Las medidas de reapertura que esta semana puso en marcha la administración distrital revivieron el entusiasmo en los sectores productivos. Después de todo, durante seis meses estuvieron frenados debido a los aislamientos adoptados en Bogotá para controlar la pandemia.

Muchos empresarios solicitaron esa reapertura en la ciudad desde el primero de septiembre cuando el Gobierno nacional levantó la cuarentena. Pero la Alcaldía mantuvo las restricciones, aunque algunas resultaban incomprensibles o muy difíciles de cumplir.

Por eso, tras seis meses de medidas de confinamiento, varios sectores realizan los balances de daños y evalúan los resultados en dos áreas clave de la pandemia: la salud y la economía.

El dictamen no parece favorable para nada a Bogotá. Varios analistas advierten que hubo un impacto económico demasiado fuerte en los resultados que obtuvo la Alcaldía en salud.

Desempleo en Bogotá disparado tras el coronavirus.

Las cifras económicas son deplorables. Bogotá es una de las capitales con mayor deterioro en empleo y en el ingreso de los hogares. Datos del Dane a julio muestran que tuvo una tasa de desocupación de 25,1 por ciento (la nacional fue 20,1) y perdió 1,2 millones de puestos, una cuarta parte de los destruidos en el ámbito nacional. La ciudad genera 18 por ciento del empleo total.

Y, según el centro de estudios económicos Anif, de los 21,6 billones de pesos en pérdidas de ingresos de los hogares del país, el 35 por ciento corresponde a Bogotá, que alberga casi 16 por ciento de la población nacional. Eso significa que los hogares capitalinos recibieron el mayor golpe.

El presidente de la Anif, Mauricio Santamaría, quien apoyó la cuarentena inicial, teme un costoso efecto por la demora de la Alcaldía en reabrir. En julio y agosto hubo momentos en que casi el 70,5 por ciento de la capital estuvo en cuarentena total. Por eso cree que se desperdiciaron dos meses del tercer trimestre cuando “otras ciudades no tuvieron ese costo económico tan grande”.

La administración distrital justificó la larga medida en la necesidad de “apagar la economía para priorizar la salud”. Pero quizás no consiguió el efecto esperado. En términos de mortalidad por millón de habitantes, Bogotá es una de las peores del país junto con Barranquilla y Montería. En América Latina tampoco sale bien librada: solo Lima tuvo mayor mortalidad, mientras que Ciudad de México o Santiago de Chile registraron mejores resultados con medidas de aislamiento menos drásticas.

Un análisis sobre la capacidad instalada adicional adquirida para atender la emergencia de salud y dotar las unidades de cuidados intensivos (ucis) muestra que las cifras de la capital están por debajo del promedio nacional.

En ProBogotá destacan que, después de llegar en agosto a una ocupación de ucis del 93 por ciento, hoy es del 54 por ciento.

Pero en este tiempo la estrategia de la Alcaldía se basó en cuarentenas y se demoró en buscar casos activos, en hacer vigilancia epidemiológica y en otras opciones que permitieran mitigar la pandemia y llevar a cabo un manejo focalizado.

El secretario de Salud, Alejandro Gómez, se defiende. Asegura que hay diferencias de opiniones entre epidemiólogos y economistas, y que Bogotá decidió privilegiar la salud. Insiste en que la capital tiene una de las letalidades más bajas frente a ciudades de tamaño comparable. Esta semana lanzó la estrategia DAR (detecto, aíslo y reporto) para mitigar, en la nueva etapa, la propagación y garantizar un ejercicio de corresponsabilidad. Este se asemeja al Prass (pruebas, rastreo y aislamiento selectivo sostenible), que lanzó hace varios meses el Gobierno, y otras regiones adoptaron con éxito.

El balance capitalino de estos seis primeros meses de la pandemia no se destaca en lo económico ni en lo sanitario. Por eso, los bogotanos tienen sus expectativas puestas en la reapertura para que la ciudad mantenga su ruta de recuperación y retornen la confianza, la inversión y, por supuesto, el consumo.

Pero una nube gris aparece de nuevo: el eventual rebrote que obligaría a regresar a las cuarentenas. Eso sería la debacle para el sector productivo y el empleo. Y temen que se repita lo que ocurrió en julio y agosto cuando la capital aplicó restricciones que agravaron la economía. Muchos piden que ahora la Alcaldía tome medidas más racionales. Seguramente habrá rebrotes, pero la experiencia en otros países indica que tienden a ser menos graves. Además, todavía sigue restringida una parte importante de la actividad productiva, como restaurantes y turismo.

Bogotá tiene la oportunidad de recuperar su economía y su salud. Cuenta con mayores ingresos propios que cualquier ciudad y una gran capacidad de endeudamiento. La administración tendrá que enfocarse en invertir para reactivar el empleo a corto plazo, con obras de infraestructura. También, efectuar mayores transferencias a los hogares vulnerables y darles beneficios a los sectores más afectados. Y deberá coordinar con el Gobierno nacional para que vuelva la confianza en la inversión y baje la incertidumbre.

Ahora viene una etapa en la que ciudadanos, empresarios y Gobierno tendrán que trabajar unidos para garantizar la reactivación sin correr mayores riesgos en salud. Al fin y al cabo, quedó probado que la cuarentena no evita el contagio, solo lo aplaza. Pero sí destruye la economía. n