En economía, toda acción tiene su reacción. Por eso, las medidas de aislamiento adoptadas para contener al coronavirus, ese enemigo silencioso que hoy enfrenta la humanidad, han permitido bajarle velocidad al contagio, pero, de paso, frenaron en seco la economía.

En Colombia, la decisión de mantener una cuarentena –ahora hasta el 26 de abril– ocasiona repercusiones: lentificó actividades en el turismo, restaurantes, bares, hoteles, parques de diversiones, gimnasios y casinos, entre otros, que cerraron sus puertas; y las ventas se han desplomado prácticamente a cero.Hasta el momento, muchos empresarios de estos sectores sobreviven y mantienen sus nóminas. Pero algunos ya anunciaron que, si esta cuarentena se prolonga por mucho tiempo, no resistirán y tendrán que recortar empleos.

La desocupación podría llegar al 19,5 por ciento, según proyecciones de Fedesarrollo, nivel similar al que tuvo el país en la crisis de finales de los noventa, cuando la economía se contrajo 4,3 por ciento. Eso significa que el número de desempleados podría duplicarse en los próximos meses. O incluso sería peor, pues un estudio de la Universidad de los Andes dice que más de 9 millones trabajan en esas actividades que hoy están totalmente paralizadas.Los empresarios se habían preparado para una batalla de algunas semanas, pero para una guerra más larga necesitarán mucha ayuda. Un sondeo realizado por SEMANA entre líderes de los sectores más golpeados muestra que valoran los esfuerzos del Gobierno, aunque siguen esperando alivios más concretos.

Un claro ejemplo sucede con la línea de crédito especial Colombia Responde. Según advirtieron los empresarios, no funciona porque los bancos simplemente no les prestan a los sectores más afectados. Eso ocurre pese a las garantías del 60 por ciento que el Gobierno anunció a través del Fondo Nacional de Garantías. Por eso, piden elevarlas.No solo enfrentan ese inconveniente y, por tanto, tienen otras propuestas. Una consiste en aplazar los pagos de los créditos bancarios, y suspender o postergar los pagos de impuestos y de los servicios públicos (tal como ya hizo el Gobierno con los estratos bajos). También que el Estado intervenga los arriendos comerciales. En materia laboral, piden reducir el pago de parafiscales y modificar temporalmente los contratos de los empleados. Lo cierto es que, si no reciben un buen salvavidas, las compañías se podrían ahogar. Y claramente es crucial salvar vidas, pero también los empleos.Más municionesLa situación en las filas empresariales es crítica. El sector de los restaurantes, por ejemplo, reporta una caída del 81 por ciento en ventas, dice Guillermo Henrique Gómez París, presidente de Acodres, el gremio del ramo. Ellos han mantenido las ventas a domicilio, pero disminuyeron por el temor al contagio. Muchos operan a pérdida.

Al tener una caja muy frágil –16 días en promedio–, la mayoría no cuenta con músculo financiero ni el acceso al crédito para aguantar por mucho tiempo. Salvo en casos de grandes cadenas, como Crepes & Waffles, que siguen pagándoles a sus empleados, los demás han agotado las vacaciones y licencias. En este momento, están en riesgo más de 500.000 empleos formales y cerca de un millón entre informales e indirectos.Este sector, que factura alrededor de 8,9 billones de pesos anuales, tiene un costo muy importante: el arriendo, casi el 15 por ciento de su operación. Por ende, Gómez París ha propuesto congelar su pago, así no sea en su totalidad. Pero eso plantea la pregunta de si los dueños de los centros comerciales y rentistas podrían vivir por estos meses con la mitad de los recursos que percibían. “Si nos ponen a pagar arriendos con los establecimientos cerrados, la gente se va a la quiebra. Además de salvar vidas, hay que salvar empleos, y todos debemos poner, incluidos los dueños del capital”, afirma.

A esta solicitud se suman los empresarios de bares porque el 96,6 por ciento de estos establecimientos operan en locales arrendados. Allí congelar el pago de arriendos es una prioridad. “Sin locales no hay empresas, y sin estas no hay empleos ni impuestos”, dice Camilo Ospina, presidente de Asobares, un sector en el cual 50.000 negocios formales emplean a más de 250.000 personas. Pero hay al menos 300.000 informales.

Es claro que el Gobierno no puede intervenir en estos acuerdos entre privados. Pero sí podría llamar en forma más contundente a negociar, por ejemplo, a los bancos, que no le prestan a esta actividad, dice Ospina. O disminuir los pagos básicos de servicios públicos, pues los locales están cerrados y no producen ingresos.Comparte esas preocupaciones Evert Montero, presidente de Fecoljuegos. Este sector se declara discriminado por los bancos, aunque genera más de 60.000 empleos solo en los casinos y bingos, sin contar los millonarios recursos que gira a la salud. Las apuestas por internet también han caído un 90 por ciento, pues no hay eventos deportivos, quién sabe hasta cuando. En consecuencia, proponen postergar los pagos de derechos de explotación.En cuanto a los gimnasios, que emplean más de 20.000 personas y deben pagar más de 2.500 arriendos, solicitaron que también los declaren sector vulnerable y les dicten directrices bajo las cuales puedan reanudar sus servicios.Los empresarios están cada vez más nerviosos porque las medidas de emergencia, como licencias y vacaciones, ya se agotaron. Y ahora es preciso repensar la situación para lo que viene.El panorama es complejo, asimismo, para el negocio de parques de diversión. Esa industria ha dejado de percibir 80.000 millones de pesos mensuales, afirma Ángela Díaz, directora ejecutiva de Acolap, el gremio que agrupa a más de 209 establecimientos de este tipo en el país y aporta más de 10.000 empleos.

Este sector les apostó a las políticas del Gobierno para incentivar el turismo e hizo millonarias inversiones en nuevas atracciones. Ahora esa deuda en dólares los tiene ahogados. Así que han pedido que les extiendan el plazo para cumplir las obligaciones tributarias en el segundo semestre. Piden repetir lo hecho con otros sectores, como hoteles, aerolíneas y espectáculos, pues este es un ramo vinculado al turismo, aunque sin los mismos beneficios. “Valoramos los esfuerzos del Gobierno, pero no son suficientes y no llegan a todos”, dice Díaz.Gustavo Toro, presidente de Cotelco, el gremio hotelero, dice que la mayoría de las medidas de alivio han aplazado pagos para el segundo semestre. Pero que también es claro que, una vez pase la cuarentena, los clientes no correrán a estos establecimientos al día siguiente para comprar viajes u hoteles.

De manera que, además del aplazamiento de todos los impuestos territoriales, buscan que el Ministerio del Trabajo les avale la figura de suspensión de contratos, contemplada en el régimen laboral. Con esta medida el empleador asume por un tiempo solo los pagos de salud y pensiones de los empleados, mientras se normaliza la situación. El propósito es evitar despidos. Igualmente, piden extender a los trabajadores suspendidos los beneficios que tienen los cesantes.El sector hotelero proporciona más de 110.000 empleos directos y, según Toro, sus 500 hoteles han tenido pérdidas que superan el billón de pesos en estas semanas de aislamiento.Fenalco, el gremio de los comerciantes, ha propuesto algo similar: modificar las condiciones de los contratos laborales durante la crisis. Eso significa reducir los salarios un 50 por ciento o más para garantizar que no habrá despidos; se restablecerán las condiciones cuando pase la coyuntura.

No obstante, estas medidas castigarían los ingresos de los empleados, que también sufren las consecuencias del virus. Para ganar esta guerra se requerirán medidas agresivas, pero, al mismo tiempo, comprensivas. Porque hay que proteger empleos y empresas sin generar nuevos problemas como la cultura de no pagar, la desprotección laboral o la desfinanciación del Estado.Se presentan grandes retos para el futuro. El primero, aprender a convivir con el virus mientras alguien encuentra una vacuna. El problema no desaparecerá apenas termine la cuarentena. Varios sectores lo entienden y están repensando sus modelos de negocio.

También, estos empresarios saben que saldrá un nuevo consumidor, más consciente de cuidar su salud y el entorno. Por tanto, deben recuperar la confianza y mejorar las condiciones de higiene y salud para promover ‘espacios libres de virus’. Y, finalmente, el reto de avanzar en digitalización mediante las ventas anticipadas y en línea, que eviten aglomeraciones.Los empresarios tendrán que pensar cómo enfrentar las batallas que vienen. Por ahora, están concentrados en sobrevivir.