A los bancos les critican que no prestan plata cuando se necesita. Por eso dicen que las entidades financieras sacan los paraguas cuando dejó de llover. Esa simplificación pone de presente una realidad: calibrar los criterios de asignación de crédito ya es uno de los desafíos de la banca en tiempos normales. Pero en medio de un naufragio generalizado, el asunto debe ser titánico. Eso enfrenta la banca colombiana ahora mismo: todos le piden a gritos plata, mientras muchos actores económicos ya no son sujetos de crédito. Otros, peor aún, no quieren saber nada de endeudarse. La banca ahora mismo está llena de incertidumbre: ha ofrecido periodos de gracia a una gran cantidad de usuarios, pero no se sabe si van a tener la capacidad para cumplir sus obligaciones. Temen que la pandemia traiga como una de sus “externalidades” una cultura generalizada de no pagar. Según el más reciente informe de la Superintendencia Financiera a julio 31, en la estrategia de flexibilizar las condiciones de crédito hay comprometidos $225 billones en cartera en beneficio de 11,8 millones de deudores. Lea tambien: Apple ahora vale el 10% de toda la economía estadounidense Los bancos tratan de administrar esto, lo que exige un enorme esfuerzo de gestión. Pero muchos les piden empezar a conceder nuevos créditos más pronto.

Uno de los problemas del análisis de riesgo es que las firmas no saben con certeza cuáles serán sus flujos de caja. En este frente también hay una enorme incertidumbre. Como señala el informe de la Superfinanciera, “la dinámica de los desembolsos, aunque positiva, se ha ralentizado frente a meses previos a la pandemia como febrero ($40,1 billones en desembolsos), al alcanzar en mayo $18,8 billones. Del lado de la oferta es natural que algunos establecimientos de crédito hayan modificado sus estrategias de crecimiento internas y sus políticas de apetito al riesgo, mientras que, del lado de la demanda, tanto hogares como empresas se han mostrado más cautelosos a la hora de adquirir nuevas deudas ante la incertidumbre de reactivación sectorial en la coyuntura”. Los banqueros ya no saben muy bien cómo mirar ahora a sus clientes, porque los criterios de análisis de riesgo cambiaron radicalmente. Muchos no están generando ingresos, algunos sectores hasta se descapitalizaron y en consecuencia no cuentan con garantías colaterales. En el análisis titulado Implicaciones en la gestión de riesgos de los bancos, Pedro Preciado, socio líder de servicios financieros de la firma KPMG, asegura que es necesario que la banca tenga una perspectiva de análisis sectorial. En efecto, los impactos han sido más o menos profundos según si la empresa pertenece al turismo, al transporte o al sector petrolero. Le puede interesar: Generación de energía en Colombia se recuperó en julio Como señala el documento,"desde una perspectiva crediticia, los bancos deben identificar estos sectores y comprender cómo pueden apoyar. Esto probablemente incluirá una aceleración de los procesos de revisión y aprobación de crédito para liquidez inmediata y préstamos subsidiados: el deterioro de la calidad crediticia puede dar lugar a un mayor número de casos de incumplimiento, mayores solicitudes de medidas de tolerancia y mayores provisiones, así como una intensificación del monitoreo e informe de deudores”. Pero esa mirada sectorial debe ir acompañada de un cambio en los modelos de calificación de riesgo de los nuevos créditos. “Los bancos necesitan desarrollar una estrategia sobre cómo hacer frente a las recalibraciones de los modelos de calificación, así como considerar el análisis de escenarios a raíz de la covid-19 en las carteras de crédito y la inclusión de escenarios de pandemia”.

Todos están a la espera de la reactivación. Los bancos deben definir nuevos criterios para analizar los riesgos. La necesidad de crear líneas de crédito especiales para emprendimientos que tengan propuestas o ideas sólidas de negocio llevará a la banca a aprender a concentrarse más en la calidad de los proyectos. También va a ser necesario buscar oportunidades en mecanismos alternativos de financiación, como crowdfunding y fondos de capital privado. Además, las autoridades deberán impulsar mecanismos como las garantías mobiliarias que permiten ofrecer otras alternativas. Este mecanismo ya está vigente en Colombia. Pero la Superintendencia Financiera debe ayudar a agilizarlo, porque esta autoridad da su aval a los activos de las empresas admisibles como garantías. Lea también: Corferias abriría sus puertas en noviembre para la Feria del Hogar El sistema financiero pone toda la carne en el asador: por un lado tiene que lidiar con un enorme y creciente riesgo en su cartera vigente. Por el otro, tiene que aprender nuevos criterios para asignar préstamos frescos. De que los banqueros tengan éxito en esa estrategia depende buena parte de la recuperación de la economía colombiana. Un asunto de muy alto interés.