Esta semana el gobierno dio a conocer por fin las reglas para devolverles a los colombianos más vulnerables el impuesto al valor agregado, IVA, y dio detalles sobre cómo funcionarán los tres días sin IVA. Estas medidas ‘sociales’ nacieron en la última reforma tributaria, junto a otras como la reducción de aportes de salud para los pensionados de menores ingresos, para contener la protesta social que se tomó al país a finales del año pasado.Algunos expertos calculan que esas decisiones costarán entre 1,6 y 2 billones de pesos este año, aunque su mayor impacto fiscal llegará en 2021 y en 2022, cuando también coincidirá con la reducción de los impuestos corporativos ordenados en la misma reforma.Esto plantea las preguntas de cómo va el país a financiar estos gastos permanentes y de dónde saldrá la plata para atender las crecientes demandas sociales.
Ciertamente el Gobierno ha venido cumpliendo las metas fiscales, pero preocupa la alta incertidumbre de los próximos años y así lo han anotado analistas y calificadoras de riesgo. Eso sí, hay que reconocer que el ministro de Hacienda, Alberto Carrasquilla, logró las metas el año pasado. Pero lo hizo gracias a ingresos extraordinarios como el dividendo de Ecopetrol y las utilidades del Banco de la República. Frente a la gran apuesta del ministro surge la duda de si la reducción de los impuestos corporativos se verá compensada por el mayor crecimiento y la menor evasión a cargo de una Dian modernizada.En este último aspecto los datos impresionan. José Andrés Romero, director de la Dian, asegura que el año pasado llegaron más de 20 billones de pesos por cobro de cartera y fiscalización, muy por encima de la meta de 13 billones. Además, el recaudo creció 9,3 por ciento y totalizó casi 158 billones. Incluso entre el primero de enero y hasta el 18 de febrero crecía al 15 por ciento.El 64 por ciento de las transacciones del país hoy ya generan factura electrónica. Esto significa más de 3 millones diarias totalmente sistematizadas. Más de 150.000 empresas ya facturan de este modo y la idea es llegar a 500.000.
En el régimen simple –para pequeños comerciantes y tenderos– ya hay 10.797 inscritos y han generado un recaudo alrededor de 133.000 millones de pesos. De ellos, la mitad eran informales que nunca habían pagado impuestos.Este nuevo régimen busca facilitar el cumplimiento de las obligaciones tributarias, al darles a quienes facturen menos de 2.800 millones de pesos la posibilidad de optar por este esquema que integra hasta seis tributos (renta, ganancia ocasional, Industria y Comercio, Impuesto Nacional al Consumo, sobretasa bomberil y avisos y tableros) en una sola declaración anual.“Hay que mostrar que formalizarse paga”, asegura Romero, quien calcula que en este segmento de empresas hay alrededor de un millón de informales.Romero reforzó este mensaje durante el lanzamiento del cambio de imagen de la Dian, hace una semana. Este busca difundir los avances de la entidad hacia una administración mucho más cercana, técnica, eficiente y gerenciable, con el objetivo de generar confianza entre los colombianos.
Y vienen más cosas, dice el directivo. Durante el mes de abril abrirán el concurso para más de 1.750 vacantes, una convocatoria que no se hacía desde 2008 y que le permitirá a la Dian contar con el mejor talento.Además, el proceso de modernización de la entidad comienza a tomar forma y todo indica que quedará adjudicado a mediados del año. Ya hay un documento Conpes, el BID ya aprobó en principio el crédito por 250 millones de dólares y avanza el estudio de mercado con posibles proveedores para publicar los prepliegos en abril. Además, ya está listo el Fondo Dian que administrará esos recursos. Sin duda esa inversión se paga sola pues en los países que han hecho este tipo de procesos el recaudo aumentó de 3 a 5 puntos del PIB.Los mayores resultados de la modernización tributaria llegarán a largo plazo. Mientras tanto, habrá que contener el gasto público. Esto significa recortar otro tipo de programas, vender activos o incluso hacer una nueva reforma tributaria.¿Es inevitable una tributaria?El ministro de Hacienda ha descartado esta posibilidad al afirmar que este Gobierno no va a presentar de ninguna manera más reformas tributarias. No obstante, reconoció recientemente que ante las crecientes demandas sociales el país tiene que ponerse de acuerdo para decidir de dónde saldrá la plata para satisfacerlas.
“Colombia tiene una estructura tributaria de un país pobre, cuando en realidad es un país de ingreso medio que está en expansión”, dijo Carrasquilla recientemente. Y explica que la tributación en Colombia se estancó en la última década alrededor del 14 por ciento, es decir 5 puntos porcentuales del PIB, por debajo del promedio de países de la Ocde e incluso de América Latina, donde el recaudo tributario alcanza 34,3 y 22,8 puntos del PIB, respectivamente“Hay que adecuar nuestra estructura tributaria a una nueva realidad, a una población que quiere más bienes públicos. Yo tengo un doctorado en que el Congreso me rechace propuestas y no haré el posdoctorado. Serán las siguientes generaciones las que contesten de dónde saldrá la plata”, agregó.Pero la tributación en Colombia tiene el gran problema de que está concentrada en unos pocos y por eso la solución es poner a tributar a mucha más gente.Según cifras de la Dian, unas dos terceras partes de los impuestos vienen de un poco menos de 3.500 contribuyentes, esencialmente grandes compañías. Lo opuesto sucede en los países desarrollados de la Ocde, donde la tributación recae sobre las personas más afortunadas.Sin embargo, la estructura empresarial del país dificulta la posibilidad de ampliar la base de contribuyentes. Según cifras de Confecámaras, al cierre de 2019 en el país había alrededor de 1,6 millones de empresas, pero 1,52 millones eran microempresas (prácticamente personas naturales). Solo hay 7.221 sociedades grandes, 23.709 medianas y 91.470 pequeñas. Además, el grueso de la población gana menos de dos salarios mínimos. Por eso la solución no sería poner a tributar a todo el mundo, sino a los que toca.
En todo caso, el país debe seguir trabajando en reducir la elevada informalidad de la economía, que según varias mediciones está entre el 43 y el 65 por ciento. En la actualidad hay cerca de 4,4 millones de contribuyentes, 3,4 millones de personas naturales y alrededor de un millón de empresas. Hay que procurar que cada quien aporte en la medida de sus posibilidades.Sin duda del éxito de la Dian y su lucha contra la evasión, así como la factura electrónica masificada y el régimen simple, dependerá que no haya una reforma tributaria de corte fiscalista en poco tiempo.Eso sí, habrá que discutir a fondo el bajo impacto de la política pública sobre la distribución del ingreso, la baja progresividad de los impuestos y la inadecuada focalización del gasto. Esto hace que los colombianos perciban que el Estado no cumple su labor redistributiva. De ahí la necesidad de discutir las reformas estructurales, desde la pensional hasta una nueva reforma tributaria estructural. Para muchos la devolución del IVA a la gente más vulnerable será el primer paso para hablar de la generalización de este impuesto.También es urgente ponerles la lupa a las exenciones. La suma de descuentos tributarios se estima en 74 billones de pesos, de los cuales 54 billones son por el IVA; 6,6 billones de beneficios a las personas, 8,5 a las personas y otra parte importante corresponde a los descuentos al 4 por mil.Es claro que la transformación de la Dian y un mejor recaudo tributario hacen posible subir los ingresos. Pero hay que resolver los problemas de redistribución y ponerles coto a las excesivas exenciones. Porque de lo contrario nunca alcanzará la plata para tanto gasto.