Esto se produce luego de que la pandemia acelerase el deterioro de industrias y agravase la turbulencia del mercado laboral de todo el mundo, lo que implica que se gastará menos en los negocios y restaurantes que sobrevivan, así como en viajes, con el consiguiente impacto en las economías de países tanto ricos como pobres. “Mi jefe teme que, dado que vivimos en Kibera (un barrio pobre de Nairobi), podemos contagiarlos de la covid-19. Por eso no quiere que volvamos”, dijo Margaret Awino, una empleada de limpieza. “No sé qué haré para sobrevivir”. El virus ha sacado a la luz las desigualdades socioeconómicas incluso en países desarrollados como Estados Unidos y algunos expertos consideran que llegó la hora de replantear muchas cosas, incluidos el trabajo, los sueldos y las coberturas médicas, sobre todo a medida que aumenta la automatización y desaparecen muchos oficios tradicionales. La asistente de chef tailandesa Cuando Wannapa Kotabin consiguió trabajo como ayudante de chef en la cocina de uno de los mejores restaurantes italianos de Bangkok, pensó que su futuro estaba asegurado. Cinco años después, hace cola en una oficina que atiende a personas que se quedaron sin empleo. El gobierno ordenó el cierre de todos los restaurantes en marzo para combatir el coronavirus y Wannapa, de 38 años, ha estado gastando sus ahorros en comida y vivienda. Lea también: Jorge Rausch: "Reabrir al 30% de ocupación será perder más dinero" Cuando se autorizó la reapertura de los restaurantes en mayo, los dueños del restaurante donde trabajaba Wannapa les dijeron a sus empleados que el cierre era permanente. “Jamás pensé que podía pasar esto”, comentó. “Es como si me hubiesen destrozado el corazón dos veces”. En todo el mundo, las medidas de seguridad que se están tomando para combatir el virus implican que restaurantes y otros negocios no pueden recibir tanta gente como antes. Esto hace que tampoco puedan contratar la misma cantidad de personal, si es que pueden reabrir. Los restaurantes de Bangkok están despidiendo gente, no contratando, dice Wannapa. “Tendré que seguir luchando para sobrevivir”, señaló. “Cualquier trabajo que surja, estoy dispuesta a hacerlo”. Wannapa puede cobrar un seguro de desempleo por cierto tiempo y teme que, si no encuentra trabajo, tenga que volver a la plantación de caucho de su familia y empezar de nuevo. El programador israelí Cuando surgió el brote de coronavirus, al programador de software israelí Itamar Lev le dijeron que trabajase desde su casa. Luego la empresa de publicidad por internet para la que trabajaba le rebajó el sueldo un 20%. Y cuando se empezaron a levantar las restricciones, fue despedido. Lev, de 44 años, es uno de los cientos de miles de israelíes que se quedaron sin trabajo por la pandemia, más del 25% de la fuerza laboral. “Pasó todo muy rápido. No estaba preparado para esto”, dice Lev. La empresa de Lev perdió muchos contratos y tuvo que reducir el personal. Lev dice que lo trataron con mucho respeto y que se siente una víctima de los tiempos que vivimos. Le recomendamos leer: Microsoft reemplaza a más de 50 periodistas por robots Se prepara para entrevistas y confía en que conseguirá algo pronto. En un país acostumbrado a los grandes vaivenes por las guerras, dice que los israelíes tal vez sepan sobrellevar mejor que otros la agitación de estos tiempos. De todos modos, afirma que esta vez se siente diferente. Su esposa, una instructora de danza que trabaja por su cuenta, también se quedó sin ingresos y la pareja vive de sus ahorros en estos momentos. “La vuelta a la normalidad va a tomar más tiempo”, dijo Lev, quien tiene una hija de cinco años. “Es un período duro. Vamos a tener que respirar hondo y sobrellevarlo como podamos”. La empleada de limpieza keniana Uno de los sectores tal vez más golpeados por el virus en el terreno laboral es el de empleadas domésticas como Awino, quien perdió su trabajo con una de las obras caritativas de la Madre Teresa de Nairobi, donde llevaba 15 años trabajando. Vive en una modesta casita con sus cuatro hijas, incluida una que tiene epilepsia y requiere un costoso tratamiento médico. Usan un baño público. No tiene noticias de su marido desde hace nueve años. Al quedarse sin su sueldo de US$150 al mes, compra pollo y lo fríe en la calle para venderlo. Le puede interesar: "Hay que pagarles a los empleados domésticos así no vayan" “Desde que me despidieron por la covid-19, pongo todas mis energías en mi negocio”, señaló. Algunos días gana más de lo que percibía con la limpieza, pero es un trabajo duro e imprevisible. La municipalidad reprime a los trabajadores informales, a menudo deteniéndolos y confiscándoles sus cosas. Awino dice que no tiene otras opciones y que debe correr el riesgo. No está sola: Cientos de miles de kenianos como ella perdieron sus trabajos por la pandemia. Cielos nublados A nivel mundial, el sector más vulnerable podría ser el de la aviación. La aerolínea alemana Lufthansa pierde un millón de euros por hora y su director ejecutivo calcula que cuando se supere la pandemia, habrá que sacrificar unas 10.000 plazas de trabajo. El presidente de la aerolínea de los Emiratos Árabes Unidos Tim Clark calcula que a la empresa le podría tomar cuatro años volver a cubrir todas las rutas que tenía. El impacto en el turismo es enorme. El chef egipcio Ramadan el-Sayed es uno de miles de trabajadores licenciados en marzo por un hotel de Dubai y regresó a Sohag, unos 500 kilómetros (310 millas) al sur de El Cairo. No cobra desde abril. Países como los Emiratos Árabes Unidos emplean millones de extranjeros, sobre todo de la India, Pakistán, Nepal y las Filipinas, naciones que dependen mucho de las remesas que envían. “Aquí no hay trabajo”, dijo el-Sayed. “Hasta el turismo opera al 25% de su capacidad. ¿Quién va a emplear a alguien aquí?”. El-Sayed no está trabajando y vive de la ayuda de su padre y un hermano. Espera que el hotel Marriott donde trabajaba en Dubai lo vuelva a llamar cuando reabra. “Estamos a la espera, Dios mediante”, expresó. Un largo camino por delante ¿Por qué desaparecen los empleos si las economías se reactivan? Numerosas empresas que enfrentaban situaciones difíciles antes de la recesión ya no pueden postergar decisiones duras. Y por más de que se reanude la actividad y reabran los negocios, mucha gente se muestra cautelosas con sus gastos por temor al virus y por la incertidumbre en torno al futuro. “Algunas firmas que tenían una situación saludable antes de la paralización de actividades irán a la quiebra”, dijo Capital Economics en un boletín. “Otras empresas demorarán o suspenderán nuevas inversiones”. Se calcula que un tercio de las personas que se quedaron sin trabajo en Estados Unidos no conseguirán empleo en los próximos seis meses. Y algunos trabajadores europeos que tienen generosos beneficios de desempleo podrían ser despedidos cuando dejen de cobrar esos subsidios. Compañías como Renault y Airbus enfrentan un futuro incierto. AP