Irlanda, Luxemburgo, Noruega, Dinamarca, Suiza y Suecia son países de la OCDE que están sobrados en productividad laboral. Por el contrario, en la cola están todos los países de América Latina que hacen parte de ese club de países con buenas prácticas y Colombia se destaca, por ocupar el último lugar.
Los valores utilizados por la OCDE, para hacer la medición, no dejan de llamar la atención. La escala va de 0 a 150 y mientras el promedio es de 61,1 por ciento, los extremos (el mejor y el peor) son notorios. Mientras Irlanda tiene un puntaje de 139,2, es decir, más del doble del promedio de naciones que hacen parte de esa organización, Colombia, que ocupa el último lugar, solo anotó un puntaje de 17,7.
No en vano, el resultado de la productividad en el país, en total, fue negativa (-1 %), como se evidenció en el proceso de negociación del salario mínimo, cuando el Dane destapó las estadísticas que mostraron la productividad laboral raspando, en 0,7 % y la productividad laboral por hora fue de -0,7 %. Mientras tanto, miles y quizás millones de trabajadores se sienten recargados, con jornadas de trabajo extensas, pese a que en esta nación se está implementando la reducción gradual de la jornada laboral. ¿A qué se debe?
Varias explicaciones
Hay diversidad de posturas alrededor de la baja en la productividad laboral en Colombia, país que ocupó el último lugar en el ranking de la OCDE.
Hay razones tecnológicas, pero también hay otras que provienen de cierto arraigo que tiene más que ver con temas culturales. También es claro que existe una incomprensión de lo que es realmente la productividad laboral. Así las cosas, no siempre es más productivo quien más horas permanece en el trabajo. En el caso de Irlanda, por ejemplo, está en el primer lugar del ranking porque cada hora de trabajo realizada aporta más dinero a la economía.
Otro de los puntos relacionados con la productividad laboral que se debe entender es la que plantea el economista colombiano Mauricio Olivera, y es la formación laboral para el trabajo. “Cada ciudad tiene su aparato productivo y sus necesidades de capital humano”, por lo tanto, la generalidad podría no ser tan efectiva cuando se trata de impulsar la productividad laboral.
Un ejemplo sencillo podría ilustrar la idea de que la formación laboral, lo que necesariamente está ligado con la tecnología, podría aumentar la productividad en el trabajo.
Hay que partir de que, mientras un trabajador en Irlanda aporta 131,6 dólares por hora laborada, a la economía, en Colombia, la cifra es de 14,2 dólares por hora-empleado.
Según las explicaciones de la OCDE, esos resultados dependen mucho de variables distintas a las de las capacidades y eficiencias de los trabajadores: capital, bienes intermedios, avances técnicos y tecnológicos, así como de la presencia de economías de escala.
Veamos por ejemplo una labor básica: el trabajo doméstico. Se dice que en Colombia un trabajador requiere cuatro (4) horas para adelantar una tarea que en Estados Unidos le demanda solo una hora al ciudadano.
La persona que trabaja en una casa colombiana, se gana por día un salario mínimo en una jornada durante la cual, lo que realmente invierte en la labor son como máximo dos horas. En el resto del tiempo llama por teléfono, se ve la novela, conversa con el portero del edificio. En Estados Unidos, una persona llega con un aparato moderno a realizar un aseo. Adelanta la labor en una hora y se va a otra casa y así, hasta que completa ocho casas, con lo cual, ganará ocho salarios al día o los que decida. Su aporte en dinero a la economía, se ve multiplicado, lo que, a su vez, sube los niveles de productividad laboral.