Millones de colombianos vuelven a sentir que los bancos están de regreso a la normalidad, como todo mundo, pero con los cobros de los créditos nadie se siente cómodo.
Estas obligaciones habían entrado en periodos de gracia, sin aplicar penalidades por mora, debido a las medidas que fueron adoptadas para enfrentar el choque que produjo la pandemia y que dejó a muchas empresas y familias sin recibir ingresos.
Durante la etapa más cruda de la emergencia, la Superintendencia Financiera, entidad que vigila y controla el sistema para proteger al consumidor, atendió 115 peticiones del Congreso de la República y 14 citaciones de control político porque, entre otras, los usuarios no veían que los alivios que se anunciaban se hicieran realidad. Se activó entonces el Programa de Apoyo al Deudor (PAD), que, entre agosto y septiembre, llevó a más de un millón de personas a lograr redefinir sus créditos, los cuales, en total, suman una cifra superior a los 15 billones de pesos.
Las transacciones monetarias que pasaban de una mano a otra, a través del sistema financiero, sobrepasaron los 2.000 billones de pesos, un número que es dos veces el tamaño en pesos de la economía colombiana en 2019. Pero en general, la faceta del banco como acreedor se vuelve más visible, como lo demuestran los reclamos que ya están haciendo los ciudadanos por el retorno de los cobros. Por ello, el superintendente financiero, Jorge Castaño, en diálogo con SEMANA, expresa que, si bien es cierto que hay cosas “malucas”, como el hecho de que algunos intereses no son los que debían ser, no se puede perder la objetividad para ver el papel que ha desempeñado el sistema financiero, sin el cual no será posible la reactivación económica.
De cara a un inevitable deterioro de la cartera crediticia y a una reducción de la solvencia de los bancos, Castaño expresó sus puntos de vista.
SEMANA: Sobre los bancos suelen caer muchas críticas, pero si se acaba la plata en ellos en medio de una crisis, la situación se complica aún más. ¿Cómo va a ser el corto y mediano plazo para el sector financiero?
JORGE CASTAÑO (J.C.): El país cuenta con un sistema financiero sólido, resiliente, con capacidad de absorción de choques. Pero este choque es extraordinario. Nadie se lo imaginaba en la magnitud ni profundidad que está presentando. Además, tenemos mucha incertidumbre acerca de cuánto tiempo más se tome la reactivación económica.
El sistema financiero, a pesar de lo sólido, no es invulnerable. Le va a pegar y le está pegando la crisis de manera importante. El punto aquí es que tenemos que encontrar un equilibrio para que no sea amplificador de ese choque, sino que, por el contrario, lo absorba.
Vamos a ver en 2020 y algo de 2021 un tiempo exigente, de pocas utilidades o, incluso, de pérdidas. La tranquilidad que debemos tener es que todo se está haciendo en un ambiente controlado, porque queremos asegurarnos de que los depósitos de los ciudadanos estén custodiados y bien seguros.
Es quizá poco popular esta expresión, pero el país necesita un sistema financiero sólido, pues de otra manera no podemos lograr la reactivación. Eso implica que los ahorros estén protegidos, pero que los deudores que deben pagar continúen haciéndolo. Eso no puede cambiar.
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Así como es de legítimo que un ciudadano pida prestado a un banco, así también lo es que que el acreedor pueda cobrar. No hay que perder de vista que lo que los bancos prestan es el ahorro del público.
SEMANA: ¿La gente está dejando de pagar? ¿Hay riesgo de que la cartera se vuelva de la mala?
J.C.: Los colombianos son muy buenas pagas a pesar de que se quejan de los bancos.
SEMANA: Pero eso de buenas pagas era antes de la covid, que llegó y lo cambió todo...
J.C.: Aun durante la pandemia, los resultados del recaudo de la cartera van por buen camino. Esto no significa que vaya a mantenerse así. Que va a deteriorarse la cartera, sí, es cierto, pero no porque la gente no quiera pagar, sino porque su ingreso deja de existir.
En las proyecciones que tenemos, si hoy por cada 100 solo hay 4 pesos en una mora superior a 30 días, lo que va a pasar de aquí a diciembre es que vamos a tener 12 o 13 pesos por cada 100, en mora de más de un mes.
SEMANA: Entonces los bancos tendrán problemas...
J.C.: Es claro que se va a incrementar la cartera vencida, pero ya hemos venido preparando provisiones previendo un deterioro. Un banco solvente es la mayor garantía que tiene un ahorrador de que sus ahorros están bien protegidos. La solvencia mínima es del 9 por ciento. Actualmente está en 16 por ciento y, al cierre del año, va a llegar al 14 por ciento. Se reduce, pero sigue muy por encima del mínimo regulatorio. Mantener la solvencia le permitirá al sector financiero enfrentar el choque. En todo caso, lo que más necesitamos es reactivación económica.
SEMANA: Sobre el programa de acompañamiento a deudores que no podían pagar, el cual fue un alivio para millones de personas, ¿por qué la SuperFinanciera, después de la primera etapa, dejó todo en manos de los bancos. Ahí empezaron los cobros y los reclamos de los deudores.
J.C.: El programa no solo fue bien recibido, sino que sigue avanzando bien. Empezó el 1.° de agosto y más de 1 millón de deudores del sistema financiero, con un saldo de cartera superior a 15 billones de pesos, se sentaron y definieron con los bancos la nueva realidad de su crédito. Los periodos de gracia eran temporales. Las redefiniciones de los créditos son de largo plazo, y las tasas de interés están bajando. Es decir, están dadas las condiciones para que el deudor siga pagando.
SEMANA: Pero el problema es de ingresos...
J.C.: No hay que caer en cantos de sirena, creyendo que va a venir un tercero a pagar los créditos por usted. Las obligaciones hay que pagarlas. Los periodos de gracia llegaron a 225 billones de pesos, esto es, el 42 por ciento del total de la cartera. Fueron 11 millones de deudores que dejaron de pagar sus créditos. Es normal retomar el pago y los ciudadanos lo han hecho. Ya la cifra que cubrió periodos de gracia va en 80 billones de pesos con la redefinición que se promueve a través del programa de acompañamiento al deudor.
Mi mensaje para los deudores es ‘no se moleste porque les cobran, hay que pagar’. Los colombianos no son ciudadanos que piden algo regalado. Solo quieren transparencia y claridad en las reglas de juego.
Siempre será mejor que el que pueda hacerlo, pague sus deudas. Los hogares, las empresas, todos están en la tarea de reorganizar sus presupuestos, recortando gastos. Los bancos están dando salidas, no para que las personas dejen de pagar, sino para que reorganicen sus finanzas.
SEMANA: ¿Cuál es la razón por la cual se habla de reducciones en las tasas de interés y nadie parece sentir ese alivio?
J.C.: Con cifras en mano le puedo decir que nunca en la historia de la financiación del país habíamos tenido una tasa de interés tan baja para el pago de créditos de vivienda (10,4 por ciento anual al 2 de octubre). Nadie habla de eso. La tasa certificada mes a mes por la Superintendencia se va ajustando. Quisiera que fuera más rápido, pero el proceso no es más acelerado por temas técnicos. Sin embargo, es la mas baja desde 2011.
El consumidor financiero debe saber evaluar para qué se endeuda. Una tarjeta de crédito, por ejemplo, siempre ha sido un producto muy costoso, no es como para hacer mercado. Pero hay diferentes posibilidades, se debe estar informado para tomar decisiones.
SEMANA: Por último, ¿cómo proyectan que será el futuro del sistema financiero después de esta crisis?
J.C.: Veo un sistema financiero centrado en el consumidor. Muy digital, con mucha tecnología, que las personas puedan tener los servicios a la hora que lo necesiten, en la palma de su mano, que no haya que llevar papeles físicos ni hacer autenticaciones. Tenemos que migrar a eso. La pandemia aceleró el paso.
Un sistema financiero que se meta en temas actuales, que financie proyectos que estén en línea con asuntos ambientales y sociales. En el servicio a las empresas, antes era suficiente con pagar los salarios, hoy no; se requieren cosas más de fondo. El sistema financiero tiene un alto impacto en la sociedad en todo lo que hace. En él debe tener cabida todo el mundo: el formal, el independiente, el gran ejecutivo, la señora que trabaja en la casa. Así tendrá que ser el sistema financiero del futuro.