El sector de la agricultura, uno de los que no apagó motores en la época más crítica de la pandemia en Colombia, si bien ha tenido cierre de empresas y pérdida de empleos, también es de los pocos que están sacando la cara en medio de la crisis. El Dane reveló que de las 12 ramas que mide para calcular el Producto Interno Bruto (PIB), solamente 3 tuvieron variaciones positivas en el segundo trimestre del año, y el agro fue una de ellas, con un crecimiento del 0,1 por ciento. Dentro de los subsectores del agro, el único que repuntó fue la pesca, que se expandió en 50,3 por ciento. Los demás se desaceleraron, incluido el café, que tradicionalmente es impulsor de todo el sector, pero en el segundo trimestre disminuyó en 3,7 por ciento. Para el presidente de la Sociedad de Agricultores de Colombia (SAC), Jorge Bedoya, el mayor lunar para este segmento de la economía es la inflación, pues aunque los campesinos y ganaderos siguieron su actividad en pleno durante la cuarentena para garantizar el abastecimiento, la baja demanda está llevando a una reducción de precios.
“Los campesinos venden a bajos precios en vez de perder la oferta”, explicó. Lo anterior se debe a que la inflación de alimentos en julio estuvo por debajo de 0. En el campo, como en otros sectores de la producción, no hay posibilidades de detener las máquinas. Se trata de siembras que no se pueden cortar, advierte Bedoya, por lo que pide que se incremente la asignación en el presupuesto del agro para 2021, de manera que se puedan apalancar los planes de construcción de vías terciarias que ayuden a los campesinos a tener mayor acceso a los centros de expendio de sus productos, con lo cual lograrían vender a precios más justos, sin la intermediación de terceros. Bedoya advirtió que los recursos destinados para créditos de los pequeños productores del campo también son insuficientes y que es necesario impulsar más los emprendimientos de la mujer rural, principalmente la que es cabeza de hogar. “El campo le ha cumplido a Colombia con abastecimiento de alimentos, ahora es hora de que se revierta el apoyo”, indicó el presidente de la SAC. Termómetro a las cifras De acuerdo con los datos del gremio de Cámaras de Comercio, Confecámaras, en el sector se crearon 2.565 empresas nuevas con corte al 31 de julio. A la misma fecha, se han cancelado 2.071. Casi la totalidad de las nuevas están activas, mientras que las canceladas venían de tiempo atrás y, en la crisis, o vieron la oportunidad de migrar hacia otros espacios de negocio, o simplemente decidieron no seguir en la oferta empresarial. Los registros de empleo en el sector agro también permiten tomar la temperatura de lo que ha sucedido en el campo. De 3,5 millones de empleos rurales se perdieron 250.000, según la última medición del mercado laboral. Si bien la cifra de destrucción de puestos de trabajo suena alta, es escasa en comparación con lo sucedido en el área urbana durante la cuarentena.
El problema real del mercado laboral en la zona rural es la baja calidad del empleo, pues en su mayoría es informal (por cuenta propia) y con baja remuneración. Las cosechas absorben mucha mano de obra, algo que en época de cuarentena no ha sido distinto. Por ello, Óscar Gutiérrez, líder de Dignidad Agropecuaria, estima que en el campo se percibe una estabilidad en las siembras, en la mayoría de los sectores. Por el lado de la ganadería, José Félix Lafaurie, presidente de Fedegán, destacó que si bien este segmento cayó 3,3 por ciento, se ha mantenido el precio del ganado gracias a las exportaciones, toda vez que el consumo interno cayó en más del 7 por ciento. El problema grave, agregó, es la importación de lácteos, lo que sí afecta el ingreso del productor nacional.