Se trata de imponer un impuesto global de “por lo menos el 15 %” a las empresas para combatir los paraísos fiscales y que las compañías tributen donde obtienen ingresos: un big bang fiscal cuyas normas se irán perfilando de aquí a octubre y que empezaría a aplicarse en 2023.
“Esta tasa mínima a las empresas debe ser ambiciosa, debe poner fin a la carrera por el impuesto más bajo”, declaró a la AFP el ministro de Economía francés, Bruno Le Maire.
Países que representan el 85 % del PIB mundial quieren “gravar de forma justa a los gigantes digitales que evaden en gran medida los impuestos, algo inaceptable”, añadió.
Varios miembros del G20, como Francia, Estados Unidos y Alemania, hacen campaña por una tasa superior al 15 %, pero se descartan cambios hasta la próxima reunión de los 19 países más ricos del mundo y la Unión Europea en octubre.
“Ahora estamos verdaderamente en la vía” hacia un acuerdo que “se ultimará en breve”, declaró el viernes el ministro de Finanzas alemán, Olaf Scholz, a la cadena financiera estadounidense CNBC.
Pero varios miembros del grupo de trabajo de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) que alcanzaron un acuerdo de principios el 1 de julio, como Irlanda o Hungría, siguen sin dar señales.
Irlanda aplica una tasa del 12,5 % desde 2003, muy baja en comparación con otros países europeos, lo que le ha permitido albergar las sedes europeas de varios gigantes tecnológicos como Apple o Google.
Repartir las tasas
La reforma se propone distribuir equitativamente entre países el derecho a gravar las ganancias de las multinacionales. Por ejemplo, una empresa como el gigante petrolero BP está presente en 85 países.
Apunta a las “100 empresas más rentables del mundo, que por sí solas realizan la mitad de las ganancias mundiales”, como los GAFA (Google, Amazon, Facebook, Apple), explicó Pascal Saint-Amans, director del Centro de política y administración fiscal de la OCDE.
El impuesto mínimo global afectaría a menos de 10.000 grandes empresas, es decir aquellas cuya facturación anual supere los 750 millones de euros (890 millones de dólares).
Una tasa mínima efectiva del 15% generaría ingresos adicionales de 150.000 millones de dólares al año (127.000 millones de euros), según la OCDE.
Bajo la presidencia italiana, los ministros de Finanzas del G20 se vieron las caras por primera vez desde la reunión que mantuvieron en febrero de 2020 en Riad, al comienzo de la pandemia de coronavirus.
La secretaria del Tesoro estadounidense, Janet Yellen, la presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde, y la directora general del Fondo Monetario Internacional, Kristalina Georgieva, acudieron a la cita, pero otros como China e India optaron por participar de forma virtual.
Por la tarde se prevén manifestaciones anti-G20 en Venecia, cuyo barrio del Arsenal, donde se celebra la reunión, ha sido acordonado por la policía.
Ayuda a los países vulnerables
El G20 apoyará probablemente la iniciativa del FMI de aumentar la ayuda a los Estados más vulnerables, bajo la forma de una nueva emisión de Derechos Especiales de Giro (DEG), un activo para complementar las reservas de los países, por un monto de 650.000 millones de dólares (547.000 millones de euros) y pedir “que se aplique rápidamente antes de finales de agosto”, según un borrador del comunicado obtenido por AFP.
El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, aplaudió el viernes el aumento de las reservas del FMI y exhortó a los miembros del G20 a ser “solidarios” con los países en desarrollo.
“La solidaridad exige que los países ricos dirijan la parte que no utilicen de estos fondos a los países en desarrollo”, opinó.
Frente a las desigualdades ante la pandemia de covid-19, el G20 también abordará la situación de los países más pobres, que “corren el riesgo de perder la carrera contra el virus”, según el FMI.
Por AFP.