Los sistemas integrados de transporte masivo no han dejado de operar en medio de las medidas de aislamiento social impuestas por el Gobierno. Han sido esenciales para movilizar en las capitales al personal de salud y vigilancia, a los trabajadores encargados del abastecimiento de alimentos, bienes básicos y medicamentos, y a quienes garantizan la prestación de servicios públicos. Pero hacer su trabajo les está saliendo caro, pues arrastran problemas financieros que la cuarentena ha agudizado. Primero, porque dejaron de movilizar millones de personas por mes, lo que implica menos taquilla. Y, segundo, porque por lo menos hasta finales de año solo podrán utilizar el 35 por ciento de la capacidad de cada bus, lo que les exige operar más flota.
Transmilenio, Bogotá Esto ocurre mientras los costos de operación se mantienen o suben por los protocolos de bioseguridad, y se desploman los ingresos en pasajes, lo que genera una nueva guerra del centavo.
El dramático impacto de la covid-19 en esas finanzas ya encendió las alarmas de las empresas de transporte, en general, y de los sistemas integrados, en particular. Al perder el carácter masivo, que les garantizaba cierta sostenibilidad, el recaudo cae, pues a partir del 20 de marzo la ocupación estuvo entre 10 y 15 por ciento en promedio y solo a partir de abril comenzó a repuntar. Pero el lunes 11 de mayo el promedio de ocupación seguía bajo. En Bogotá, TransMilenio reportaba 23,2 por ciento de ocupación; Transcaribe de Cartagena, apenas 6,1 por ciento; Transmetro de Barranquilla, 18,3; Metrolínea de Bucaramanga, 24,5; el sistema integrado del Valle de Aburrá en Medellín, 24; el MIO de Cali, 26; y Megabús de Pereira, 22,5. Al bajón del recaudo se suman los menores ingresos de los próximos meses. Se estima que los sistemas de transporte masivo perderán 1,8 billones de pesos de ahora a finales de 2020.
Fuente: Ministerio de Transporte Esto llevó a que varios gerentes de los sistemas acudieran al Gobierno nacional, desde finales de marzo, en busca de un salvavidas para contener el desangre financiero. En cartas y llamadas, los gerentes de los siete sistemas han planteado opciones para salir del bache. Ya han realizado mesas de trabajo con funcionarios de los ministerios de Transporte y de Hacienda, y del Departamento Nacional de Planeación. En este momento, el Gobierno está a punto de expedir un decreto que contempla desde facilitar el uso de algunos fondos creados para garantizar la sostenibilidad de los sistemas hasta permitirles aumentar los cupos de endeudamiento y extenderles avales para créditos con la banca multilateral, en condiciones especiales de tasa y plazos. La norma busca eliminar la prohibición legal de usar los recursos de cofinanciación de la Nación, que normalmente sirven para obras de infraestructura y expansión. En este caso, les permitirían a las empresas sacar una parte para financiar su operación. También que el Gobierno avale hasta el 90 por ciento de los créditos que la banca nacional o multilateral les otorgue a estos sistemas y autorice ampliar la capacidad de endeudamiento. Los gerentes de estas compañías insisten en que se trata de un servicio esencial que requiere ayuda del Gobierno, como un giro directo para no dejar varar los sistemas. El Ejecutivo estudia el tema, porque con nuevas prioridades y pocos recursos debe atender muchos frentes. Viejos males La pandemia ha evidenciado los problemas de sostenibilidad de los sistemas de transporte. Pero algunos no son nuevos. La ministra de Transporte, Ángela Orozco, recuerda que desde su diseño presentan dificultades porque los planearon pensando que se sostendrían solo con la tarifa. De hecho, en el mundo las ciudades subsidian su transporte público de pasajeros.
Ángela Orozco. Ministra de Transporte Tras revisar la fórmula, en 2016 el Gobierno creó fondos de estabilización de tarifas para financiar la diferencia. Las cuentas de Óscar Ortiz, gerente del MIO de Cali, indican que transportar un pasajero le cuesta a su empresa 14.000 pesos en promedio, y el usuario paga 2.200 por el pasaje. Al reducirse el número de usuarios, la situación podría complicarse, pues de los 454.000 que movieron en febrero pasarán a menos de 180.000 en los próximos meses por cumplir las normas de aislamiento. Esto implicaría una pérdida de ingresos en lo que resta del año de unos 400.000 millones de pesos.
Mio, Cali En Bucaramanga, también el movimiento de pasajeros se ha desplomado. En un día hábil de febrero transportaban 108.000 pasajeros y a finales de marzo llegaron a solo 13.000, dice Emilcen Jaimes, gerente de Metrolínea. Aún no terminan de calcular el faltante del sistema de aquí a diciembre. Pero tienen claro que a estas pérdidas se suma una deuda antigua que tiene el sistema por unos 45.000 millones de pesos. En Medellín, el gerente de Metro, Tomás Elejalde Escobar, envió una carta al Gobierno a finales de marzo para informar que la reducción de usuarios alcanzaba el 87 por ciento, lo que implicó una caída de 1.200 millones diarios de ingresos. Esta empresa calcula que de hoy a diciembre dejarán de recaudar unos 250.000 millones de pesos por menos flujo de pasajeros. En Barranquilla, los niveles de ocupación también cayeron, lo que provocó en abril pérdidas de ingresos de 1.800 millones de pesos semanales. Fernando Isaza, gerente de Transmetro, calcula que hasta junio el sistema necesitará unos 15.000 millones y de ahí en adelante otros 43.000 millones de pesos hasta diciembre.
En Cartagena, a la caída en la actividad se suman las deudas del Distrito con el sistema, que llegan a 63.000 millones de pesos de dos vigencias anteriores. La reducción operacional es dramática: de 140.000 pasajeros diarios antes de la pandemia bajaron a 4.000 en abril. Humberto Ripoll, gerente de Transcaribe, dice que en mayo ha repuntado la cifra, pero las pérdidas hasta ahora llegan a 20.000 millones. De junio a diciembre calculan pérdidas por otros 59.000 millones. A Transcaribe le cuesta 9.000 pesos mover un pasajero, frente a la tarifa de 2.600 pesos.
Transcaribe, Cartagena Otros sectores productivos ven la reapertura de la economía como la oportunidad para recuperar su actividad productiva. Pero para estos sistemas integrados de transporte todavía no se divisa un pronto alivio financiero. Los costos de operación han subido o se mantienen, y con apenas un tercio de sus pasajeros el hueco en los ingresos solo puede crecer.