Al menos 8.000 personas, la mayoría de ellas colombianas, saltaron rejas o rompieron hasta el aire acondicionado ubicado en el techo para abrir un hueco y colarse en el estadio Hard Rock de Miami (Estados Unidos), donde se llevó a cabo la final de la Copa América.
Aunque el fenómeno de los colados ocurre en muchos países, en Colombia es particularmente habitual para ahorrarse los 2.950 pesos que vale un pasaje de TransMilenio en Bogotá y se repitió para entrar a un lugar en el extranjero donde no se tienen los 2.000 dólares que, como mínimo, costaba una entrada al escenario en donde tuvo lugar el partido Colombia versus Argentina.
Se creen los vivos
Los colados, aunque suelen sentirse y verse como avivatos, son parte de una cultura equivocada que genera un enorme costo no solo económico, sino social (por la inequidad) y a veces hasta pasa factura en pérdidas de vida.
Los colados en Colombia están por todas partes independientemente de su condición económica.
En el Sisbén, la base de datos de la cual se escogen los potenciales beneficiarios de subsidios, se han develado números casos impensables. En el transporte público, donde se han implementado estrategias para cerrarles el cerco, causan un déficit que tiene que ser financiado con presupuestos nacionales o locales, que al final terminan siendo pagados con los impuestos de los ciudadanos.
Hueco que ven...
La lista de trochas que buscan para eludir pagos por servicios y beneficios es amplia. Se cuelan entre los beneficiarios de reducciones en los intereses de crédito en el Icetex, aportando recibos de estratos bajos que no corresponden al de la vivienda que realmente habitan.
Se hacen pasar por indígenas a fin de acceder a becas especiales para esas etnias. Internacionalmente, también de Colombia proceden muchos de los que buscan pasar a Estados Unidos por el llamado ‘hueco’ para migrar ilegalmente, lo que de alguna manera implica un costo político en la relación bilateral.
En el paquete de programas que maneja el Departamento para la Prosperidad Social, según sostuvo el director de la entidad, Gustavo Bolívar, cuando asumió el cargo, hay al menos entre 150.000 y 200.000 personas incluidas de manera irregular en las listas de receptores de subsidio. Con nuevas depuraciones, la cifra podría llegar a 350.000, dijo en su momento Bolívar.
Alto impacto económico
El impacto no es de poca monta, pues allí hay programas como Jóvenes en Acción, Jóvenes en Paz y Renta Ciudadana, cuyas transferencias monetarias demandarán un presupuesto total de más de 9 billones de pesos. De paso, se quedan por fuera quienes verdaderamente necesitan que el Estado les dé una mano.
El Sisbén, en el que están registrados 34 millones de los más de 50 millones de habitantes en Colombia, ha sido objeto de transformaciones, precisamente, para tratar de focalizar la entrega de subsidios, alrededor de la cual hay que enfatizar que no siempre se saca de la lista a los colados, sino a los que dejan atrás la pobreza y, por tanto, ya no requieren las ayudas.
Del Sisbén no solo salen por colados
En Bogotá, por ejemplo, según confirma Roberto Angulo, secretario de Integración Social, la pobreza monetaria pasó de 28,1 a 23,7 por ciento entre 2022 y 2023. Con las actualizaciones de la matriz del Sisbén que maneja Planeación Nacional, 68.000 hogares dejarán de recibir el subsidio conocido como Ingreso Mínimo Garantizado, mientras que 25.000 entrarán a obtener las transferencias.
Más allá de que las personas salgan del Sisbén porque ya mejoraron su condición de vida, han existido casos de ciudadanos que aparecen en la lista como afiliados al régimen subsidiado en salud, pese a haber fallecido hace años (alguien lo usufructuaba), o que tenían asignado el carné y eran de estrato alto.
Pilas con las normas
No hay que olvidar que, por múltiples razones, el sistema de salud tiene un déficit de 10 billones de pesos, según estimaciones de Anif, lo que vuelve más aberrante el hecho de que, con falsedad o corrupción, los subsidios se dirijan a personas que no los necesitan.La estratificación socioeconómica se fue convirtiendo en aliada de los colados.
De esa manera, personas con altos ingresos provenientes de negocios que instalan en el garaje de una casa de estrato 3 se benefician del subsidio a la energía, por ejemplo. Por ello, durante el paso por Planeación Nacional de Jorge Iván González, anterior director de la entidad, se introdujo el llamado Registro Social de Hogares con la expectativa de lograr una mejor focalización de las ayudas. Para esa época se habló de un cambio en la clasificación, que tocaba a dos de cada diez hogares listados en el Sisbén.
En ocasiones, las mismas normas aprietan tanto que conducen a que se incrementen los colados. En el caso de los subsidios de vivienda, en principio no deberían presentarse estas situaciones, pues las ayudas se adjudican con base en el Sisbén.
Pero la Contraloría General, tras analizar las modificaciones realizadas al Decreto 490 de 2023, que se relacionan con el acceso al programa de vivienda Mi Casa Ya, alertó que, si bien las ayudas para la compra de vivienda están dirigidas a los más pobres independientemente de la categoría que se tenga en el Sisbén, hay que demostrar capacidad financiera para acceder a un crédito. Es decir, los que clasifican como beneficiarios pueden quedarse en el camino por su bajo nivel de ingreso. Ahí habría una puerta para que aparezcan colados.
Gratiniano
Con el transporte público este fenómeno es aún más evidente. En ciudades como Bogotá y Cali es un grave problema que no solo afecta la solvencia del sistema y la capacidad financiera para seguir operando, sino que promueve la inconformidad en los usuarios que sí pagan la tarifa.
De acuerdo con datos suministrados por la Dirección Técnica de Seguridad de TransMilenio, en la capital del país, la evasión en 2023 fue del 15,32 por ciento, luego de haber estado en 28,51 por ciento en 2022. Eso implicaría que 3 de cada 20 personas no pasaron por el torniquete que registra el pago, sino por la puerta falsa, aprovechando el momento en el que se embarcan los pasajeros que descargaron de su tarjeta el costo de la tarifa o saltando el paso oficial ante los ojos atónitos de los ciudadanos.
Estadísticas de la concejal María Victoria Vargas, autora de un acuerdo para adoptar medidas antievasión en TransMilenio, estiman los colados en al menos 600.000. “Según los datos más recientes, estas personas le generan pérdidas al sistema por más de 400.000 millones de pesos, cifra inferior a la de 2019, cuando Probogotá las calculaba en 600.000 millones de pesos”.
Si el gasto para que opere TransMilenio es de 9 billones de pesos y se recaudan solo 5 billones, el faltante es monumental y entre el 10 y el 13 por ciento se debe a los que dejan de pagar el pasaje. La cifra deficitaria en la operación de TransMilenio alcanzaría para construir hospitales de tercer nivel, colegios distritales o financiar la alimentación escolar de un millón de niños al año, según Vargas.
Entre la percepción y las cifras
No en vano, a su llegada a la Alcaldía de Bogotá, Carlos Fernando Galán se propuso atacar el fenómeno de los colados. La expectativa inicial era reducirlos en 3 por ciento y, aunque desde la percepción ciudadana la coladera estaría en aumento, Vargas dice que ha bajado al 14,3 por ciento. Lo más grave del fenómeno, según la concejal, son las pérdidas humanas, lo que, además, impacta la economía. Entre 2015 y 2018, murieron 50 personas en accidentes relacionados con evasión en TransMilenio.
Algo similar sucede en Cali. El sistema de transporte público MIO traslada a diario 250.000 personas y 22.000 se montan en los buses sin pagar, lo que implica pérdidas de más de 15.000 millones de pesos al año.
La eliminación efectiva del fenómeno en el escenario colombiano dependerá de la capacidad de las administraciones para ejercer control y fomentar la generación de ingresos propios a través del trabajo, en lugar de ampliar los subsidios que atraen a quienes se aprovechan del sistema.