El informe anual Monitor de Comercio e Integración, que analiza las tendencias en los flujos comerciales de la región, señaló que la retracción se dio principalmente por la caída de los volúmenes exportados, a su vez impulsada por los efectos económicos de la pandemia. La contracción de las exportaciones de América Latina y el Caribe fue mayor que la disminución registrada en el valor de los intercambios globales, que se situó en el 13,3% interanual en el primer semestre del año. Por su parte, las exportaciones de servicios de América Latina y el Caribe entraron por primera vez en terreno negativo desde 2015, al registrar una reducción estimada del 29,5% interanual en el primer semestre de 2020. Lea también: Desempleo en Colombia es el más alto de la región “El shock comercial ha sido menor que el esperado inicialmente y se observan algunos signos de recuperación. Sin embargo, los nuevos rebrotes y medidas de confinamiento podrían afectar la recuperación de la actividad comercial global, que ya venía debilitándose antes de la crisis sanitaria”, dijo el economista principal del Sector de Integración y Comercio del BID, Paolo Giordano. El informe también reveló que, en el primer semestre de 2020, las exportaciones a los Estados Unidos bajaron un 19,5%, a la Unión Europea cayeron un 18,6% y a China bajaron en un 1%. Asimismo, los países que registraron las mayores caídas en exportaciones fueron Venezuela (-68,8%), El Salvador (-27,6%), Perú (-26,8%) y Colombia (-25,3%). Lea también: Negociaciones del salario mínimo de 2021 comienzan el 30 de noviembre Además, la reducción del comercio intrarregional fue más intensa. Los intercambios cayeron un 30,3% en la Comunidad Andina, un -24,6% en el Mercosur, un -24% en la Alianza del Pacífico, y un -8,8% en Centroamérica y República Dominicana. Por su parte, las importaciones de América Latina y el Caribe se retrajeron un 17,1% interanual en el primer semestre, impactando principalmente a México (-19,5%), Centroamérica (-17,4%) y Suramérica (-15%). El informe finaliza con que los países deben reducir con iniciativas pragmáticas los costos de transporte para que las economías puedan competir en las redes de producción global del futuro. Igualmente, recomienda reforzar los procesos de integración y cooperación regional para posicionar a las economías de la región en un espacio regulatorio eficiente, confiable y atractivo para los inversionistas.