Para Colombia, 2019 fue el mejor año en materia de turismo: el PIB de alojamientos y servicios de comida creció un 4,7 por ciento y sumó 34,1 billones de pesos; llegaron al país más de 4,5 millones de visitantes no residentes –cifra récord– y más de 1,9 millones de personas estaban ocupadas en actividades relacionadas con el sector. Esta es una de las grandes apuestas de la nación, tanto que el mismo presidente Iván Duque lo llamó “el nuevo petróleo”.
Sin embargo, la pandemia dejó al ramo contra las cuerdas: los aviones quedaron en tierra durante meses; los hoteles, esperando a los turistas que estaban en cuarentena, y cerca de 20 subsectores más a la expectativa de la reactivación.
La covid-19 ha provocado una crisis sin precedentes para la industria del turismo. Se prevé que el gasto en el ramo vuelva a los niveles anteriores a la crisis solo en 2023 o 2024. En Colombia, tras la reapertura de los distintos sectores, el turismo viene recuperando terreno.
Según cifras del Fondo Nacional de Turismo (Fontur), luego de la parálisis, la reactivación se ha dado entre un 18 y 20 por ciento en promedio. Algunas regiones tienen mejores indicadores, como advierte Raquel Garavito, presidenta de esta entidad. “En la semana de receso logramos números cercanos al 25 por ciento en el Eje Cafetero, Santa Marta y Cartagena. Eso nos permite pensar que en 2021 tendremos índices de recuperación más altos, y estimamos que la actividad podría recuperarse hasta en el 50 por ciento el próximo año. El retroceso fue muy grande y las restricciones seguirán existiendo. Dependemos no solo del comportamiento interno sino de qué tan abiertas estén las fronteras”, dice la funcionaria.
Un ejemplo de la dinámica se dio hace un par de semanas cuando, en medio de la recuperación, Fontur adelantó unas jornadas de descuentos y compras de paquetes turísticos, ventas de pasajes y alojamientos, entre otros servicios, que le permitieron al sector mover recursos por casi 270.000 millones de pesos en solo dos fines de semana. Estos incluyeron compras nacionales y de turistas internacionales.
Se han adoptado medidas en varios frentes y en distintos momentos. En medio de la pandemia, por un lado, el Gobierno planteó facilidades tributarias y financieras, y buscó mecanismos para producir, durante la parálisis, ingresos y caja a algunos jugadores del sector, como los hoteles. Por ejemplo, que trabajadores del ámbito de la salud que estuvieran en primera línea para enfrentar la covid pudieran alojarse en hoteles habilitados para tal fin, lo que generó una caja para cerca de un centenar de hoteles por 34.500 millones de pesos.
Y, por otro, se acaba de aprobar en el Congreso la Ley de Turismo para darle una mano al sector, con distintos beneficios: exención del IVA para todos los servicios de hotelería y turismo durante el año 2021; tarifa del 0 por ciento en el impuesto al consumo que pagan los bares y restaurantes; se reducirá del 19 al 5 por ciento el IVA de los tiquetes aéreos. También, habrá una disminución del impuesto de renta al 9 por ciento para quienes construyan nuevos hoteles, parques temáticos, de ecoturismo o agroturismo, o para aquellos que renueven estas infraestructuras.
A pesar de los esfuerzos por recuperar el sector, el turismo enfrenta varios retos. Entre ellos, competir contra el miedo de las personas por contagiarse y navegar en las difíciles aguas de una economía que apenas empieza a mostrar una tendencia favorable, pero cuya velocidad no es la que esperan los mercados.
Uno de los proyectos más importantes ha sido el desarrollo de los sellos de bioseguridad. Para que las empresas puedan abrir deben haber implementado los protocolos de bioseguridad. El sello es un nivel superior de excelencia al manejo de estos protocolos, en el que el Gobierno nacional, los gremios y los entes territoriales ponen recursos para que los empresarios puedan adoptarlos. “Trabajarle a la confianza es uno de los temas más importantes, y decirle al consumidor que el país está listo para consumir turismo en toda la cadena. El empresario del turismo tiene claro que si los protocolos no están bien implementados, no tendrán clientela. Ya no es un tema de oferta y demanda, sino de prestación de servicio”, dice Garavito.
Pulso Social, estudio del Dane en medio de la pandemia, ha señalado que apenas un poco más del 11 por ciento de los hogares en 23 ciudades tendrá dinero disponible para salir de vacaciones. Garavito advierte que el turismo va más allá de un gran hotel y de hacer una gran inversión en tiquetes. “Debemos quitarnos de la mente que turismo es solo aglomeraciones. Puede ser turismo deportivo, senderismo u otras actividades. Cuando uno entiende que el turismo es más que eso, la dinamización económica puede ser más grande”, dice.
Por si estos retos fueran poco, con el huracán Iota vino uno adicional: los fenómenos climáticos. El archipiélago de San Andrés en los últimos meses tuvo dos momentos críticos. Primero, la pandemia le dio un golpe muy fuerte: se aisló y los turistas durante gran parte del año no lo visitaron. En noviembre comenzó su reactivación, pero coincidió con Iota, que golpeó el archipiélago dejando en serias dificultades a Providencia. San Andrés está recuperando rápidamente la infraestructura afectada y los hoteles ya operan, al igual que restaurantes y comercio, esperando a los turistas, y en medio de los protocolos de bioseguridad.
“El gran reto es la reconstrucción de Providencia de una manera responsable, pero rápida. ¿Qué nos atañe como Fontur? La reestructuración del sector turismo en Providencia en cinco categorías: posadas nativas y hoteles, restaurantes, agencias de viajes, centros de buceo y transporte de pasajeros, incluidas las lanchas”, señala Garavito.
Para el 15 de enero, se estima que las posadas y establecimientos de comercio que tienen una afectación baja estén en pie y operando. Además, poner en funcionamiento las posadas permitirá dinamizar la economía por medio de arrendamientos. En este momento, si bien no hay turistas en Providencia, cerca de 1.000 funcionarios del Gobierno nacional atienden allí la emergencia y necesitan sitios para hospedarse.
Para Semana Santa se espera que el turismo empiece a tener una nueva dinámica en esta isla.“Lo más importante es un llamado para que la gente visite San Andrés. En la medida en que la economía de San Andrés se active, ayuda a reactivar los ingresos de Providencia”, concluye Garavito.
El sector apenas está sacando la cabeza de la peor crisis de su historia. Reabrir sus negocios y gestionar su recuperación de manera segura y atractiva para los turistas, y económicamente viable, requerirá de una coordinación extraordinaria para que retome el camino y vuelva a ser el nuevo petróleo del país.