En 2014 se formalizó un matrimonio empresarial que hoy, nueve años después, atraviesa la peor de sus crisis. Ese año, Millicom y EPM juntaron a Tigo y a UNE para competir en el sector de telecomunicaciones. Para la multinacional era la posibilidad de entrar al mercado colombiano y para el grupo antioqueño, la oportunidad de reducir las pérdidas en un negocio que no es su core. EPM quedó con el 50 por ciento más una acción y Millicom con el resto, pero con la administración.
En los últimos años, Tigo-UNE ha registrado pérdidas que en 2022 superaron los 400.000 millones de pesos. Una dura competencia, los altos costos del espectro y los pagos que de él se derivan aceleraron la compleja situación. Empezaron a aparecer señales de iliquidez, por ejemplo, para el pago de la renovación del espectro, para lo que debían constituir unas garantías. Sin ellas no puede usar el espectro, clave para su mercado móvil y servicios asociados. También se está afectando el patrimonio y sus pasivos son superiores a los activos.
La capitalización de uno o los dos socios es una de las opciones, pero ha sido el centro de disputa entre Millicom y el alcalde de Medellín, Daniel Quintero, quien preside la junta directiva de EPM.
Desde hace varios años, EPM quiso activar una cláusula de salida consagrada en el contrato, que tiene una vigencia de diez años y finaliza en 2024. Según Jorge Carrillo, gerente de EPM, después de la transacción inicial nunca hubo pago de dividendos. “Es una inversión para EPM de 2,3 billones de pesos que no le genera rentabilidad”, explica.
Para la salida, EPM podría ofertarle a Millicom su participación y si ellos no compraban u ofrecían un valor menor al del mercado, EPM podría vender la totalidad de la empresa, incluyendo la participación de Millicom, a un tercero y después repartir en proporción. Para hacer eso necesitaba la autorización del Concejo, que lo negó en cuatro oportunidades.
El pasado lunes 11 de septiembre se dio una reunión a instancias del ministro de las TIC, Mauricio Lizcano, entre el alcalde Quintero; Mauricio Ramos, CEO de Millicom, y representantes de EPM, para buscar soluciones. El Gobierno les dio un ultimátum: tienen hasta el 9 de octubre para definir el futuro de la empresa o de lo contrario se iría a proceso de reorganización. Millicom envió una carta al ministro en la que advierte la necesidad de capitalizar a Tigo-UNE por 150 millones de dólares y a la espera de que los dos socios –ellos y EPM– lo hagan. De lo contrario, Millicom estaría dispuesto a aportar todos los recursos. Según la multinacional, eso permitiría apalancar 180 millones de dólares en deuda.
Allí empezó la mayor controversia, pues EPM anunció que no entraría a capitalizar, situación que abrió otra puerta: la dilución de EPM en Tigo-UNE.
Según Carrillo, la dilución trae dos desafíos. El primero, que el acuerdo que autorizó la fusión condiciona que la empresa tendría que permanecer siendo mayoritariamente pública. Para no violarlo, dice Carrillo, hay que ir al Concejo para derogar el artículo. Y el segundo es el valor en el que se emitan las acciones.
Tras una asamblea, Quintero indicó que Millicom se quedaría con el 98 por ciento de Tigo-UNE, tras aprobar una dilución “forzosa”, mientras que EPM tendría cerca del 2 por ciento. Millicom respondió en un comunicado que EPM no se ha diluido “y mantiene la posibilidad de aportar su parte del capital y mantener su participación accionaria”.
Sin embargo, Quintero se ratificó y en entrevista con SEMANA se despachó contra Millicom. “Lo primero es que están mintiendo. EPM anunció que no entraba en la capitalización. (Millicom) Invitó a una asamblea en la que se iba a discutir la capitalización y de forma sorpresiva cambió el orden del día y lo que propuso de manera inmediata fue una dilución. Incluso presentó un reglamento de dilución en el que deja a EPM con el 2 por ciento. Como EPM se negó a votar ese proceso de dilución que requería mayorías especiales, lo que hizo Millicom fue desde la asamblea ordenar a la junta tomar la decisión, pero con mayorías simples; es decir, sin el voto de EPM”.
Y agregó: “Estamos ante esta toma hostil por el administrador Millicom, que debe ser rechazada y se deben activar todos los mecanismos, no solo los jurídicos en el interior de la asamblea o de la junta, sino también se tienen que activar las superintendencias de Sociedades y Financiera, así como la Contraloría y la Fiscalía, porque consideramos que se están cometiendo delitos”, advirtió Quintero.
Para él, hay dos salidas: una reorganización del Gobierno nacional, o una dilución. “Pero esa dilución no puede ser a cualquier valor, como hoy está pretendiendo Millicom, al punto de llevarnos al 2 por ciento, y tampoco puede ser ni de espaldas a la ciudad ni sin pasar por el Concejo de Medellín, que eso ya es una violación a la ley. Y eso es lo que está pretendiendo hacer Millicom”. Sus reclamos no pararon ahí. Para él, Millicom ha sido una empresa que se ha comportado mal como administrador de Tigo-UNE.
La situación coincide con otro problema que enfrenta EPM: el de distribución de energía. “Todas las empresas y nosotros no somos ajenos a eso, hemos manifestado una dificultad que está asociada también a la liquidez. Entonces aquí es como si se hubiera juntado el hambre con las ganas de comer”, asegura Carrillo.
La incomodidad de la Alcaldía de Medellín es que a finales de mayo, cuando se presentó en asamblea la posibilidad de capitalizar, se decía que cada acción valía casi medio millón de pesos. “Hoy el valor pretendido no es más de 5.000 pesos por acción”, advirtió Carrillo.
Este viernes se dio el más reciente capítulo de las diferencias entre Millicom y la administración de Medellín, en torno al futuro de Tigo-UNE, de la que son socios. Mientras la Junta Directiva no aprobó la decisión de elaborar el reglamento de emisión y colocación de acciones para una capitalización de la empresa y convocó a una asamblea extraordinaria el 21 de septiembre, Millicom dijo que los directores de EPM habían votado unilateralmente en contra de aprobar un reglamento para la capitalización por 150 millones de dólares y aseguró que EPM ha optado por impedir la capitalización, sin presentar otra alternativa.
Millicom dijo que EPM siempre ha tenido tres opciones: capitalizar a Tigo-UNE, diluir su participación en esa empresa o impedir su capitalización. “Millicom no ha buscado, ni puede causar, una dilución obligatoria para EPM. Hoy (viernes), EPM ha optado por impedir la capitalización, sin presentar alguna otra alternativa viable”, dijo la multinacional y agregó que “en el indeseado e infortunado caso de requerirse una reorganización financiera de Tigo-UNE, Millicom mantendrá su voluntad de aportar el capital necesario –hoy rechazado– para ayudar a que dicha reorganización se ejecute lo más rápido posible”.
Todavía faltan por escribir los nuevos capítulos de esta historia, que el próximo 21 de septiembre tendrá uno nuevo, pero cuya fecha límite será el 9 de octubre. ¿Seguirá la llamada en espera?