Ya son muchos y, además, se han vuelto pesados los análisis en los que se da cuenta de los resultados y las lecciones que nos deja el año 2020. Sin el ánimo de caer en el mismo ejercicio, de hacer un detallado recuento de lo que pasó, vuelvo sobre una conocida conclusión que, tal vez, lo resume todo: nadie se lo esperaba y muy pocos estaban preparados para algo así. La vida es de ciclos, parece ser la enseñanza. Cada tanto, el mundo da un revolcón, se pone patas arriba. Este año lo padecimos. Después de esta lección que nos dio la naturaleza, qué complejo resulta hacer una prospectiva y lograr vaticinar con algún nivel de acierto cómo estará la vida personal, la familia, la empresa, al cabo de los próximos doce o más meses. Si 2020, el año en el que falló la estadística, nos retó, 2021 será el de la coyuntura, el tiempo para romper paradigmas en la búsqueda de un país mejor. Lea también: ¿Quién será el nuevo gerente del Banco de la República? Entendiendo que lo más duro parece estar pasando, ahora nos debemos preparar para la nueva normalidad social, la vuelta a la calma. A su vez, será el momento de propiciar el orden, el renacer y el despegue de las organizaciones. ¿Cambio de modelos, cambio de intereses, cambio en las formas de pensar y de hacer para 2021? Abundan las estrategias y muchas de las miradas son de optimismo. ¿Cómo no respaldar la de Fedesarrollo, que ha mencionado que después de esta pandemia el país podría crecer mucho más y mejor, si se implementan algunas reformas clave como la tributaria y la laboral? ¿Cómo no valorar, entre muchas otras, las apuestas del sector oficial, orientadas a estrategias de corte social y a la reactivación de la economía con una recuperación estimada de cerca de dos millones de empleos en todos los sectores? El tiempo de crisis, de aislamiento, de soledad, de confusión, paradójicamente resultó en una pausa, quizás necesaria, para reorganizar nuestras ideas. Sentarnos a tratar de proyectar lo mejor posible es la obligación, incentivar constantes acciones de mejora, invitar a jugar a la creatividad. Mas allá de esperar los necesarios resultados en cifras, la búsqueda podría estar en el humanismo, en el cual siempre habrá ganancia. Puede que los números no sean los mejores, pero si avanzamos como personas, como parte integral de una familia, de una sociedad, de una organización, el logro, será latente. 2021 debería ser, además, el año para dejar atrás los estigmas, las generalizaciones. Dejar de pensar que todo lo del otro está mal. El reto desde lo empresarial también podría estar en equiparar esfuerzos, en pensar en lo público y lo privado como un todo, con un estrecho sentido de solidaridad, buscando siempre que lo más valioso de cada sector contagie al otro y lo haga mejor en favor de la nación que nos une. Le puede interesar: Presupuesto de Bogotá de 2021 por $23,9 billones fue aprobado en primer debate Quisiera que aprovecháramos que 2020 nos hizo más vulnerables, más humanos. Me gustaría volver sobre este texto justo dentro de un año y repasar lo que pasó para celebrar lo que acertamos. Tal vez, en esa ocasión, las estadísticas habrán vuelto a la normalidad y nos habrán reconfortado con un hondo respiro de alivio. ¿Cómo recordaremos este particular año? El reto es no olvidar este periodo y, en cualquier caso, salir fortalecidos de él, así como llegar renovados a 2021. * David Bocanument Trujillo, presidente del FGA, Fondo de Garantías.