Cuando alguien dijo que el escándalo de las libranzas podría tener dimensiones similares al fraude de las pirámides, ocurrido hace diez años, no estaba exagerando.A medida que la Superintendencia de Sociedades y la Fiscalía General escudriñan en las cuestionadas comercializadoras de pagarés-libranza, va quedando al descubierto no solo el oscuro modus operandi de estas firmas, sino una dura realidad. Del dinero del público comprometido en este negocio, que podría superar los 2 billones de pesos, se perderá un alto porcentaje.Muchos de los compradores de libranzas se preguntan hoy cuánto recuperarán una vez queden liquidadas las empresas intervenidas por la superintendencia. Y la verdad es que, por ahora, las noticias no son nada alentadoras para quienes confiaron su dinero a Estraval, firma que ya tiene sus principales cabezas en la cárcel, acusadas por la Fiscalía de graves delitos.Le recomendamos: Estraval y Elite, la nueva gran estafaCon base en el informe final de auditoría -practicado por Fiduagraria- y las reclamaciones que hicieron los afectados, el hueco que dejan las libranzas de Estraval se acerca al medio billón de pesos. La cifra es escandalosa porque quiere decir que, por lo visto, el porcentaje de dinero que recuperarán los clientes de esta comercializadora será mínimo.Las cuentas son las siguientes. Los 4.381 inversionistas, que le habían comprado pagarés-libranza a Estraval por sus altos rendimientos, presentaron reclamaciones por algo más de un billón de pesos. Sin embargo, después de depurar las solicitudes y evaluarlas, Luis Fernando Alvarado, agente liquidador de la firma, solo aceptó reclamaciones por 540.000 millones de pesos. Esto porque se aplica la norma (Decreto 4334 de 2008) que ordena en estos casos solo tener en cuenta, para fines de devolución, el capital entregado por los afectados, descontando lo que se les hubiere ya pagado por cualquier concepto, como intereses. Tampoco se devuelven las prometidas rentabilidades que a futuro recibirían los inversionistas. Por esto, suele suceder que la suma reconocida es menor a la que reclaman los afectados, pues estos quieren además del capital los intereses prometidos.Lo grave del asunto es que, al examinar el inventario de los pagarés-libranza, tarea encomendada a Fiduagraria, se llegó a una triste conclusión. Con corte a 2016, solo hay cartera, es decir, créditos con saldo pendiente, por valor de 65.000 millones de pesos. En otras palabras, en el mejor de los casos quedaría un faltante de 475.000 millones de pesos frente a lo reclamado por los inversionistas. Si esta cartera se proyectara al vencimiento, o sea, al año 2023, se podría hablar de 130.000 millones de pesos. En ese caso, el fatante o hueco sería de la no despreciable suma de 410.000 millones de pesos.Puede ver: El oscuro andamiaje del negocio de las libranzasPara hacerle frente a esta compleja situación, la liquidación de Estraval está buscando dinero en otras fuentes, con el ánimo de que las víctimas recuperen algo más. Pero no es tan sencillo.Por ahora, hay unas acciones de Mercantil Colpatria. Aunque el socio fundador César Fernando Mondragón ya las había negociado, la operación se efectuó en el plazo llamado de sospecha, por lo que podría ser revocada. De ese modo, las acciones volverían a la liquidación. También hay otros activos, como las oficinas de Estraval en el norte de Bogotá, y un lote en Funza (Cundinamarca) que hacía parte del negocio Colombia Land, sociedad constituida en Panamá, de la que Mondragón era accionista. Por ahora, solo han detectado estos activos y algunos otros bienes menores, que podrían acumularse en la liquidación para devolverles algún dinero adicional a los afectados.Por su parte, la Fiscalía General de la Nación ha dicho que rastrea en otras jurisdicciones, como Panamá y Estados Unidos, otras inversiones que pudieron haber hecho en dólares.En todo caso, quienes confiaron su capital a Estraval tendrán que tener paciencia. En la medida en que la liquidación obtenga dinero, por venta de activos o recuperación de cartera, lo irá repartiendo a todos por igual, independientemente de la cuantía, como estipula el Decreto 4334 de 2008 con el ánimo de beneficiar a los pequeños inversionistas.También puede leer: Hueco de las libranzas podría superar los 2 billones de pesosPor otro lado, la Superintendencia de Sociedades tiene la facultad de decidir el procedimiento que debe seguir la liquidación. Esto es clave, pues lo ideal es que se haga de manera ordenada de tal forma que todos salgan favorecidos. Por ejemplo, la superintendencia puede optar por entregar los títulos (pagarés-libranza) a los inversionistas para que estos hagan el cobro respectivo a los deudores, o también determinar que la liquidación se encargue del asunto.La primera situación sería muy complicada, pues se detectó que un mismo crédito puede haber sido endosado tres, cuatro y hasta cinco veces. Esto significaría que varios afectados le reclamarían al mismo deudor, por lo general un policía, un soldado o un pensionado. Se estima que hay 100.000 deudores o tomadores de los créditos, lo que podría generar un problema de orden público si los inversionistas tratan de cobrar el dinero ellos mismos.Ahora bien, abogados de las víctimas están promoviendo un plan desmonte; aducen que por esta vía se podría recuperar más dinero que por la liquidación ordinaria.Ha llamado la atención que los interesados en esta fórmula sean los representantes de los afectados; las cabezas responsables de Estraval deberían ser las que se comprometan con un plan, pues al fin de cuentas ellos sabrían con más certeza qué tanto dinero pueden devolver. Este tipo de debates entre abogados se suele dar en estas liquidaciones. De hecho, igualmente ocurrió en el proceso del Fondo Premium.Enredo mayorEl hueco que deja el negocio de libranzas de Estraval es consecuencia del manejo irregular de esta empresa.El estudio de Fiduagrario confirmó hechos muy graves. Por ejemplo, de un universo de 325.271 títulos valores inventariados y auditados, solamente 36.348 registran algún saldo pendiente de pago. De esta cantidad, 7.586 no fueron objeto de endoso y 16.988 fueron enajenados más de una vez a diferentes personas: 15.297 dos veces, 1.638 tres veces y 53 cuatro veces. Es decir, originaron varios pagarés por el mismo crédito, y los vendieron a otros tantos compradores o inversionistas. Se detectó que estos pagarés suscritos con un mismo deudor tenían los dígitos 1 y 9 al inicio del número consecutivo de libranza, lo cual mostraría que estaban marcados intencionalmente.El estudio probó también que se realizaron operaciones cuyos flujos se trasladarían al inversionista al vencimiento, pero no se sabe el destino de los recaudos que pagaban los deudores mensualmente.Señala el informe que desde varios meses antes del proceso de reorganización decretado de oficio por la Superintendencia de Sociedades, los recaudos mensuales no fueron trasladados a los compradores de los títulos pagarés-libranza vendidos bajo la modalidad de flujo natural.Algunos compradores de cartera ni siquiera recibieron las libranzas y por ende no contaron con la contraprestación ofrecida. El estudio también encontró que vendieron pagarés correspondientes a créditos ya pagados a la fecha de la operación con el inversionista, es decir, vendieron papeles sin valor.Los hallazgos de la auditoría contratada con Fiduagrario -contenidas en más de 80.000 folios- coinciden con los detectados por la Supersociedades y con las investigaciones de la Fiscalía General, entidad que hace unos días imputó a las principales cabezas el delito de captación ilegal de dinero del público, entre otros.Pero Estraval es solo un caso del colapso de las libranzas, pues otras comercializadoras también defraudaron a los inversionistas, y hoy las autoridades las investigan. Esto indica que este escándalo financiero todavía puede sorprender más al país.