En la actualidad, el suministro de minerales críticos es cada vez más importante en la fabricación de vehículos eléctricos, paneles solares o turbinas eólicas, y con la implementación de “$370.000 millones de dólares comprendidos dentro de la Ley de Reducción de la Inflación de Estados Unidos para la acción climática surgen como oportunidad para impulsar la proveeduría de Colombia en insumos potenciales como el Cobre y el Níquel”.

Lo anterior lo da a conocer la Cámara de Comercio Colombo Americana, AmCham Colombia, debido a los 11 años de la entrada en vigencia del Tratado de Libre Comercio (TLC) entre los dos países, en donde encontró que la coincidencia temática entre los presidentes Joe Biden y Gustavo Petro en favor de la lucha contra el cambio climático abre una oportunidad.

Las importaciones estadounidenses de Níquel y sus manufacturas alcanzaron los $ 4.453,6 millones de dólares en 2022

La presidenta de AmCham Colombia, María Claudia Lacouture, aseveró que “se da un interés común entre Colombia y Estados Unidos en el tema del cambio climático y la transición energética, en donde la coincidencia de Colombia en la urgencia de transformación energética y los estímulos a la industria dentro de Estados Unidos para producir bienes que usen energías limpias permite que Colombia pueda aprovechar para exportar cobre y níquel y atraer inversión que contribuya en ese proceso”.

Es prioritario

De acuerdo con Amcham, aunque la legislación estadounidense busca recortar el déficit fiscal mediante impuestos mínimos a grandes corporaciones, el enfoque en el cambio climático es prioritario y el mayor en la historia del país norteamericano.

En ese sentido, se estarán otorgando créditos fiscales para la promoción de energías limpias, junto con incentivos para la producción de paneles solares, turbinas, baterías y procesamiento de materiales críticos.

Actualmente, la transición energética responde a un asunto de amplia trascendencia en la política económica estadounidense y sugiere una coyuntura favorable para forjar un relacionamiento público-privado que permita aprovechar las oportunidades. | Foto: GUILLERMO TORRES

Destacaron que “según la Agencia Internacional de la Energía, la Ley de Reducción de la Inflación lograría a 2030 que la generación anual de capacidad solar y eólica en Estados Unidos se multiplique por dos y medio con respecto a los niveles actuales. Mientras tanto, las ventas de coches eléctricos avanzarían siete veces más y la demanda de minerales esenciales para tecnologías energéticas limpias aumentará más del doble, particularmente el cobre en términos de volumen”.

De igual forma, en Colombia la Unidad de Planeación Minero-Energética (UPME) destacó que los factores geográficos y geológicos de Colombia representan amplias oportunidades de exploración de Cobre y el Níquel para la transición energética.

Aunque existe un solo proyecto consolidado de cobre en el país, que produce en promedio 40.000 toneladas anuales de concentrado al año, la posibilidad de multiplicar la producción en hasta 6 veces todavía es posible ante una eventual aprobación del proyecto minero Quebradona en Antioquia.

Además, destacaron que dentro de las regiones con oportunidad, se encuentran los departamentos ubicados al norte de la región Andina y Pacífica, tales como Antioquia, Chocó, Santander y Norte de Santander, aunque también la Serranía del Perijá y Putumayo.

Estos territorios se sitúan dentro del denominado “cinturón metalogénico” que se extiende por la cordillera de los Andes en América del Sur y cuya presencia ha protagonizado iniciativas mineras en países como Argentina, Chile, Ecuador y Perú.

Destacaron que según el US Geological Survey, la producción de cobre y níquel está altamente concentrada y en la región los principales productores son Chile y Perú, con datos a 2022, Colombia ocupa el cuarto lugar en la producción de Níquel en América Latina, con una exportación promedio de 38.000 toneladas por año.

La llegada de inversión al proyecto minero La Esmeralda en Planeta Rica, Córdoba, sugiere un crecimiento de 0,87% en la producción anual de dicho mineral, con una meta de 48.138 toneladas a 2030.

Con potencial

En Estados Unidos, el cobre y sus manufacturas materializaron compras por $ 15.284,2 millones de dólares en 2022, un registro superior al promedio de $ 10.607,7 millones durante el transcurso de 2012 y 2022, según cifras del U.S. Census Bureau. Las importaciones de minerales de cobre y sus concentrados atendieron una tendencia alcista y contabilizaron $ 122,7 millones de dólares en 2022, ubicándose un 20,9% por encima de los $ 101,5 millones reportados al final de 2021.

Colombia ocupa el puesto 41 en el mercado norteamericano, con un monto de 530 toneladas en 2022, correspondiente a $ 4,1 millones de dólares. Aun así, de acuerdo con el Ministerio de Minas y Energía, la industria colombiana del cobre cuenta con la alternativa de poder multiplicar en más dos veces su producción actual de 40.000 ton. Y convertirse en el tercer mayor socio comercial de cobre en América Latina, después de Chile y Perú hacia el año 2030.

El enfoque en el cambio climático es prioritario y el mayor en la historia del país norteamericano.

Por otra parte, según el U.S. Census Bureau, las importaciones estadounidenses de Níquel y sus manufacturas alcanzaron los $ 4.453,6 millones de dólares en 2022, un crecimiento anual de 65,6% en comparación con las compras por $ 2.689,2 millones reportadas en 2021.

En esta línea, el suministro de ferroníquel resaltó como uno de los principales componentes más demandados y representaron $ 371,9 millones de dólares en 2022, un nivel 14,6% superior a los $ 324,6 millones de 2021.

En términos de suministro, Colombia tiene una posición de 28 en la proveeduría estadounidense de níquel y sus manufacturas, totalizando 180,3 toneladas durante 2022, lo cual contrasta con el dato de 14,9 toneladas notificado al cierre de 2021. Sin embargo, el ferroníquel muestra una ventaja en la producción colombiana, al ocupar el segundo lugar, con 5.745,4 toneladas valoradas en $ 40 millones de dólares en 2022, situándose solo por detrás de Brasil.

En el departamento de Córdoba se encuentra la mina de níquel más grande a cielo abierto en el continente americano, la cual logró una extracción de 41.800 toneladas en 2022, siendo un factor elemental ante la posibilidad de fabricar de baterías a gran escala.

Según Lacouture, “actualmente, la transición energética responde a un asunto de amplia trascendencia en la política económica estadounidense y sugiere una coyuntura favorable para forjar un relacionamiento público-privado que permita aprovechar las oportunidades relacionadas con la extracción y el procesamiento de minerales críticos”.