del 20 por ciento del PIB del país.Le sugerimos: Colombia, en el club de los mal evaluados por el Doing BusinessEsta preocupante cifra llevó a la Asociación Nacional de Instituciones Financieras (Anif) a lanzar una fuerte advertencia, no solo por los altos niveles de deuda de los colombianos, sino también por el deterioro de la calidad de la cartera crediticia. En efecto, en su más reciente informe semanal, la Anif asegura que la deuda de los hogares planteará uno de los principales desafíos de política económica para este año, después de los temas fiscales provocados por el incumplimiento de la meta de recaudo y el temor por las promesas populistas de las campañas electorales.Sin embargo, lo más preocupante es que estos niveles de deuda estarían bordeando el 40 por ciento del ingreso disponible de los hogares para pagar sus obligaciones, sin considerar excedentes de capital. Esto representa un pico histórico en el nivel de endeudamiento de las familias, superior incluso al que tuvo el país justo antes del estallido de la crisis hipotecaria de finales de los años noventa.El Banco de la República calcula un nivel de endeudamiento algo menor, aunque creciente y alto en términos históricos. En el Reporte de Estabilidad Financiera de septiembre de 2017, señala que la razón de deuda sobre ingreso disponible se ubicó en 32,8 por ciento, su máximo histórico.Pero es claro que los hogares sienten más el peso de la deuda en sus bolsillos. Según la Encuesta de Carga Financiera y Educación Financiera (Iefic) elaborada por el Banco de la República y el Dane, la proporción entre el pago de intereses y el abono a capital de la deuda como porcentaje del ingreso –conocido como la carga financiera de los hogares– aumentó de 15,1 por ciento en 2016 a 18,4 por ciento en 2017. Esto significa que, en promedio, por cada 100 pesos de ingreso, los hogares encuestados tuvieron que destinar 18,4 pesos para pagar las cuotas de sus deudas el año pasado.Para el director de Estabilidad Financiera del Banco de la República, Daniel Osorio, este aumento resulta previsible en el entorno macroeconómico actual, caracterizado por una desaceleración de la economía. “En todo caso, el indicador de carga financiera se encuentra en niveles consistentes con su promedio histórico y muy por debajo de los niveles considerados riesgosos (30 por ciento) y vulnerables (40 por ciento) por el Fondo Monetario Internacional”, agrega.Le recomendamos: En 2017 se crearon 323.265 empresas en el paísNo obstante, para Anif, lo preocupante es que estos altos niveles de endeudamiento impiden que la reducción en las tasas de intervención por parte del Banco de la República –275 puntos básicos en 2017– se traduzcan en un impulso del consumo de los hogares o en un rebote de la economía. Esta entidad recuerda que también existe un alto nivel de endeudamiento tanto del gobierno como del sector corporativo.“Esta resaca de alto endeudamiento va a impedir una aceleración fuerte del crecimiento de la economía este año”, afirma Sergio Clavijo, director de la Anif, para quien el PIB crecería este año alrededor del 2,3 por ciento, con un leve repunte frente al 1,6 o 1,8 por ciento que probablemente creció la economía en 2017. Con esto, “se estarían completando 5 años de un crecimiento por debajo del nivel potencial de la economía (3 por ciento)”, agrega.A esta desaceleración la ha acompañado un deterioro en los indicadores de calidad de cartera de los establecimientos de crédito en Colombia, que muestran que algunos colombianos están dejando de pagar. Cifras de la Superfinanciera a noviembre de 2017 muestran que la cartera presentó un crecimiento real anual de 1,64 por ciento, mientras que la cartera vencida total creció 32,09 por ciento. Con esto, el indicador de calidad de la cartera total se ubicó en 4,52 por ciento, lo que significa 1,3 puntos porcentuales por encima del dato registrado en 2016.Este deterioro de la calidad de la cartera, según la Anif, no es muy diferente al pico que se tuvo en la crisis de Lehman Brothers, “pues al añadirle los castigos que ‘motu proprio’ le hace el sector financiero, se llega a un 8,5 por ciento”. El Banco de la República difiere en esta apreciación y asegura que el crecimiento de la cartera riesgosa se ha venido moderando en los últimos meses y los indicadores de calidad de cartera se encuentran hoy en una mejor posición que los observados en el periodo de turbulencia financiera internacional de 2009.La Asobancaria, el gremio del sector, coincide con el Emisor y considera que si bien cualquier deterioro de la cartera preocupa, no llega a niveles que inviten a encender señales de alarma, pues están lejos de los registrados en periodos de fuerte crisis económica. Incluso, el gremio de los bancos señaló que descontando efectos puntuales como los de Electricaribe y la Ruta del Sol II, la calidad de la cartera bordearía el 4 por ciento. Además, destaca que los indicadores de profundización de cartera y carga financiera de los hogares muestran niveles que no suponen un riesgo para la estabilidad macroeconómica ni de la banca.Puede leer: ¿El vaso medio lleno?Pero coinciden todos en una cosa: una eventual crisis está muy lejos por cuenta de los altos niveles de solvencia (que miden la capacidad de los bancos para responder por sus obligaciones) y de aprovisionamiento que tiene hoy el sector financiero. En efecto, a noviembre de 2017 la solvencia alcanzó el 16,67 por ciento, por encima del mínimo requerido, del 9 por ciento. Mientras tanto, el indicador de cobertura –las provisiones sobre cartera vencida– llegó al 126 por ciento. Esto indica que por cada peso de cartera vencida los bancos tienen 1,26 pesos en provisiones para cubrirlo.Santiago Castro, presidente de Asobancaria, explica que la cartera se recuperará progresivamente, en línea con el mayor dinamismo de la actividad económica, y crecerá 6,3 por ciento en términos reales. Explica que el recorte en tasas del Banco de la República por fin comenzará a reflejarse en créditos a tasas más bajas. Para el gremio de la banca, el costo de los créditos de consumo llega a reaccionar hasta 14 meses después a un recorte en la tasa de interés de referencia, un periodo que suele prolongarse en escenarios de elevado nivel de riesgo.Por modalidades de crédito, la cartera de consumo y la comercial tendrán el mayor dinamismo. En la de consumo estiman un crecimiento del 6,4 por ciento, ante “una mayor capacidad de generación de ingresos de los hogares, unas tasas de interés más bajas y menores presiones inflacionarias, factores que favorecerían la capacidad de endeudamiento de los hogares”. No obstante, la de vivienda continuará desacelerándose debido a la reducción en las ventas de vivienda nueva evidenciada a lo largo de 2017.La banca espera que este año por fin se materialice la política monetaria y bajen las tasas de interés del mercado, lo que, sumado a la recuperación de la confianza de los hogares, daría mayor impulso al consumo y la demanda interna. Habrá que estar alerta sobre lo que suceda con el consumo y el crédito, claves para el desempeño de la economía en 2018 dado que representan alrededor de dos terceras partes del PIB. Pero si persiste la debilidad en el consumo, el alto endeudamiento de los hogares, un aumento de la tasa de desempleo y la desconfianza de los consumidores, el país podría estar ante escenarios de menor crecimiento. Una realidad mucho más cruda.