El próximo 31 de julio, la Junta Directiva del Banco de la República tomará decisiones sobre el futuro de las tasas de interés en el país. En su más reciente reunión, determinó mantenerlas inalteradas y la medida que defina la semana entrante será clave para establecer cuáles son las expectativas del Emisor frente a la inflación, que, si bien viene cediendo y se ubica en 12,13 por ciento, aún está lejos del rango meta de entre 2 y 4 por ciento.
A pesar de ello, los resultados de junio fueron un nuevo alivio para los bolsillos de los colombianos. Por tercer mes consecutivo, los precios continuaron la senda descendente que iniciaron después de marzo, cuando llegaron al pico que superó el 13 por ciento anual.
Sin embargo, distintas fuerzas empiezan a presionar la inflación. A favor, en su reducción, juega la caída en el precio del dólar. La tendencia de las últimas semanas ha resultado ser un verdadero alivio para la economía después de las tensiones que provocó cuando superó la frontera de los 5.000 pesos. La disminución en el precio de los alimentos, que han perdido 10 puntos porcentuales este año, es otro respiro, y el mismo índice de precios al productor, que el año pasado alcanzó a bordear el 30 por ciento, ahora ha marcado en terreno negativo.
En contra también hay factores fuertes. Por una parte, el efecto del aumento en el precio de la gasolina que comenzó el Gobierno en octubre del año pasado y que tiene pendiente aún el incremento del diésel; los precios de las tarifas de servicios públicos, especialmente de energía al alza; y el incremento en los arriendos. Y, por otra parte, la expectativa por el impacto de la llegada del fenómeno de El Niño en dos áreas clave en los precios: los alimentos, por las posibles afectaciones en las cosechas a causa de las sequías, y las tarifas de energía, por el crecimiento en los costos al generar con las térmicas.
Las expectativas del mercado, en general, ubican la inflación en promedio para este año en cerca del 8 por ciento y para 2024, en 4 por ciento. Sin embargo, en muchos casos los cálculos no incluyen todos estos factores y otros puntuales, como el incremento en los precios de los alimentos ultraprocesados y las bebidas azucaradas por cuenta de la entrada en vigencia de la reforma tributaria del año pasado; el anuncio del Gobierno en el aumento en el precio de los peajes que no hizo a principio de año, el incremento del diésel, y los coyunturales, como la avalancha que bloqueó la vía al Llano y dejó más de 25 personas muertas.
Fuego cruzado
Sin duda alguna, la buena noticia económica de los últimos días ha sido la reducción en el precio del dólar. Sin embargo, como advierte Camilo Pérez, director de Investigaciones Económicas del Banco de Bogotá, es necesario que la tasa de cambio se mantenga entre 6 y 12 meses en los niveles actuales para que impacte a la inflación y se traduzca en menores precios.
“El nivel actual del dólar no se ha visto reflejado en el nivel de precios. Y ese fenómeno no sucede sino hasta que haya una renovación de inventarios, porque todos los que hay hoy fueron comprados con unos precios del dólar mucho más elevados”, dice Juan David Ballén, director de análisis de Casa de Bolsa.
Por su parte, Andrés Langebaek, director de Estudios Económicos del Grupo Bolívar, considera que a partir de abril se ha producido una caída fuerte en la demanda y en los pedidos, aumentando los inventarios de las materias primas y los productos terminados que está impulsando a los empresarios a grandes liquidaciones y ofertas. “Dentro del proceso de desinflación de bienes está sumándose la caída en la demanda, los altos inventarios y los menores costos en las materias primas”, agrega.
Según Daniel Velandia, director de Investigaciones Económicas de Credicorp Capital, la caída del dólar, teóricamente, podría implicar una inflación menor entre 9 y 12 meses en más de un punto porcentual frente a un escenario en el que el dólar se mantiene en niveles altos. “Ese pass through –explica Velandia– se verá con mayor fuerza a finales de este año y, sobre todo, en la primera parte de 2024”.
El otro fenómeno en materia de inflación ocurre en los arriendos. Según un análisis del Banco Popular, la inflación de arrendamientos y servicios públicos presentó su primera disminución en la lectura anual luego de siete meses con tendencia alcista al pasar de 8,13 por ciento al 8,06 entre mayo y junio. A pesar de la disminución en la lectura anual, en la mensual los arriendos siguen siendo el componente que más aporta a la inflación.
Estos se encuentran indexados a la inflación del año anterior, de un poco más de 13 por ciento, pero la realidad es distinta, pues ese nivel no se ha dado en su totalidad por efectos del menor crecimiento económico y las altas tasas de interés. “Arrancando el año, hubo una indexación elevada de hasta el 80 por ciento, pero en mayo y junio se ubicó entre el 50 y 60 por ciento. Esto puede estar relacionado con una menor demanda por arriendos, con lo cual los dueños tienen que ajustar sus precios a la baja y no pueden incorporar plenamente el aumento del 13 por ciento”, dice Pérez, del Banco de Bogotá.
Para Velandia, de Credicorp Capital, aunque no se está llegando a niveles del 13 por ciento, el año pasado estuvo en el 3 por ciento y para este se ubica alrededor del 6 por ciento. “Lo cierto es que los arriendos están subiendo al doble de lo que se veía hace un año”, agrega.
El otro factor que causa gran expectativa es el fenómeno de El Niño. Aún se desconoce su duración e intensidad, pero la mayoría de analistas coinciden en que su punto más alto estaría al final de este año. Y otros les han puesto números a sus estimativos.
Un análisis de Corficolombiana plantea que el efecto acumulado sobre la inflación total podría llegar a 1,23 puntos porcentuales, mientras que para Credicorp Capital sería de entre 1 y 1,5 puntos porcentuales. A su vez, para Fedesarrollo, el impacto de este evento climático podría ubicarse entre 1 y 2 puntos porcentuales de inflación adicional.
Finalmente, el precio de la gasolina se ha convertido en uno de los principales combustibles de la inflación. De un poco más de 9.000 pesos por galón en octubre del año pasado, el valor alcanzó en julio de este año cerca de 13.000 pesos.
Ricardo Bonilla, ministro de Hacienda, había anunciado que el precio del galón de gasolina llegaría hasta los 16.000 pesos. No obstante, con la caída en los precios internacionales y la pérdida de valor del dólar, recalculó esa cifra en 15.500 pesos. Pero precisamente, por esos mismos factores, analistas del Banco de Bogotá consideran que el precio del galón debería llegar a 14.000 pesos. Más allá del techo de la gasolina, viene después la discusión del incremento del diésel, que será más compleja, pues afecta a los transportadores de carga. Además, el Gobierno tendrá que definir el momento preciso para hacer este aumento.
Como explica Langebaek, del Grupo Bolívar, la estrategia debería ser aumentar el precio del diésel el año entrante para no generar presiones inflacionarias excesivas este año y que el índice de precios al consumidor, que es un indexador, por ejemplo, del salario mínimo, no sea tan alto este año y no se refleje en 2024.
Bajo ese panorama, el escenario de acá a final de este año podría ser el de una inflación a la baja, sin presiones al alza, pues los impactos del fenómeno de El Niño solo se reflejarían en los primeros meses del año entrante. Como advirtió Sergio Olarte, economista principal de Scotiabank Colpatria, al programa de Dinero en SEMANA TV, con fenómeno de El Niño y aumento en el diésel, el próximo año podría terminar con una inflación de entre 7 y 7,5 por ciento.
Todo el mundo está haciendo cuentas.