SEMANA: Hay necesidades financieras nuevas para implementar la economía popular que propone el Gobierno. ¿Cómo abordará la Superintendencia Financiera ese reto?
César Ferrari: El sistema financiero tiene dos tipos de mercados principales: los de capitales, que son los que se transan en bolsa, y los de créditos. En Colombia, el tamaño del primero es de 3,7 por ciento del PIB, mientras que en Corea es de 315 por ciento.
En los mercados de créditos sucede algo parecido, el tamaño es de 54 por ciento del PIB y en naciones desarrolladas promedia el 200 por ciento. Este país no puede seguir teniendo esos mercados financieros tan poco profundos y costosos. En 1960, los coreanos tenían un ingreso per cápita de 930 dólares y Colombia, de 2.300. Después, a ellos les subió a 28.000 dólares y a nosotros a 8.000. Una de las razones para que los coreanos se hayan podido desarrollar tanto es porque han encontrado un financiamiento adecuado para el crecimiento.
SEMANA: ¿Ese financiamiento adecuado dependería de la regulación?
C.F.: En gran medida, porque a través de un exceso de regulación podríamos estar frenando el desarrollo de los mercados. Se requiere tener claro para qué es la regulación. Esta es para superar una serie de fallas del mercado. De repente, nos hemos extralimitado en la regulación y eso genera trabas. Pero, por supuesto, la razón más importante es que hay poco para ahorrar. La estructura del gasto con relación al PIB en Colombia, con datos de 2022, representa casi el 92 por ciento, lo que significa que, si ese es el consumo, la tasa de ahorro (posibilidad de inversión) es solo del 8 por ciento.
SEMANA: Pero ahí no está contada la inversión extranjera.
C.F.: Tenemos un poco más de inversión porque hay inversión extranjera. Por eso es tan bienvenida. Si queremos hacer que la economía crezca, necesitamos aumentar la tasa de ahorro, lo que implica reducir la tasa de consumo. Aumentar el ahorro requiere mejorar la intermediación. Para eso son los mercados de capitales y los mercados de crédito. Hemos mantenido un sistema financiero estable, pero no podemos continuarlo en esas condiciones. Requerimos mercados mucho, pero mucho es mucho, más profundos.
Cooperativas y exceso de regulación
SEMANA: ¿Qué medidas se necesitan para estimular el mercado de capitales?
C.F.: Por ejemplo, las cooperativas son prácticamente las que llegan a los últimos rincones del país, y muchas veces no logran captar porque tienen una serie de limitaciones. Entonces, el pequeño campesino que está perdido en algún territorio apartado no encuentra dónde poner sus recursos, lo que lo lleva a que lo poco que tiene lo consuma. Hay que hacer el sistema financiero más eficiente para que llegue a los últimos rincones del país. Para ello, vamos a identificar qué nos falta y qué nos sobra en regulación.
SEMANA: Entonces, la idea de promover la competencia en el sector financiero sería con las cooperativas.
C.F.: La competencia es de todos contra todos. Es algo indispensable en un sistema financiero sano. Los atributos de la competencia son claramente precios transparentes, simetría de la información y libre entrada y salida de muchos agentes, uno de los cuales serían las cooperativas, que todavía tienen un margen muy pequeño. Mientras tanto, hay que poner a competir a los ya existentes y, a la par, promover la llegada de nuevos agentes. En cuanto a la simetría de información, se acaba de aprobar en el Plan de Desarrollo un punto importantísimo, que es el del open data, el cual permitirá a todos los agentes tener la información, de manera que cada uno pueda saber en dónde están los mejores clientes. Eso provocará una situación competitiva en el mercado para llevarse a los mejores, lo que tendría que hacerse reduciendo las tasas de interés para no perder los clientes.
SEMANA: Pero hasta ahora, en el escenario de la banca tradicional, la reducción de intereses no la perciben los usuarios. Los bancos se van casi al tope de la tasa de usura. ¿Cómo promover la competencia?
C.F.: La reglamentación de usura está dada por ley y lo que hace es promediar las tasas que existen en el mercado y aumentarle 1,5. Yo no creo en controles de precios, ni de cambio ni de tasas de interés. Aquí, insisto, lo que se trata es de generar competencia en el mercado, para lo cual el open data es un instrumento muy poderoso, que creo que va a tener un efecto muy grande. Claro está, eso no se hace de un día para otro. Celebro que ya los bancos comenzaron a reducir sus tasas, pese a que no es algo generalizado todavía. Mostraron voluntad cuando redujeron de 43 a 25 por ciento en algunos casos, pero solo en las tarjetas menores a 3 millones de pesos, los demás no se vieron beneficiados. Entiendo que están comenzando a reducir en otros casos.
SEMANA: Empezaron a reducir intereses en microfinanzas, segmento que tenía las tasas más altas porque son créditos de usuarios que tienen poco con qué respaldar. ¿Cómo se manejará el riesgo?
C.F.: Los que no tienen garantías adecuadas ni ingresos permanentes requieren otro tipo de tratamiento, lo que nos puede llevar a tener una clase de bancos no tradicionales que atiendan a ese segmento de las microfinanzas, que en el fondo es la economía popular. Ellos encuentran una serie de barreras que los llevan a no acercarse a los bancos porque los ven lejanos. Para ellos podría ser más eficiente llegar a una cooperativa. De ahí la importancia de la libre entrada de agentes que mencionaba.
Se necesita tener ahorro
SEMANA: Suena a una gran transformación del sistema financiero.
C.F.: Yo espero que haya una transformación positiva, en el sentido de que el sistema financiero colombiano se parezca a los internacionales: más profundo, más desarrollado, que sea realmente abierto y haga inclusión social. Tenemos ideas claras que requieren tiempo para implementarlas.
SEMANA: Pero desde el Gobierno se habla de cambiar el modelo productivo y eso necesita pronto del sistema financiero.
C.F.: Sí, esto está asociado. No vamos a poder hacer transformación productiva si no tenemos inversión. Y para tener inversión necesitamos ahorro. Podemos, de alguna manera, compensarlo con el ahorro externo, pero, tarde o temprano, deberemos desarrollar la inversión doméstica.
SEMANA: Cuando habla del ahorro, ¿incluye a las familias que por la situación económica actual no alcanzan ni a cubrir gastos básicos, menos guardar plata?
C.F.: Las fuentes de ahorro del país son las personas o familias, las empresas y el Gobierno. En todos los casos, se trata de la diferencia entre ingresos y gastos. Las familias de pequeños ingresos tienen pocos ahorros, casi todos viven al debe. Las empresas son las que tienen la mayor parte del ahorro nacional y esas son sus utilidades. Entonces, necesitamos empresas fuertes, potentes, que generen utilidad y capacidad de invertir para ser más competitivas. Una de las maneras de lograrlo es que sus costos financieros sean reducidos. De lo contrario, ¿cómo compite un productor colombiano con un crédito al 25-30 por ciento con uno coreano al que le prestaron al 7?.
Los subsidios validaron tasas de interés elevadas
SEMANA: ¿Le preocupa la desaceleración de la cartera crediticia?
C.F.: Es consecuencia de la desaceleración de la economía, que tiene una razón clara: se ha consumido tanto, todo lo que se produce, que queda poco espacio para aumentar la capacidad de producción, para que la economía crezca en los próximos años. Eso hay que corregirlo. No podemos seguir en la mediocridad, manteniendo los estándares de los mercados de capitales y de crédito como están. También hay que hacer muchas otras cosas, por ejemplo, reforzar la delegatura de defensa del consumidor, porque las personas están siendo sometidas a abusos, como el de un usuario que canceló una tarjeta de crédito amparada, pero le seguían cobrando el seguro de un producto que ya no tenía.
SEMANA: ¿Qué se puede hacer para que el crédito hipotecario se reanime? Principalmente, porque el sector constructor es generador de empleo.
C.F.: Lo que puedo decir por ahora es que la construcción en Colombia, que incluye obras civiles y vivienda, viene cayendo desde 2016, lo que no encaja con la carencia de infraestructura que hay en todos los frentes. Se logró incentivar la construcción de viviendas a punta de subsidios, tanto al capital como a la tasa de interés. A mi modo de ver, eso validó unas tasas de interés elevadas, pues el consumidor pagaba menor tasa, pero por un subsidio que cubría el Estado, en lugar de generar más competencia en el mercado para que de esa manera bajaran las tasas.
Que los bancos tengan utilidades razonables
SEMANA: En materia tributaria, los bancos se dieron la pela de aceptar una sobretasa en el impuesto de renta. ¿Qué más podría venir?
C.F.: Yo prefiero que los bancos tengan unas utilidades razonables en vez de llegar a la necesidad de ponerles una sobretasa para que a través de ese mecanismo el Estado tenga más recursos. La razón por la cual les han puesto una sobretasa es porque todo el mundo juzga que tienen utilidades muy grandes.
Si fueran utilidades razonables, es decir, comparables a las de otros sectores, no habría necesidad de sobretasas. Eso significa que ellos mismos tendrían que llegar a aplicar una menor tasa de interés. Ha llegado el momento de que las utilidades ya no tengan que hacerse por precios, sino por volumen, contrario a lo que sucede en la actualidad, que para hacer utilidades se contrajo el volumen y se subió el precio. Por eso, acabamos con tasas más altas. Corregirlo implica aumentar el mercado de crédito.
SEMANA: En tarjetas de crédito, la competencia ha existido, pero todos se van por el techo en el cobro. ¿Cómo lograr, entonces, que se compita y se beneficie al usuario?
C.F.: Esa situación se debe justamente a la estrechez del mercado. Si un banco llega a un mercado y puede cobrar 100 pesos, ¿por qué cobraría 40? Cobraría menos si aparece uno que decida bajar para tener más volumen de clientes. Es una manera distinta de pensar. Sucede cuando un banco compra saldos de créditos de otras tarjetas y esa competencia beneficia al usuario.
¿Un banco de los pobres en Colombia?
SEMANA. Usted ha sido amigo de modelos como el de, banco Grameen, en Bangladés. ¿Sigue pensando que Colombia necesita algo parecido?.
C.F. El Grameen es un modelo de desarrollo bancario que se adapta a ciertas circunstancias que tienen que ver con una pobreza extendida, con una carencia de instrumentos de garantía. Es un modelo de operación de banco no tradicional que -creo- tienen que coexistir con los otros bancos. Y de alguna manera se han comenzado a hacer en Colombia, pero todavía son muy pocas las iniciativas.
El Grameen tiene ventajas, como fidelizar a la gente y no obligadamente. Lo logra porque cada crédito que recibe, una parte la destina a ahorros y otra parte la destina a comprar acciones del propio banco.
En este momento, el 98 por ciento de las acciones del Grameen son propiedad de los prestatarios. Todos los créditos que otorga son individuales, pero hacen parte de grupo, de manera que si uno no paga, el siguiente en el grupo no recibe crédito. Eso genera una enorme presión social. El Grameen es muy exitoso y lo es con tasas muy bajitas.
Si se puede hacer aquí en Colombia. Depende de si realmente se dan las condiciones del mercado y existan inversionistas dispuestos a poner plata en un banco de esa naturaleza. Tiene que surgir de iniciativa privada, no estatal.
SEMANA: En conclusión, ¿qué pueden esperar los bancos tradicionales de la Superfinanciera bajo su directriz?
C.F.: Apoyo para desarrollarse más, para ser más profundos. Pero, eso sí, tienen que afrontar con claridad y esfuerzo una mayor competencia, porque eso es lo que vamos a incentivar.