Esta semana se reunió en Bogotá el primer congreso cafetero realizado en el gobierno de Iván Duque. Cinco años después de los paros que desbordaron la institucionalidad de la federación, el gremio vive una calma chicha solo alterada por la incertidumbre frente a los vaivenes del precio internacional del grano. Mucho ha cambiado la actividad desde 2013. La elección de Roberto Vélez como gerente general del gremio, en 2015, restableció la tranquilidad de un sector que valora los consensos y la concertación. Las elecciones cafeteras en septiembre de este año renovaron con éxito parte de la dirigencia. El plan de renovación ha dado frutos y la producción aumentó a 14,2 millones de sacos el año pasado. Puede leer: Gobernadores del Eje Cafetero impulsarán Puerto de Tribugá Muchos de los líderes del paro que participaron en los bloqueos de carreteras están hoy dentro de la institucionalidad cafetera o en la política. Y, paradójicamente, entre la izquierda y el uribismo, Alejandro Corrales, por ejemplo, uno de los dirigentes de las dignidades cafeteras, hoy es senador por el Centro Democrático. Óscar Gutiérrez, director ejecutivo de Dignidad Agropecuaria, en cambio, es cercano al senador Jorge Enrique Robledo. Sin embargo, los productores siguen con una rentabilidad precaria. En su momento, el presidente Juan Manuel Santos le encargó al economista Juan José Echavarría, actual gerente del Banco de la República, encabezar una misión de estudios para la competitividad de la caficultura que analizara el futuro de la industria. Y el equipo hizo una serie de recomendaciones para modernizar y liberalizar el mercado del grano. Algunas de ellas se materializaron, como liberalizar la exportación de pasillas, o permitir la de cafés especiales en cantidades pequeñas. Pero pocas de las más radicales en reforma estructural tuvieron eco, quizás porque el propio Santos y su ministro de Hacienda venían de la entraña de la federación. Estas incluían eliminar la garantía de compra, sacar al gobierno del gremio y reducir el tamaño de la institucionalidad cafetera. 

El gerente de la federación, Roberto Vélez, cree que los  detalles de cómo se financia y cómo opera el fondo de estabilización serán determinantes. La promesa de campaña de Duque, de crear un fondo de estabilización de precios, suscita el tema más caliente del momento. El autor del proyecto de ley, el presidente del Senado, Ernesto Macías, incluso lo mencionó en el controvertido discurso que pronunció en la posesión de Duque. El texto ya pasó por el segundo debate, pero no está claro cómo se financiaría. Los cafeteros no quieren aumentar la contribución cafetera que pagan por libra exportada. El gobierno insiste en que no lo puede financiar del presupuesto nacional. El tema no es de poca monta si se tiene en cuenta que la cosecha cafetera puede valer 7 billones de pesos al año. Le sugerimos: El Valle del Cauca entra con ‘pie derecho’ en la carrera de los cafés especiales Cuando el precio estuvo por debajo del umbral psicológico de 1 dólar por libra en la Bolsa de Nueva York en septiembre, se desató un conato de crisis cafetera. El gobierno anunció 100.000 millones de pesos para un subsidio denominado “incentivo gubernamental para la equidad cafetera”. El apoyo de 25.000 pesos por carga se activaba cuando esta bajaba de 700.000, pero el gobierno no lo desembolsó por la subida del precio internacional en octubre. El fondo de estabilización puede ser una buena idea, pero el diablo está en los detalles. Si lo diseñaran como pide el gremio, como un apoyo estatal cuando el precio interno esté por debajo de los 760.000 pesos, requeriría un fuerte aporte del presupuesto nacional en momentos en que el gobierno está en dificultades fiscales por la accidentada reforma tributaria. Además, crearía un antecedente complejo que podría motivar peticiones similares de otros sectores productivos. Por los lados del Fondo Nacional del Café tampoco hay excedentes para estabilizar el precio. El fondo tiene una rentable actividad comercial, pero ha perdido participación en los últimos años. Hoy exporta 20 por ciento de la cosecha comparado con 28 por ciento de hace unos siete años. Además, el fondo carga lastres del pasado como los pasivos pensionales de la desaparecida Flota Mercante Grancolombiana. Y las tiendas de café Juan Valdez, propiedad de la federación a través de Procafecol, han visto menguada su rentabilidad frente a la competencia de Tostao’. Le recomendamos: “Paz naciente”, la flor descubierta gracias al acuerdo con las Farc Con el precio internacional en 1,05 dólares al cierre del jueves, el congreso cafetero sesiona en medio de una coyuntura difícil. El precio interno se mantiene en alrededor de 740.000 pesos por carga, sostenido por la devaluación del peso. Pero si no sube el internacional, cualquier corrección en la tasa de cambio hundiría el precio interno en momentos de estrechez fiscal. Y la situación podría pasar, una vez más, de una calma chicha a una tormenta cafetera.