El próximo jueves, el Dane revelará el crecimiento de la economía del segundo trimestre de 2024, con unos antecedentes que llevaron al PIB a una profunda desaceleración y a tocar las puertas de la recesión. Se espera que la economía repunte y se ubique entre 1,5 por ciento y 2 por ciento, rompiendo la tendencia. Aunque es una buena noticia, no es suficiente.
“En abril, el crecimiento fue una sorpresa positiva, alcanzando un 4 por ciento en su serie desestacionalizada, mientras que en mayo creció un 2,5 por ciento y esperamos que en junio sea cercano a cero”, afirma César Pabón, director de Estudios Económicos de Corficolombiana. Dos hechos explican el comportamiento de la economía en este trimestre. Por una parte, como advierte Daniel Velandia, economista jefe de Credicorp Capital, los efectos estadísticos por el cambio de la Semana Santa, que este año fue en marzo y no en abril. Y, por otra parte, el efecto base de comparación de este año frente al anterior, en el que la actividad productiva estuvo con bajo crecimiento.
A pesar de esto, se destacan tres sectores que han impulsado la dinámica económica en medio de la incertidumbre. El agropecuario, gracias a menores costos de producción y a un fenómeno de El Niño menos severo. Los servicios públicos, en especial la energía, por la mayor demanda. Y la administración pública, que se refiere a gastos en educación, salud, seguridad, entre otros. “Esta última ha tenido un comportamiento significativo y, según el indicador de seguimiento a la economía, hasta mayo, acumula un crecimiento de 8 por ciento”, agrega Velandia.
La otra cara de la moneda la registran sectores clave para la economía y la generación de empleo: comercio, industria y construcción. Seguirán rezagados y, de acuerdo con cálculos de Corficolombiana, representan cerca de un tercio de la producción y la mitad del empleo del país.
Para Velandia, son los sectores que seguramente reaccionarán en la segunda parte del año, en la medida en que las condiciones monetarias, tasas de interés e inflación empiecen a tener un efecto favorable en los hogares.
Pero la mayor preocupación es la inversión. Su tasa en el primer trimestre de este año cerró a niveles del 17 por ciento del PIB. “Esa es la cifra más baja en 18 años. Y recordemos también que cinco trimestres consecutivos hemos tenido reducciones en la inversión”, señala Luis Fernando Mejía, director ejecutivo de Fedesarrollo.
Para Corficolombiana, la inversión sigue de capa caída, al representar hoy cerca del 14 por ciento del PIB frente a cerca del 25 por ciento de hace una década y el objetivo aspiracional del 30 por ciento. Esto afecta el crecimiento a largo plazo y compromete las metas de reducción de pobreza y aumento del empleo. “Estimamos que el crecimiento seguirá en terreno negativo, aunque con una caída más moderada que en 2023”, señala Pabón.
Velandia, a su turno, considera que la inversión en el segundo trimestre seguramente será negativa, aunque menos que en trimestres anteriores. “Nos está dando una variación cercana a cero por ciento, que está más relacionada con una base estadística que muestra que hace un año la inversión cayó 25 por ciento”, puntualiza.
La preocupación es generalizada. “Si no logramos darle la vuelta a esa caída de la inversión, va a ser muy difícil que la economía vuelva a retornar a tasas de crecimiento por encima del 3 por ciento”, asegura Mejía.
Para él, en 2024, luego de un año de estancamiento con un crecimiento del 0,6 por ciento, crecer al 1,6 por ciento “no es una cifra para lanzar campanas al vuelo”. Todavía se está lejos de lo que el país necesita crecer.