El pasado 12 de mayo, y en tan solo 24 horas, desaparecieron 200.000 millones de dólares (un poco más que la deuda externa de Colombia), los cuales estaban invertidos en criptomonedas que de un momento a otro perdieron su valor.

Ese derrumbe daría para espantar a miles que tenían puestas sus esperanzas en las divisas digitales y, en particular, en aquellas que fueron bautizadas como ‘estables’ (stablecoins). Estas, a diferencia de las pioneras como bitcóin o ethereum, fueron creadas para no ser tan volátiles. Las stablecoins están asociadas al valor de una moneda tradicional, como el dólar o el euro, a bienes materiales, como el oro, o a los inmuebles u otra criptomoneda.

Esas divisas digitales estables estaban dirigidas principalmente a quienes no querían exponerse a los fuertes bajonazos o a las disparadas que vive el bitcóin, pero fue justamente una de esas stablecoin, llamada Terra USD, la que produjo las pérdidas de 200.000 millones de dólares.

El colapso de Terra USD (la cual buscaba una paridad con el dólar y fue atacada por especuladores) no solo afectó a esta criptodivisa, sino a todo el mercado: el bitcóin cayó a su nivel más bajo desde diciembre de 2020, perdiendo 10 por ciento, mientras que ethereum lo hizo 16 por ciento. Este cimbronazo ha sido comparado por algunos expertos a lo ocurrido cada vez que explotan burbujas en el mercado de acciones, en el que se pasa por etapas de ‘sangre y dolor’, pero luego viene una recuperación. Esta visión ha hecho que en medio de un duro momento para las criptomonedas dicho mercado siga creciendo y que cada vez haya más interesados en convertir su dinero físico en digital.

Buda lleva siete años en el país. Ya reúne 200.000 clientes, la mayoría de los cuales están en Bogotá y Medellín.

Usuarios y adicciones

Se calcula que actualmente unos 200 millones de personas en el mundo comercian con criptoactivos. Pero Brian Armstrong, CEO de Coinbase, la mayor plataforma de negociación de estos activos en Estados Unidos, predice que en una década serán 1.000 millones de personas, y en 20 años una parte importante del PIB global se moverá a través de la criptoeconomía.

Si bien estos pronósticos se conocen en plena turbulencia (el bitcóin pasó de su máximo histórico de casi 69.000 dólares en noviembre a unos 30.000 hoy), eso no ha asustado a los inversionistas, que, de hecho, ven una oportunidad en las recientes caídas de precios.

Es más, la fiebre por ser un operador de divisas digitales ya dio para que se creara un nuevo servicio en el mundo: rehabilitación para los adictos a los criptoactivos. Esto, porque, por un lado, cada vez hay más plataformas y es más fácil el acceso, y, por el otro, porque hay personas que se apasionan demasiado con el tema y se la pasan pendientes de un mercado que nunca duerme.

Un informe de Bloomberg compara la adicción a los criptoactivos a la que se puede sentir por el juego o por las acciones, pues el cerebro codicia el dinero, y, cuanto más se transen monedas digitales, los circuitos de recompensa tranquilizan al cerebro.

Usualmente, los usuarios de criptoactivos que se vuelven adictos son los que no se pueden despegar de su teléfono inteligente buscando oportunidades para comprar o vender. Pero para ellos ya hay terapias virtuales y centros de rehabilitación especializados en desórdenes de comportamiento, que pueden cobrar hasta 90.000 dólares semanales.

Los expertos consultados por Bloomberg advierten, sin embargo, que solo una pequeña fracción de las personas que incursionan en criptomonedas enfrentará problemas de adicción.

Bitso es la más reciente plataforma que entro al país. Suma 4 millones de usuarios en Argentina, México y Brasil.

Más opciones

Los colombianos, por supuesto, no son ajenos a la criptoeconomía y cada vez hay más transacciones con estos activos. Un ranking de adopción de monedas digitales elaborado por Chainalysis, plataforma que provee data sobre blockchain (la tecnología detrás de este ecosistema), señala que en 2021 Colombia fue el país número 11 entre 140 en tener más personas que han adoptado esta tecnología.

El ranking pondera por individuos y no por inversionistas profesionales o institucionales, que son los que mueven las mayores sumas. Acá vale más el número de operaciones que los valores.

En este buen posicionamiento influye la decisión gubernamental de desarrollar un ambiente de pruebas (arenera) en el que entidades financieras tradicionales (Bancolombia, Davivienda y Banco de Bogotá) se aliaron con plataformas de negociación de criptomonedas e hicieron un piloto, cuyos resultados aún están por conocerse. Con ello se busca que los colombianos entiendan este mercado, sus ventajas, pero principalmente sus riesgos, y también determinar cómo regularlo, cómo proteger al consumidor y cómo pagar o declarar los impuestos que se produzcan en este tipo de operaciones.

Mientras se conocen los resultados de la arenera, que presentará la Superintendencia Financiera, algunas de las plataformas que están allí haciendo pruebas ya ofrecen sus servicios en Colombia. Una de ellas es la chilena Buda, que en el piloto trabaja con el Banco de Bogotá. Lleva siete años en el país y ya cuenta con 200.000 clientes. A ellos les cobra por transacción de compra o venta de criptomonedas una tarifa que oscila entre 0,1 y 1,2 por ciento del valor negociado. Sus usuarios pueden escoger entre bitcóin, litecoin, ether, USD Coin y bitcóin cash.

Esta semana hizo su arribo al país la mexicana Bitso, que en la arenera también trabaja con el Banco de Bogotá. Daniel Vogel, cofundador y CEO de Bitso, dice que lanzaron su servicio en Colombia por la rápida digitalización del país y la creciente disposición de la gente a mirar alternativas cripto, algo que no se ve tan marcado en otras economías latinoamericanas. En México, Bitso ha sido fuerte en el negocio de remesas, que ahora también se envían y se reciben en monedas digitales, y les gustaría replicar ese proceso en Colombia.

Daniel Vogel CEO y cofundador de Bitso

Si bien desde antes de la llegada de estas plataformas al país las personas podían invertir en criptomonedas a través de páginas de internet, debían hacerlo con su tarjeta de crédito; primero, convirtiendo a dólares y, luego, a la moneda digital que les interesara. Con Buda y con Bitso lo pueden hacer directamente en pesos, pues la compra se hace pagando por PSE, y, al recoger las ganancias, les consignan en la cuenta de ahorros del banco colombiano que hayan registrado. El monto mínimo de inversión son 10.000 pesos, aunque en Buda recomiendan que sea de 20.000 pesos para que se sienta menos el costo transaccional.

Por ahora, se sabe que 55 por ciento de los colombianos que transan con criptomonedas tienen entre 25 y 45 años y son mayoritariamente hombres (en Buda, apenas entre 12 y 15 por ciento son mujeres). En promedio, invierten entre uno y dos millones de pesos. Además, empresas tradicionales como Ramo decidieron meterse en la onda, al lanzar una versión cripto de su tradicional ponqué. Es una edición limitada que trae un cupón con un código para ser redimido por una porción de bitcóin.

Si bien es factible que se repitan caídas estrepitosas como la de Terra USD, con impacto en todas las criptomonedas, también es posible que más personas aprendan a operar en un mercado nuevo, que ya no tiene reversa.

Madonna y James

James Rodríguez | Foto: 2021 David M. Benett

De las criptomonedas, el mundo digital ha migrado a los Non-Fungible Tokens (NFT) o activos no fungibles, los cuales son activos únicos que no se pueden replicar y que están en formato digital.

Generalmente, se refieren a obras de arte e, incluso, se han creado clubes para su compra y venta. Uno de ellos es Bored Ape Yacht Club. Este consiste en una colección de imágenes de simios animados que se generan mediante un algoritmo. Varias estrellas han invertido en Bored Ape y una de las más notables fue Madonna, quien destinó 570.000 dólares a ese propósito y obviamente los pagó con criptomonedas.

En el ámbito local, James Rodríguez acaba de anunciar que se alió con una generadora de NTF, llamada ZKSea, para lanzar una colección de imágenes en las que se celebra su destacada contribución al fútbol. La colección constará de 1.500 piezas únicas, que serán subastadas a mediados de junio.