Colombia se ha destacado en el mapa minero mundial por su carbón. Es uno de los diez principales productores del planeta; tiene la mina a cielo abierto más grande de la región (Cerrejón); las reservas le alcanzan para más de 50 años y la calidad del mineral es reconocida como una de las más altas de esta industria. Para la economía del país ha sido una bendición. Se trata de uno de los principales productos para exportar, después del petróleo. Las ventas al exterior ascienden aproximadamente a 8.000 millones de dólares, tres veces más que las de café. Además, es uno de los sectores que más atrae inversión extranjera con cerca de 2.500 millones de dólares, y es una fuente importante de regalías. La mala noticia es que todo indica que la fiesta del carbón se está terminando. En los últimos años el panorama cambió radicalmente, debido, entre otras razones, a que los altos precios internacionales se desplomaron, al pasar de 120 dólares la tonelada a menos de 60.  Varias compañías aplazaron sus proyectos para expandirse en Colombia. Cerrejón postergó la obra de desviar el río Ranchería en 27 kilómetros, donde se encuentran importantes yacimientos del mineral y la compañía CCX, del millonario brasileño Eike Batista, congeló sus planes de invertir 4.000 millones de dólares en La Guajira. Como si fuera poco, los trabajadores de Cerrejón acaban de entrar –por primera vez en 22 años– en un paro indefinido, un hecho preocupante teniendo en cuenta que la compañía es la principal productora del país (ver recuadro).  Y para acabar de empeorar el panorama, la multinacional Drummond –la segunda empresa exportadora– acaba de ser sancionada por la Autoridad Nacional de Licencias Ambientales (Anla), que le ordenó suspender las actividades de cargue y descargue en el puerto de Santa Marta por haber vertido al mar 500 toneladas de carbón para evitar el naufragio de una barcaza de la empresa. Se estima que se estaría dejando de exportar 70.000 toneladas. La huelga de Cerrejón y la parálisis en las exportaciones de la Drummond le asestan un golpe adicional a un sector que muestra síntomas de desaceleración. A ello se suma el anuncio de la Anla que negó ocho licencias a las compañías Drummond y Prodeco, entre otras, porque no cumplían con las exigencias ambientales para explotar carbón en el Cesar, uno de los departamentos más afectados por la operación minera.  Pero si las grandes compañías mineras están afrontando problemas, los pequeños productores de carbón metalúrgico de Boyacá, Cundinamarca y Santander son los más afectados y están cerrando minas y despidiendo trabajadores. La producción en el centro del país bajó a la mitad porque no resulta rentable extraerlo ante los bajos precios y los altos costos.  Eduardo Chaparro, director de la Cámara de Asomineros de la Andi, dice que sale más barato llevar el producto de Cartagena a Shanghái, que de Samacá (Boyacá) a Cartagena. Sostiene que el anunciado boom minero está en los rieles.  Para Claudia Jiménez, directora del Sector de la Minería a Gran Escala, la meta de producir 97 millones de toneladas de carbón para 2012 fijada inicialmente por el gobierno no se habría cumplido, y considera que no se superarán los 90 millones. A mediano plazo el panorama luce más negro. Si no mejoran las condiciones externas hay serias dudas de que se pueda alcanzar una producción de 124 millones de toneladas como lo contempla el Plan de Desarrollo. Según Jiménez, lo más importante en las actuales condiciones es que haya claridad en las normas regulatorias, especialmente en las medioambientales. “La industria está acostumbrada a la volatilidad en los precios, pero no a los cambios en las reglas de juego”, sostiene. Dada la situación internacional, los analistas no creen que, por ahora, retornen los buenos tiempos para el carbón. China, el principal consumidor y productor de este mineral con cerca de 3.650 millones de toneladas al año, ha frenado la demanda ante la desaceleración de su economía. El gigante asiático no está comprando, con lo que ha puesto en jaque a grandes productores como Indonesia y Australia. Estados Unidos, por su parte, dio un giro en la explotación de sus fuentes de energía. A partir de 2008 el gas atrapado en las rocas de esquisto (shale gas) comenzó a sustituir al carbón. La producción de este hidrocarburo, que es más barato y menos contaminante, se triplicó, lo que llevó a ese país a pasar de ser un importador de carbón a convertirse en un exportador, ejerciendo mayor presión en el mercado externo. Hay que decir también que, con la parálisis en las exportaciones de las dos mayores productoras de carbón de Colombia, que representan el 70 por ciento del mineral que el país vende en el exterior, los mercados externos se verían afectados. Algunos analistas señalan que esto podría presionar los precios al alza. En todo caso es una mala noticia para la Nación, pues no podría aprovechar la recuperación de la cotización.  En síntesis, la coyuntura que vive el sector es preocupante. El ministro de Hacienda, Mauricio Cárdenas, reconoce que la minería desacelerará su ritmo de crecimiento este año, al pasar del 15 al 6 por ciento, porque está sobrando carbón en el mundo. Esta coyuntura, en la que se han unido factores externos e internos, abre el debate en torno a qué pasará con este sector en el que estaban sembradas las esperanzas para que se convirtiera en una locomotora de la economía. Cerrejón en paro: un desastre La huelga en la mayor carbonera nacional significa un duro golpe para la economía del país. Cerrejón, que el año pasado produjo 32,8 millones de toneladas, es uno de los principales exportadores y contribuyentes de renta, así como uno de los mayores generadores de regalías. Por eso, debido a la huelga indefinida declarada la semana pasada el país dejará de recibir diariamente 5.400 millones de pesos. Pero la más afectada es La Guajira, porque buena parte de su economía depende de esta actividad minera.  A pesar de la intervención del Ministerio de Trabajo, el Sindicato de Trabajadores (Sintracarbón) tomó la radical decisión porque no logró un acuerdo con la compañía para que aceptara las propuestas del pliego de peticiones presentado el 29 de noviembre de 2012. El sindicato pedía un incremento salarial del 7 por ciento, que se reconocieran las enfermedades de 700 trabajadores y que se incorporara a la empresa a 7.000 contratistas, entre otros puntos. Cerrejón hizo varias contrapropuestas. En la última planteaba un incremento salarial del 5 por ciento para el primer año y del 4,2 por ciento para el segundo año de la convención colectiva. Además, ofreció un bono para cada trabajador por 13 millones de pesos y mejoras en salud y educación. La compañía dijo que la decisión del sindicato es infundada e irresponsable porque la empresa es uno de los mejores empleadores del país y señaló que desde el jueves 5.657 trabajadores dejarán de recibir salario.