Por esas paradojas de la vida, mientras la economía mundial pasa un trago amargo por los efectos del coronavirus, que ha provocado el desplome de las bolsas de valores, la desconfianza de los inversionistas y los precios en picada de varios productos energéticos, el negocio para los cafeteros colombianos pasa por sus días más dulces.En lo corrido de este turbulento año, los precios internacionales del grano se han mantenido por encima del dólar la libra, la prima que reconocen los tostadores para el café suave colombiano se ubica en niveles de 50 centavos de dólar, y la devaluación de las últimas semanas les sonríe a los productores nacionales. A esto se suma que la producción se ha mantenido alrededor de los 14 millones de sacos por año.Pero no todo es miel sobre hojuelas, y un nubarrón ya se asoma sobre los cafetales. De abril a junio se recogerá la mayor cosecha del año, estimada en unos 6,5 millones de sacos, que en tiempos de coronavirus implica que 150.000 trabajadores estén a cargo de la recolección y puedan contar con las mejores condiciones sanitarias. Ese es el gran desafío para el sector.

El gerente de la Federación Nacional de Cafeteros, Roberto Vélez, dice que el ramo se prepara para lograr una buena cosecha mitigando los impactos en la salud. Desde hace algunas semanas la Federación y los comités regionales trabajan con funcionarios de los ministerios de Salud y de Agricultura para definir el protocolo y el montaje de la ambiciosa estrategia para lograrlo. De paso, para permitir que miles de familias y trabajadores que dependen de este cultivo puedan gozar de los buenos tiempos del café. ¿Cómo lo harán y qué expectativas hay en este negocio?En medio de tantas noticias negativas para la economía y la salud mundial que ha generado la crisis de la covid-19, la buena situación de precios y demanda internacional del café se ha convertido en un verdadero bálsamo. Esto ocurre al mismo tiempo que se desploman los precios internacionales del petróleo y otros energéticos.

Los cafeteros han visto un ascenso en los precios internos que les pagan por carga de café. El 25 de marzo se registró una cifra histórica: 1.315.000 pesos. Para los cafeteros, los tiempos gloriosos llegaron por tres factores. En primer lugar, el alcance de producción, que en los últimos cinco años ha estado entre los 14 y 14,5 millones de sacos por año. Vélez resalta que la producción se ha mantenido en niveles altos pese a una reducción en el área cultivada, que pasó de un millón de hectáreas a 855.000. Además, ha mejorado la productividad y, mientras en 2011 se lograban 12 sacos por hectárea, hoy la cifra es de 22 sacos por hectárea.El segundo acelerador es el precio internacional, que este año ha fluctuado entre 1 y 1,20 dólares por libra de café, el cual se suma a la prima de calidad para el grano colombiano, de 50 centavos de dólar por libra. Esto implica que el café ha llegado, algunos días, a 1,70 dólares.

Esta prima ha sido clave en los últimos tres años, cuando la oferta de cafés suaves en el mundo se ha venido marchitando porque algunos productores redujeron sus áreas de siembra suaves. El efecto ha sido una disminución del 10 por ciento en la oferta, porque países como México y algunos centroamericanos –Costa Rica, El Salvador, Honduras e inclusive Guatemala– tienen menos café para exportar. Ante esta menor oferta de cafés finos suaves lavados, el premio es para el café colombiano, que mantiene altos niveles de producción. Curiosamente, el café de Brasil se negocia por estos mismos días 10 centavos por debajo del precio en bolsa.Los precios altos se suman a un tercer factor: la devaluación que hoy registra la moneda colombiana y que ha llevado a precios internos históricos. El pasado 25 de marzo, por ejemplo, la carga de café de 125 kilos se pagó a los productores nacionales a 1.315.000 pesos, el valor más alto (en precios corrientes) en la historia. La cifra contrasta con los precios que hace un año registraba la carga de café, entre 650.000 y 700.000 pesos, los cuales motivaron un llamado de auxilio de los productores al Gobierno nacional, que terminó en la creación de un fondo de sustentación de los precios.Qué vieneLos precios actuales del café hacen que este sea un momento muy interesante para la caficultura colombiana. Sin embargo, los retos que plantea la covid-19 al sector son enormes. Desde finales de marzo empezaron a aparecer los primeros granos, pero los picos de la cosecha se esperan para la última semana de abril y las dos primeras de mayo. De esta cosecha se estiman unos 6,5 millones de sacos, y se recogerán en decenas de municipios de la zona cafetera, centro y sur del país.Esto implica que se necesitarán unos 150.000 recolectores de café en esas regiones, que en estas épocas en que el aislamiento social manda exigen unas condiciones especiales de manejo de ‘cuarteles’ –sitios donde se alojan y comen los trabajadores– y en cuanto a la trashumancia de los recolectores.

Vélez explica que este es un cultivo en el que priman los recolectores que van un mes o mes y medio a recoger la cosecha y luego vuelven a sus lugares de origen. Esto genera una gran oportunidad para las personas que en estos momentos están desempleadas, ya sea porque se dedican a las ventas informales o porque se quedaron sin trabajo. No obstante, garantizar la sanidad de esta población es el mayor desafío. “La recolección de la cosecha puede ser una gran solución para los trabajadores informales de los municipios cafeteros que se quedaron sin ingresos. Por eso estamos haciendo un llamado a las poblaciones cafeteras para proveer la mano de obra porque ahí puede haber una fuente muy interesante de ingreso y comida, por lo menos durante dos o tres meses, para muchos colombianos”, dice Vélez.Los desafíos son mayores para las fincas de más de 10 hectáreas, que requieren que un número mayor de recolectores se queden a dormir en las fincas en ‘cuarteles’, explica el gerente de la Federación. En estas circunstancias será necesario cumplir con estrictos protocolos sanitarios, ya que en algunos casos se necesitarán hasta 500 trabajadores, y es indispensable evitar el contagio. “Ese es el gran reto que tenemos, y lo estamos trabajando con el Ministerio de Agricultura y con el Ministerio de Salud. Desde la Federación estamos montando un protocolo para que los cafeteros tengan una guía de lo que hay que hacer”, explica.

Este protocolo, aún en construcción, incorpora temas de sentido común, pero también aquellos en los que poco se ha pensado. Por ejemplo, cómo manejar los horarios de almuerzo de más de 50 recolectores, cómo evitar que se encuentren en el mismo árbol de recolección, cómo manejar el alojamiento de quienes pernoctan en la finca cafetera y qué lúdicas implementar los fines de semana, cuando normalmente van al pueblo. Estos temas los está terminando de pulir el protocolo de la Federación de Cafeteros.Aunque el sector ha hecho reuniones, será el 13 de abril, fecha que definió el presidente Duque para poner fin al periodo de aislamiento obligatorio, cuando se tomarán las decisiones y pautas a seguir. Para ese momento será necesario que haya una coordinación con las gobernaciones y alcaldías que faciliten la labor.Aun cuando hay un decreto con las excepciones para el ramo agroindustrial, preocupa que algunos mandatarios regionales limiten el trabajo de productores o compradores de la cosecha. En el país hay 540.000 productores que deben ir a los municipios donde operan las cooperativas cafeteras a vender sus cargas. Será necesario definir qué mecanismo adoptar –si se requiere un ‘pico y cédula’– para garantizar que fluya la operación. Y que la economía de los municipios cafeteros se beneficie de estos tiempos de buena cosecha.