Trabajar en equipo no es fácil, incluso si todos tienen el mismo objetivo o las mismas ideas políticas. Prueba de ello está en las dificultades que ha tenido el primer gobierno de izquierda de Colombia para que todo su gabinete marche de forma coordinada.
En entrevista con SEMANA, Ricardo Bonilla, ministro de Hacienda, confesó que durante los días en que el Gobierno se trasladó a La Guajira “hubo un sentimiento en todos los ministerios de que allá fue posible armar equipo y actuar en equipo”. Dijo que durante ese ejercicio todos estuvieron dispuestos y comprometidos a continuar con ese proceso de integración y que una vez regresaron a los consejos de ministros en Bogotá han mantenido ese compromiso.
Aceptó que los gobiernos siempre tienen ministerios que van por un lado y otros que van por otro. “Y que no conversan, pero después del proceso de La Guajira, todos están conversando”, aseguró al tiempo que dijo que, más que una simple expectativa de trabajo en equipo, están realmente coordinando su trabajo, lo cual es clave para ejecutar mejor el presupuesto.
Bonilla precisó que hay muchas acciones de una entidad que repercuten sobre otras, lo que vuelve necesario ponerse de acuerdo en cómo se manejan los recursos que están asignados a cada uno, pero que pueden tener implicaciones en otro lado. “Es bien curioso: sucedió en La Guajira y es un proceso de integración del equipo que hoy todos quieren mantener”.
Este proceso de integración podría servir para que no se repitan escenas del pasado cuando algunos ministros han hecho anuncios que luego han tenido que ser corregidos por sus colegas, en especial el de Hacienda, que es el que lleva las cuentas de la Nación y sabe hasta dónde alcanza el dinero público.
Las diferencias han estado en temas como la transición energética y la menor dependencia de los recursos mineroenergéticos, que aún siguen siendo vitales para la economía del país y para las finanzas públicas.
Lea la entrevista completa:
Presupuesto 2024
SEMANA: Con el presupuesto para 2024, que deberá llevar al Congreso en los próximos días, ¿cuál es la cifra para un escenario en el que habrá que pagar más deuda y más necesidad de invertir?
RICARDO BONILLA (R. B.): Tenemos ya algunas cifras, pero están todavía en proceso de discusión con el Confis (Consejo Superior de Política Fiscal), al que le pedí que revisara algunos temas y reestructurara algunas cifras de un lado hacia otro, porque, efectivamente, tenemos un límite en el gasto, en el pago de la deuda. No es que estemos endeudados. Estamos pagando la deuda que nos dejaron en 2020-21.
El servicio de la deuda en 2024 es muy alto. El perfil de vencimiento se concentra entre 2024 y 2025; el saldo al Fondo Monetario Internacional (FMI) lo tenemos que pagar en esos dos años. Son cerca de 5.800 millones de dólares con intereses. Es algo que no podemos dejar de pagar y eso nos lleva a tener una alta presión con respecto a esos compromisos nacionales e internacionales, lo que, a su vez, le está quitando espacio a la inversión. Entonces, lo que estamos mirando con el Confis es cómo le abrimos mayor espacio a la inversión, así que aún no me atrevo a dar una cifra.
SEMANA: Menciona una deuda enorme. Si no se pudiera pagar, ¿hay cabida para refinanciar la que corresponde al FMI? También da la impresión de que los créditos que tomó la nación en el pasado se hicieron de manera equivocada, con plazos que no son fáciles de cumplir. ¿Es así?
R. B.: Con el FMI lo mejor es no tratar de buscar refinanciamiento ni ajuste, porque eso tiene serias implicaciones fiscales. Vamos a cumplir y honrar ese compromiso. Eso no quiere decir que no busquemos recursos por otros lados. Y, con relación a la forma en la que se pactaron los pagos, es un endeudamiento con vencimientos de corto plazo, lo que nos pone en ese terreno de concentrar una parte del servicio de la deuda en 2024-2025.
SEMANA: Aparte del presupuesto, ¿llevará algún otro proyecto de ley al Congreso en el segundo semestre?
R. B.: No tenemos previsto otro proyecto aparte del presupuesto, porque con la reforma tributaria territorial no tenemos afán. Y ahí sí puedo decirlo con total libertad: en época electoral no es el momento para hablar de una reforma tributaria territorial. Cuando tengamos los nuevos gobernantes, podemos conversar con ellos para establecer lo que podamos mejorar.
El diésel en época electoral
SEMANA: A propósito del tema electoral, usted dijo que por esa coyuntura no incrementaría de una vez el diésel. Suena a que pesa mucho lo político en esas decisiones.
R. B.: No. No es el tema electoral el que frena el incremento en el diésel, porque, si estuviéramos pensando de esa manera, no estaríamos aumentando el precio de la gasolina. Tenemos dos combustibles, uno que es la gasolina corriente y otro que es el diésel. El Gobierno empezó a ajustar el precio de la gasolina desde octubre de 2022. Y lo terminaremos de ajustar, es la previsión, en noviembre. Lo que hemos dicho es: cerremos primero la brecha de la gasolina y luego sí comenzamos a mirar el diésel para no impactar la inflación. La propuesta es ir ajustando uno por uno, de lo contrario, podríamos generar una reacción en la inflación.
SEMANA: ¿Cómo queda el cronograma de alzas, entonces? ¿Existe el tiempo necesario para cerrar gradualmente el hueco del Fepc (Fondo de Estabilización de Precios de los Combustibles)?
R. B.: Lo que estamos haciendo con la gasolina ya es importante porque el 40 por ciento de la que se consume en el país es importada, es decir, ya tiene el precio que es. El precio interno está 3.500 pesos por encima, lo que nos lleva a estimar que falta un ajuste de cerca de 2.000 pesos, lo que se aplicaría en cuatro meses. Afortunadamente, para efectos del cierre del hueco, el precio internacional del petróleo y la gasolina ha bajado, lo que nos afecta por otro lado: significa que tendremos menores ingresos por cuenta del petróleo, pero es buena noticia para el cierre de la brecha, que ya se hizo más pequeña.
SEMANA: ¿El arranque en el aumento del precio del diésel se daría, sí o sí, o dependerá de cómo se comporte la inflación? Porque el fenómeno de El Niño podría encarecer de nuevo los precios de los alimentos.
R. B.: La idea es, efectivamente, seguir monitoreando la inflación, porque lo que esperamos es llegar al final de año con 9,5 por ciento y, para eso, el ajuste que se haga en los combustibles debe ser previsto de tal manera que no genere una reacción negativa en la inflación que la vuelva a incrementar. Tenemos que irla monitoreando. Esperamos que siga bajando, ya llevamos tres meses a la baja, y completar los nueve meses en descenso. Con ello, el Banco de la República, que ya dejó las tasas quietas, podría empezar a mirar, en septiembre u octubre, en qué momento se empieza a bajar.
Plan B si rebrota la inflación
SEMANA: ¿Pero tiene un plan B si la inflación se dispara de nuevo?
R. B.: El plan B es que, si llega a haber un rebrote de inflación, mientras no supere la tasa de intervención y esta se mantenga quieta, seguimos monitoreando y ajustando para establecer dónde estarían las causas de ese incremento de inflación. Si es otra vez por alimentos, habrá que mirar cómo buscamos dotar al país de los mismos.
Lo que sabe de la laboral
SEMANA: Con la instalación del Congreso el 20 de julio, vuelven las reformas del Gobierno Petro. La laboral se hundió y el presidente dijo que la llevará de nuevo. Parte de la crítica era que no atacaba el desempleo. ¿La propondrán igual o incluirán novedades?
R. B.: Hasta ahora, la ministra de Trabajo todavía no nos ha mostrado el borrador. Ha dicho que muchas cosas seguirán igual y otras se están ajustando. Hay que esperar el borrador.
SEMANA: Pero como conocedor del tema y como ministro que debe velar por el crecimiento económico para que existan recursos públicos, ¿sugeriría que se incluyan, por ejemplo, incentivos para generar empleo?
R. B.: Efectivamente, nosotros tenemos que pensar en mantener algunos estímulos para generar empleo, pero la política de generación de empleo va ligada al proceso de reindustrialización de la economía colombiana. Creo que ahí falta un toque importante de cómo revisar la reindustrialización y cómo estimular que allí lleguen nuevos productores, nuevas inversiones; cómo vamos a diversificar productos y cómo se van a generar esos nuevos puestos de trabajo.
¿Y si el déficit se sale de límite?
SEMANA: Hay señales de que el déficit fiscal sería mayor. Vienen las reformas sociales, que demandarán muchos recursos. El Comité de la Regla Fiscal dice que en las cuentas no incluyeron ese gasto. ¿Cree que llegarían a sobrepasar la meta del déficit y salir de los límites que pone la ley de regla fiscal?
R. B.: En el tema de la salud, creo que hay muchas cuentas de servilleta, porque están asumiendo que la propuesta del territorio saludable es una nueva institucionalidad. Y nosotros tenemos la convicción de que ahí no hay ninguna doble institucionalidad, sino que se trata es de revisar lo que hoy se hace con la salud pública y con el régimen subsidiado, que ya tiene una institucionalidad construida y funcionando. Entonces, es más bien mirar cómo se reorganiza el servicio. Es cierto que, en su momento, habrá que establecer si se requiere un incremento en infraestructura. Ese sí sería un gasto que hay que hacer. Independientemente de la reforma, hay que hacer una inversión en infraestructura para la salud.
Así van los ingresos tributarios
SEMANA: Si hay plata, todo se puede. ¿Cómo van los ingresos tributarios? ¿Ya se ve el resultando de la reforma a los impuestos que pasó el Gobierno el año pasado?
R. B.: Estamos recaudando ya por retención en la fuente (el anticipo del impuesto de renta) y por el lado de la actividad económica. El recaudo va bien, pero hemos sentido ya el impacto de dos efectos. Uno es que se estaban considerando unos ingresos con un precio de 94 dólares el barril de petróleo y realmente se están teniendo sobre 76 dólares. Ahí ya se sintió un impacto importante que, de hecho, hizo que el monto de la adición presupuestal se bajara, porque ya se tuvo en cuenta que se iba a contar con menores ingresos por ese lado. Lo segundo es que la economía este año está en desaceleración, entonces, la actividad económica es menos pronunciada que la del año anterior. Los dos efectos ya se identificaron, se sintieron y se revisaron en materia de ingresos en las cuentas.
SEMANA: Con los ingresos tributarios hay otra preocupación: las demandas que enfrenta la reforma. Si tumban algunos artículos, se desbaratan más las cuentas. ¿Cómo va esa situación?
R. B.: Las demandas están haciendo su curso y ahí lo que hay que señalar es que tenemos una buena defensa. Estamos convocados para resolver la demanda sobre la no deducibilidad de regalías (las empresas de la industria extractiva no pueden descontar las regalías aportadas cuando van a pagar el impuesto de renta). Esperamos que la defensa funcione y la reforma se mantenga incólume. En el eventual caso en el que sucediera algo, tendríamos que poner en consideración los ajustes que habría que hacer si llegara a caerse algún tramo de la reforma.
SEMANA: ¿Y cuándo se le va a pegar a la evasión, que equivale a 7 por ciento del PIB? A la larga sería más justo: que todos paguen para que no se necesiten tantas reformas tributarias para los mismos de siempre.
R. B.: Para eso se está actuando a través de la Dian, en términos de que el Gobierno está fortaleciendo sus equipos y haciendo mayor control. Efectivamente, aquí la evasión y la elusión conducen a dos tipos de acción. La primera es convencer a los contribuyentes de la obligación de declarar y pagar, y la segunda es ejercer el brazo coactivo del Estado en términos de fiscalización para tratar de lograr que más contribuyentes aporten. Entonces, la Dian se está fortaleciendo en este segundo papel.
Es la hoja de coca, no la cocaína
SEMANA: ¿Cuál es la realidad sobre su teoría con la hoja de coca, algo que fue polémico en la semana?
R. B.: Lo que he dicho es que hoja de coca no es igual a cocaína. Los precios de la hoja de coca han venido bajando porque la acción del Gobierno está dirigida a perseguir los eslabones medio y alto de la cadena y no a presentar alternativas a los campesinos. Las labores de inteligencia están concentradas en destruir laboratorios, en incautar aeronaves y cargamentos. Eso ha llevado a que en las zonas de cultivo haya relativa abundancia, por lo que el precio ha bajado. Es decir, es la oportunidad para sembrar cacao, café y otros productos. De hecho, ya se ha encontrado que antiguos cultivadores están actuando en esa dirección. Creo que podemos tener un cambio importantísimo. La idea es llevar a esa zona un proceso de reindustrialización, ese es realmente el objetivo. No he hablado del precio de la cocaína, sino que con un precio de la hoja de coca que baja es importante el proceso de sustitución.
SEMANA: Pero esos intentos se han hecho. Los campesinos terminan retirándose de la sustitución porque otros cultivos son más demorados y menos rentables. ¿Por qué ahora sí resultaría?
R.B.: En realidad, ellos siempre tienen dos alternativas, o cultivos de pancoger, o cultivos de larga duración, y en ambos hay que actuar con los precios.
Tasas de interés
SEMANA: Las tasas de interés están sujetas a que bajen si se descuelga la inflación. Podría seguir castigándose la inversión que tanto se requiere. ¿La economía aguanta seguir con ese freno?
R. B.: Diría que hay que seguir siendo cautos. Llevamos tres meses bajando la inflación y está ya con más de 100 puntos por debajo de la tasa de intervención. Pero es una tendencia que se va consolidando, y lo que esperamos es que siga así antes de empezar con bajas en la tasa de interés. Por eso se plantea que en septiembre o en octubre el Banco de la República pueda estar revisando si comienza a reducir tasas.
Si la inflación queda este año en 9,5 por ciento, como esperamos todos, la tasa de intervención terminaría en 11 por ciento, pero eso es una expectativa. Por ahora, la estrategia sería dejarlas quietas mientras se consolida la tendencia, y lo que sí es cierto es que la banca comercial aceptó el reto y está bajando más sus intereses. Es importante que lo siga haciendo porque ayuda a reactivar el crédito.
SEMANA: La ley de adición presupuestal dejó una serie de preocupaciones, principalmente, con los subsidios de energía. ¿Qué se hará con los sectores que quedaron por fuera y necesitan invertir?
R. B.: La adición quedó con los recursos para reactivar la economía en obras civiles y en vivienda, lo que es muy importante para el segundo semestre. No todo el mundo queda contento con una adición presupuestal ni con el presupuesto. Se hizo el esfuerzo de dejarlo más o menos equilibrado. Sabemos que hay problemas, pero tenemos que recordar que la adición era solamente un aumento en lo que ya cada uno tenía presupuestado para el año. Lo que estamos pidiendo es que se cumpla el consolidado. La adición fue sancionada ya y va a entrar en el presupuesto de todas las entidades en la siguiente semana. Ahora están ante el reto de ejecutar lo que tienen del presupuesto aprobado en diciembre más lo que se les adiciona con esta ley. Lo que necesitamos es que se sigan ejecutando continuamente los recursos para que al final de año estemos hablando de una eficiencia impulsora de la reactivación económica.
¿La ‘paz total’ está financiada?
SEMANA: Sobre la plata para la ‘paz total’, ¿cómo está el panorama en el presupuesto?
R. B.: Tanto para la ‘paz total’ como para otros temas, lo que empiezan a salir son las deudas históricas que había en el país. Hay muchos sectores con deudas históricas, como educación, salud, vivienda, víctimas, la paz. Desafortunadamente, hay una restricción presupuestal que no nos permite ir más allá. Tenemos que tratar de darle a cada quien hasta donde alcancemos para que pueda seguir avanzando. Pero siempre se va a quedar en deuda con muchos temas.
SEMANA: Solo que el tema de la ‘paz total’ es uno de los ejes centrales del Gobierno. Sería inentendible que quedara desfinanciado.
R. B.: Es un eje central del Gobierno y, por eso, se está mirando la asignación de recursos para el programa Jóvenes en Paz para desarticular grupos que pueden estar ligados con operaciones de guerra. Necesitamos crear distintas condiciones para poder llegar a esa ‘paz total’, que no solo implica acuerdos con los líderes de los grupos, sino que en la base sientan que efectivamente se integran al proceso.
Sin riesgo de emergencia económica nacional
SEMANA: Con el escenario actual, ¿cree que se llegue a circunstancias propicias para declarar una emergencia económica nacional con la cual el presidente podría gobernar con decretos?
R. B.: No. No vemos riesgos de ninguna emergencia. Tenemos que sobreaguar la desaceleración económica. Se prevé un crecimiento de 1 por ciento este año, pero ya distintas apuestas muestran que podríamos cerrar el año con 1,5 o 1,8 por ciento. Inclusive, algunos piensan que llegaríamos al 2 por ciento. Los recursos para reactivar la economía en el segundo semestre están ya asignados. Entonces, esperamos un resultado que, obviamente, no será comparable con el 7,5 por ciento del año anterior, pero la desaceleración, que es mundial, sigue repercutiendo. China y Estados Unidos, en particular, son muy importantes para nosotros. Tradicionalmente, el socio comercial principal para la economía ha sido Estados Unidos, pero hoy estamos viendo más la importancia de China para el país.
Visión de cómo va el gobierno de Petro
SEMANA: ¿Usted cree que el Gobierno va bien?
R. B.: Yo creo que el Gobierno hizo un ejercicio muy interesante de integración en la semana de La Guajira. Hay un sentimiento en todos los ministerios de que allá fue posible armar equipo y actuar en equipo. Y están dispuestos, y lo han dicho ya en los consejos de ministros en Bogotá, a buscar la forma de continuar con ese proceso. Lo están buscando y lo están haciendo. Ya no es simplemente una expectativa. Están trabajando en equipo distintos ministerios y esa es la clave para ejecutar mejor el presupuesto. Porque hay muchas acciones de una entidad que repercuten sobre otras. Entonces, es necesario ponerse de acuerdo en cómo se manejan los recursos que están asignados a uno, pero pueden tener implicaciones en otro lado. Es bien curioso: sucedió en La Guajira y es un proceso de integración del equipo que hoy todos quieren mantener.
SEMANA: Entonces, sí estaban desarticulados, despelotados.
R. B.: Digamos que, de todas maneras, los gobiernos siempre tienen ministerios que van por un lado y otros que van por otro. Y que no conversan. Después del proceso de La Guajira, todos están conversando.