El covid-19, el virus que comenzó en China, cobró más de 3.400 vidas y contagió a más de 100.000 personas en 90 países, llegó en el peor momento para la economía mundial. Aterrizó después de ocho años de expansión, cuando el mundo tiene el menor ritmo de crecimiento, una guerra comercial viva, un dólar en niveles históricos y los bancos centrales con poco margen de maniobra porque sus tasas de interés están en niveles muy bajos. Con la llegada del coronavirus, la economía queda en una situación más frágil. A medida que cunde el pánico en los mercados, la situación se complica. Por eso, de no retomar la calma y encender de nuevo las locomotoras económicas, el mundo podría entrar en una nueva recesión. Para hacerle frente al sombrío panorama, esta semana bancos centrales, multilaterales y Gobiernos anunciaron medidas de choque para controlar la epidemia de pánico y hacer reaccionar la economía. El impacto inicial fue positivo tras la sorpresiva reducción de tasas de la Reserva Federal (FED, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos, el recorte en las tasas de interés y los anuncios del Banco Mundial, el FMI, la CAF y del Gobierno norteamericano de crear fondos para combatir la epidemia. Pero pasadas unas horas las bolsas volvieron a desplomarse ante la idea de que, si las instituciones habían reaccionado con tanta fuerza, algo malo debían saber. Además, empiezan a aparecer cifras del deterioro de las cadenas de valor, el comercio global y el turismo por las drásticas medidas para evitar el contagio. Incluso podrían profundizar la desaceleración. ¿Qué esperar ahora?
El pánico que atormenta al mundo capitalista acumula varias semanas y tiene un desenlace incierto. En las bolsas de valores los inversionistas han vendido sus acciones para comprar activos más seguros, en medio de la paranoia desatada por las noticias sobre la evolución del virus y el creciente contagio. Esto disparó los precios del oro y del dólar, pero hundió los de las acciones y materias primas.
David Malpass, presidente del Grupo Banco Mundial En el mercado petrolero, los productores observan aterrados la caída de los precios del crudo, que ya supera el 20 por ciento en el año. El viernes, la variedad Brent –de referencia para Colombia– estuvo por debajo de los 50 dólares el barril, el dato más pobre desde 2017. Mientras tanto, la Opep anunció un recorte de 1,5 millones de barriles para subir el precio. Empresas de tecnología, comercio, servicios, vehículos, alimentos, turismo, cruceros, eventos, transporte y aviación sortean las millonarias pérdidas que deja la epidemia. Todas esperan que el impacto solo se limite al primer trimestre, porque, de extenderse, la economía estaría en aprietos. Las compañías tienen dificultad para conseguir materias primas y productos terminados, pues tras la emergencia en China muchos bienes escasean por la parálisis de las plantas de ese país. En servicios, la ausencia de consumidores o las cancelaciones de reservas las tienen al borde de un ataque de nervios. La reacción ha sido peor de lo que el mundo esperaba, y hoy los principales temores se concentran en el futuro de muchos negocios. Medidas de choque El rápido avance del coronavirus por fuera de China ha obligado al mundo a tomar medidas urgentes para frenar el creciente deterioro de la economía. Esta semana, la FED, el banco central más importante del planeta, en una reunión extraordinaria resolvió sorpresivamente recortar su tasa de interés de referencia en 50 puntos básicos, llevándola al rango de 1 a 1,5 por ciento. Buscaba generar confianza y reactivar la economía.
El movimiento hace parte de un esfuerzo coordinado en el que se comprometieron unas horas antes, en una teleconferencia de emergencia, los bancos centrales de Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y Reino Unido, integrantes del G7. Allí también participaron los ministros de finanzas con el fin de “reafirmar su compromiso de utilizar todas las herramientas políticas adecuadas para proteger el crecimiento global”, dijeron. Se trata del mayor recorte de este tipo lanzado por la FED desde la crisis financiera de 2008 y sorprendió por su magnitud. Los analistas aguardaban este anuncio para la reunión programada del 18 de marzo, y el mercado esperaba que, a lo sumo, alcanzara 38 puntos básicos. Nadie previó una reacción tan rápida ni tan alta.
Jerome H. Powell, presidente de la FED En el pasado, la FED ha tomado decisiones no programadas de política monetaria, por lo general, luego de golpes relevantes como el ataque a las Torres Gemelas en Nueva York o la crisis financiera internacional. Precisamente, lo hizo por última vez entre 2007 y 2008 en plena crisis y en tres ocasiones, coincidiendo solo en una oportunidad con los bancos centrales del mundo, que habían actuado en forma coordinada. A la movida de la FED siguió la de los bancos centrales de Australia y Canadá. Y tanto el Banco Central Europeo (BCE) –que canceló visitas y conferencias en su sede– como el banco central de Japón podrían anunciar recortes de tasas o préstamos a empresas para enfrentar el virus. Otros bancos centrales de economías emergentes, como Indonesia, Filipinas, Rusia, Brasil y México, también han hecho recortes por cuenta del coronavirus. Cabe recordar que en febrero China rebajó su tasa de interés para reducir los costos de financiamiento de las empresas y respaldar la economía.
Tras estos anuncios, los mercados internacionales se recuperaron ante la disposición de las autoridades para “hacer lo necesario”. Pero a medida que procesaron esta información, y luego de que la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (Ocde) y el FMI rebajaron los pronósticos de crecimiento global y el impacto que tendrá sobre los distintos sectores el coronavirus, los mercados interpretaron estas reducciones como indicios de que el escenario para la economía podría ser mucho más desfavorable de lo esperado. “¿Saben algo que nosotros no?”, se preguntaban. Eso revivió la aversión al riesgo.
Kristalina Georgieva, directora del FMI. El FMI advirtió que este año el mundo crecerá menos que el 2,9 por ciento de 2019 por cuenta del coronavirus, mientras que en enero aún anticipaba una expansión del 3,3 por ciento. Su directora, Kristalina Georgieva, no quiso adelantar una cifra de caída de la economía, aunque reconoció que esta requiere una “respuesta global”. Por su parte, la Ocde le apuntó a una pérdida del PIB global de 0,5 puntos porcentuales para este año, con una estimación puntual de 2,4 por ciento. Ante estas revisiones a la baja del crecimiento global, también las multilaterales salieron al rescate. El FMI anunció 10.000 millones de dólares para préstamos a interés cero, destinados especialmente a los países más frágiles. El Banco Mundial anunció un plan de urgencia por 12.000 millones de dólares a fin de fortalecer los sistemas de salud de los países más pobres, con mayor riesgo y escasa capacidad, dijo David Malpass, presidente del Grupo Banco Mundial. Por su parte, la CAF puso a disposición de sus países accionistas una línea de crédito por 300 millones de dólares para apoyar la gestión de riesgo y cualquier contingencia por cuenta del coronavirus, según su presidente ejecutivo, Luis Carranza Ugarte. Pero menores tasas de interés y mayor flujo de crédito no son la mejor respuesta ante el coronavirus porque el problema no es de oferta o demanda, sino del miedo progresivo a su repercusión sobre el crecimiento global. Impacto profundo Además del costo en vidas humanas, los daños que ha causado el covid-19 a la economía global empiezan a hacer mella. Y Colombia no escaparía a esta ola. En el país, el efecto se sentirá por tres vías, dice Felipe Campos, director de Investigaciones Económicas de Alianza. En forma directa se reflejará en los menores ingresos a causa de la caída en los precios del petróleo y una eventual reducción del comercio con China. Hacia esa nación va el 10 por ciento de las exportaciones colombianas y de allí viene el 20 por ciento de lo que importa. Si el petróleo se mantiene por debajo de 45 dólares, se deteriora el blindaje que traían las finanzas públicas.
También habrá un choque indirecto por la desaceleración de los socios comerciales, pues, por el coronavirus, la economía de Estados Unidos crecería al 1 y no al 2 por ciento. Pronósticos a la baja también se prevén para Chile, Perú y Brasil, otros socios comerciales clave de Colombia. Y quizás uno de los golpes más fuertes para el país tiene que ver con el comportamiento del dólar. La semana pasada, la divisa llegó a niveles históricos que se repitieron esta semana. Dependiendo de qué tanto dure, puede presionar la inflación y afectar el consumo, el gran impulsor del crecimiento nacional. “Si el dólar sube por encima de 3.500 pesos y se sostiene en ese precio, habrá un nuevo choque inflacionario y el consumidor podría afectarse el próximo año”, explica Campos. Un impacto en la inflación y en el consumo también llevaría a que el país crezca menos. Esta presión inflacionaria le impediría incluso al Banco de la República usar una de sus principales herramientas para enfrentar la situación: las tasas de interés. Mientras la inflación esté arriba, el Emisor se abstendrá de bajarlas. Sin embargo, podría intervenir el mercado cambiario al vender dólares, aunque por ahora no parece factible.
Las bolsas de valores del mundo bajaron de nuevo esta semana y el dólar en Colombia se disparó a niveles históricos. La preocupación por el efecto económico del coronavirus y una eventual recesión mundial es creciente. Globalmente, el impacto se nota en varios sectores. La Asociación Internacional de Transporte Aéreo (Iata) calculó entre 63.000 y 113.000 millones de dólares los menores ingresos de las aerolíneas por vuelos cancelados y rutas suspendidas. Esta semana, la británica Flybe se convirtió en la primera en irse a la quiebra por el coronavirus, mientras la israelí El Al recortará 1.000 de los 6.000 empleos que genera. Lufthansa reducirá operaciones hasta abril, equivalentes a parar 150 de los 770 aviones que opera. Andrés Uribe, presidente de Iata Colombia, advierte sobre la necesidad de negociar un gran acuerdo. Porque si las aerolíneas se ven obligadas a devolver los dineros de los pasajeros que ya no quieren viajar, muchas entrarían en quiebra. También preocupan los eventos suspendidos y la cancelación de reservas hoteleras. En el mundo están congeladas competencias ciclísticas, ligas de fútbol, conciertos y hasta convenciones de Google y Facebook. Incluso, las reuniones de primavera del FMI y del BM tendrán lugar por teleconferencia. En Colombia, varias multinacionales han prohibido a sus altos ejecutivos viajar a reuniones de más de 20 personas. Si esto continúa, le asestaría un duro golpe a la economía.
Aunque el coronavirus no ha llegado al país, el presidente de Cotelco, Gustavo Toro, dice que el sector está en alerta. La próxima semana habrá reuniones con los ministerios de Salud y Comercio para coordinar acciones que garanticen la salud de las personas y mitiguen el impacto económico. Gobiernos, multilaterales y bancos centrales insisten en llamar a la calma para evitar que el coronavirus le pase una costosa factura a la economía y a la salud de las personas. Pero el miedo cunde y, por ahora, las medidas de choque no han frenado el nerviosismo. Quizás todavía se requieran acciones más contundentes de política económica, pero sobre todo victorias contra el virus para que el capital pierda el miedo y vuelva a confiar.