SEMANA: ¿Cuál es el panorama hoy de la palma en Colombia?
NICOLÁS PÉREZ: En términos generales es un sector que va muy bien, está cosechando buena parte de los esfuerzos que viene trabajando de tiempo atrás, especialmente alrededor del tema de sostenibilidad, que para nuestra agroindustria es neurálgico, por los cuestionamientos que ha habido a esta actividad por las prácticas del sureste asiático, los temas de deforestación, de derechos humanos, laborales y demás.
SEMANA: ¿Qué se ha hecho en Colombia?
N.P.: Colombia desde hace años se dio cuenta de que la palma tenía una gran posibilidad de diferenciarse y desmarcarse de eso, y ese es el trabajo que se viene haciendo en este sector de tiempo atrás. Eso nos permitió estar muy adelante ahora de cara a las regulaciones que se vienen en el mercado europeo, particularmente la directiva de deforestación que empieza a regir el primero de enero del próximo año, y que le va a exigir a los importadores en Europa de varios productos agropecuarios, no solo de la palma, demostrar que tienen la trazabilidad del producto hasta cada lote específico donde fue cultivado o criado el animal, porque esto también aplica para la carne de bovino, que ese lote no tiene ningún vínculo con deforestación. Nosotros, por fortuna, venimos trabajando en eso de tiempo atrás.
SEMANA: ¿Qué les ha exigido la normativa?
N.P.: Este año nos tocó complementar nuestro esfuerzo de certificación de productores con dos cosas que exige la normativa, uno, georreferenciar el 100 % de los lotes de palma de Colombia. Ese es un ejercicio que iba muy adelantado sobre todo en las empresas grandes, pero los productores pequeños no tenían los polígonos de sus lotes. Nos hemos concentrado en estos meses en terminar esa georreferenciación y nuestra apuesta es que ahora en el mes de agosto ya debemos terminar con el 100% de las fincas palmeras de Colombia.
De hecho, estamos georreferenciando no solo los lotes donde ya hay palma, sino también todas las fincas para que si llega a haber alguna ampliación de cultivos dentro de las fincas, de una vez ya tengamos esos polígonos listos.
Y el segundo complemento que nos tocó hacer fue un monitoreo satelital voluntario de deforestación, que reforzara las cifras oficiales. El Ideam tiene muy buenas cifras, pero tiene un rezago muy grande, van en 2021. A nosotros no nos servían las cifras con ese rezago para actuar en caso de que hubiera alguna alerta o alguna cosa, entonces contratamos una firma holandesa, que se especializa en estos monitoreos de deforestación para productos agrícolas, y nos está haciendo un monitoreo que mensualmente nos entrega la foto de las áreas de influencia palmeras de cara a la deforestación.
SEMANA: ¿Qué arrojaron estas cifras?
N.P.: Estas cifras confirmaron lo que el Ideam habían dicho, en el sentido de que la deforestación en Colombia no está causada por la palma de aceite; más del 99 % del área actual de palma de aceite es completamente libre de deforestación, pero nos va a permitir, además, en tiempo real, ir actuando en caso de que haya alguna alerta. Si me la entregan dos años después, ya realmente el daño estará hecho, y no puedo hacer nada al respecto.
Entonces esos son los tres frentes de trabajo fuertes que venimos haciendo, la certificación de pequeños productores con nuestro estándar, de aceite de palma sostenible de Colombia, comenzó el año pasado, ya los primeros 300 pequeños palmicultores están certificados bajo este estándar, la georreferenciación de los predios y el monitoreo.
Con esto vamos a estar listos para cumplir a partir del primero de enero de 2025 la normativa de deforestación de Europa. Ese pues es el mercado que normalmente de primero regula las cosas, pero estamos seguros de que en el mediano plazo, Estados Unidos, el Reino Unido y los otros mercados, incluso el nacional, empezará a exigir este tipo de requisitos, y por eso sentimos que ha sido un esfuerzo duro, un operativo de campo complejo, pero vamos a estar listos para cumplir con esto.
SEMANA: Ayúdenos a dimensionar la industria de la palma en Colombia, ¿de qué estamos hablando?
N.P.: Primer dato que la gente no conoce: este es el segundo cultivo más grande que hay en Colombia después del café. Actualmente en Colombia hay 600.000 hectáreas de palmas sembradas. Las tenemos distribuidas en cuatro zonas y la más grande es la de los Llanos Orientales, que para nosotros es la zona oriental, departamentos de Meta, Casanare y un poco en el Vichada, pero Meta y Casanare primordialmente. Ahí está la mitad de la palma de Colombia sembrada, en los Llanos.
Le sigue la importancia a la zona central, que es básicamente el valle geográfico del Magdalena Medio, departamentos de Santander, Cesar, Sur de Bolívar y Norte de Santander, allí con una particularidad que es una participación muy grande de pequeños palmicultores, especialmente en Tibú, Norte de Santander, Sur de Bolívar, la zona de los Montes de María. Ahí están casi 200.000 hectáreas de palmas. Luego le sigue en importancia la zona norte, que es el Urabá Antioqueño, Córdoba, Bolívar y Magdalena, ahí están enfrentando una situación compleja ahora, especialmente el departamento del Magdalena, es una enfermedad que le da este cultivo en Colombia que se llama la pudrición del cogollo, que ha sido una enfermedad dificilísima de administrar. Solo está presente en América, en el sureste asiático no existe, entonces nos ha tocado, con nuestro centro de investigación, entenderla, aprender cómo se controla y cómo manejarla.
Y en la última zona, que es la más pequeña, es la zona sur occidental, que es el área alrededor del municipio de Tumaco. Es un área también de altísima participación de pequeños productores y con muchas particularidades allá.
SEMANA: ¿Por qué?
N.P.: Este es un sector que genera cerca de 70.000 empleos directos y más o menos 120.000 adicionales indirectos con una particularidad que es contratación formal. El último estudio que hicimos de formalización nos dio más del 82%, la razón por la cual no somos 100% formales es que los palmicultores más pequeños que normalmente trabajan directamente su cultivo, no se contratan a sí mismos ciento por ciento formal.
SEMANA: ¿Y en materia de exportaciones?
N.P.: Somos el cuarto renglón de exportaciones agroindustriales, los tres primeros, café, banano, flores, palma es el cuarto, ahí competimos con el azúcar. Este es el principal aceite que se consume en el país.
SEMANA: ¿A cuánto ascienden las exportaciones?
N.P.: En el año 2022 llegaron a un nivel máximo de 1.000 millones de dólares, pero el año pasado hubo una corrección de los precios internacionales bastante marcada, quedando en 570 millones de dólares.
SEMANA: ¿Y esa corrección de precios por qué se dio? ¿Por demanda, por qué?
N.P.: El aceite de palma compite con todos los aceites vegetales. Los principales cuatro aceites vegetales son soya, girasol, canola o colza y la palma de aceite. Cuando en los últimos dos años hubo una subida impresionante de los precios internacionales de todos los aceites, influenciada por temas como la guerra de Rusia y Ucrania, ellos son los dos principales productores del mundo de aceite de girasol. Eso tuvo un efecto muy grande en el mercado, un golpe de oferta, hubo problemas climáticos en los productores de soya, particularmente Estados Unidos, Brasil y Argentina, y en la medida que primero se fueron solucionando los temas climáticos y luego en algo el tema logístico de las exportaciones de Ucrania, eso corrigió mucho los precios internacionales que son muy sustitutos. Entonces nosotros tuvimos los precios más altos de la historia por allá en mayo de 2022, eso se corrigió en 2023.
SEMANA: Y el producto que ustedes exportan es aceite de palma…
N.P.: Exactamente, Colombia está muy concentrada en la exportación de aceite crudo de palma, que la diferencia es que no ha sido refinado, la razón es que nuestros principales destinos de exportación que son Europa y los países de la región México y Brasil, tienen una industria de refinación importante y ellos importan el aceite crudo para refinar allá.
Ya para otros mercados, por ejemplo ahora que estamos viendo el mercado de Estados Unidos, allá tocaría exportar aceites refinados porque no hay una capacidad local de refinación de aceite de palma.
SEMANA: ¿Cuáles son los mercados potenciales que ustedes están viendo en los que Colombia podría tener posibilidades de desarrollo y crecer?
N.P.: El más importante, más allá de la alimentación humana que sigue siendo el principal mercado tanto nacional y de exportación, es el tema de los biocombustibles avanzados.
Este es un tema relativamente nuevo, aquí están incluidos los biocombustibles que van a permitirles a los aviones descarbonizar un poco su actividad, se conocen como SAF (Sustainable Aviation Fuels) y ese es un mercado de un tamaño impresionante. Todas las aerolíneas de los países desarrollados tienen unas metas de reducción de emisiones que pasan fundamentalmente por el uso de estos biocombustibles porque la tecnología de aviación a partir de nitrógeno, está a décadas todavía de ser comercialmente viable.
Entonces nosotros nos hemos centrado mucho en lograr la elegibilidad del aceite de palma colombiano como materia prima para producir esos biocombustibles. Es un proceso que regula una agencia laboral de las Naciones Unidas, que se llama la Organización Internacional de Aviación Civil, casualmente hay un colombiano que es el secretario general de esa organización, y ellos establecieron los criterios para hacer elegibles esas materias primas, que básicamente es que cumplan con reducciones de gases de efecto invernadero.
Nosotros estamos en ese proceso, el año pasado el Banco Mundial financió un estudio de análisis de ciclo de vida de la palma colombiana, la hizo una firma alemana, y los resultados confirman que la palma colombiana cumpliría con creces con esas metas de reducción, pero ese es un proceso de mediano plazo, eso son inversiones muy grandes.
En Colombia, Ecopetrol está haciendo pilotos de producción a partir de aceite de palma nacional. Con este estudio aceleró el proceso, y una vez nosotros logremos -y esto hay que hacerlo a través del Gobierno- que hagan elegible el aceite de palma colombiano, pues eso abre una nueva oportunidad de mercado para esta industria muy significativa.
SEMANA: ¿El volumen siguió siendo el mismo o fue solo efecto precio?
N.P.: De hecho, el volumen aumentó un poco respecto a 2022, fue 100 % efecto precio la corrección a la baja.
SEMANA: ¿Y ese volumen a cuánto asciende?
N.P.: El año pasado exportamos el 27% de la producción nacional, que son más o menos 480.000 toneladas.
SEMANA: ¿Cómo se han movido con el precio del dólar? Hace un par de años llegó a 5.000 pesos, pero el año pasado hubo una corrección y cayó casi mil pesos…
N.P.: En el efecto precio en las exportaciones se ha metido el cálculo en dólares, entonces por ahí no tiene impacto. Pero ya para el ingreso de los palmeros, el comportamiento de la tasa de cambio sin duda significó un menor precio porque ahí sí se combinaron las dos cosas.
Se corrigieron los precios internacionales y se corrigió la tasa de cambio, entonces por los dos hubo una reducción del ingreso.
Realmente los precios internacionales estaban en unos niveles tan altos que ni siquiera en el mediano plazo era deseable, porque además como eso se juntó con la subida de los precios de todos los productos agrícolas, la inflación de alimentos estaba por las nubes y la gente finalmente tiene cierto ingreso disponible para comprar alimentos.
O sea que nosotros sabíamos que iba a llegar esa corrección, sigue estando en niveles históricamente buenos el precio internacional, entonces no nos quejamos por ese lado del desempeño del sector.
SEMANA: ¿Cómo fue la dinámica de precios?
N.P.: En mayo del año 2022, cuando esto llegó al nivel más alto de la historia, a un palmicultor le estaban pagando por tonelada de fruto de palma, que es lo que ellos venden, más o menos 1 millón 200 mil pesos.
Hoy en día esa misma tonelada está por el orden de 700 mil pesos, que sigue siendo un nivel bueno. En dólares, una tonelada de aceite crudo de palma alcanzó a valer 1.900 y hoy en día está por el orden de los 950 dólares.
SEMANA: Una de las críticas que le han hecho al sector, y usted lo mencionaba, es el tema de la deforestación y se dice que la industria palmera ha participado en ese proceso. ¿Qué hay de mito y qué hay de verdad?
N.P.: Visto a nivel global es una realidad que la expansión de los cultivos de aceite de palma, especialmente en el sureste asiático, en Indonesia y Malasia, estuvieron muy vinculados con deforestación de selvas tropicales, que es la tierra que ellos tenían disponible.
Pero visto desde el punto de vista del caso colombiano, el monitoreo de deforestación y las cifras oficiales del Ideam muestran que la deforestación es muy importante. En Colombia, esa deforestación ha estado mucho más ligada a minería ilegal, cultivos ilícitos, acaparamiento de tierras y demás.
Entonces, en el caso colombiano, el reto grande que hemos tenido es mostrar que la deforestación no es inherente a este cultivo, sino que hay partes donde han deforestado para establecerlo, pero que se puede perfectamente hacer palmicultura sin deforestar.
En Colombia, el grueso de la palma se ha establecido en zonas que se usaban para otros cultivos. La palma nació en el país como un sustituto para las tierras algodoneras, luego sustituyó tierras arroceras y hoy en día buena parte de la palmicultura se ha establecido en fincas que estaban dedicadas a la ganadería extensiva. Ya eran tierras dentro de la frontera agrícola que se usaban para actividades agropecuarias, pero que no estaban siendo eficientemente aprovechadas.
SEMANA: ¿El nivel de inversiones del sector a cuánto asciende y cómo se ha venido moviendo en los últimos años?
N.P.: Este es el cultivo que más ha crecido en área en las últimas dos décadas. De hecho, yo le diría que no hay en Colombia ningún otro cultivo que haya aumentado significativamente de área en las últimas dos décadas.
El tamaño del área en palma se duplicó en los últimos 20 años. Y esto implicó llegar a nuevas zonas, incorporar nuevos productores. En estas dos últimas décadas llegaron pequeños productores al sector palmicultor bajo el esquema de alianzas productivas que está bastante generalizado, sobre todo en las zonas distintas de Los Llanos, básicamente, porque en Los Llanos hay pocos pequeños productores por la forma como está distribuida la tierra allá.
Entonces en los últimos cuatro años ha habido un esfuerzo muy grande que es menos visible, que es el de conversión de las palmas que estaban afectadas por la enfermedad de la pudrición del cogollo, que ha tocado sustituirlas por unas variedades que son más resistentes a la enfermedad.
En términos absolutos, el área no aumenta, pero para que usted se dé una idea, en los últimos 20 años en Colombia se han muerto 100.000 hectáreas de palma por cuenta de esta enfermedad. O sea que eso ha sido una pérdida económica gigante.
Y actualmente el departamento del Magdalena y el norte del Cesar están en el proceso de sustituir casi 15.000 hectáreas que estaban muy afectadas por la enfermedad y convertirlas al híbrido interespecífico, que es la variedad de palma que es más resistente.
SEMANA: Permítame que insista en temas de inversión. Más o menos en cuanto puede estar la inversión del sector en los últimos cuatro años, ¿cómo ha crecido?
N.P.: No tengo así el cálculo en la cabeza, pero la inversión que hay que hacer en palma, si usted lleva una hectárea a producción, que son cuatro años, más o menos estamos hablando de 30 millones de pesos por hectárea.
Y en estos últimos cuatro años el área ha crecido en más o menos unas 25.000 hectáreas nuevas, a las que se adicionan las 4.000 hectáreas que se han movido y las que nos ha tocado sustituir por la pudrición del cogollo. Eso es lo que tiene que ver con cultivo.
Luego en la siguiente etapa, que es la de extracción, que son las fábricas donde se extrae el aceite, ha habido inversiones muy significativas en los últimos cuatro años. En ese tiempo se han construido en Colombia unas diez plantas extractoras nuevas que han llegado a zonas donde no había antes plantas extractoras, por ejemplo, el departamento de Córdoba, el Urabá Antioqueño, que primero empezaron por establecer el cultivo y cuando entran en producción pues se establecen las plantas extractoras. Y en Norte de Santander también ha habido un incremento significativo de plantas extractoras.
En orden de magnitudes, una planta pequeña podemos estar hablando de inversiones más o menos de unos 10 millones de dólares, una planta grande estamos hablando ya de 15 a 20 millones de dólares.
SEMANA: ¿Cuántas plantas extractoras hay en el país?
N.P.: Hay 71 plantas extractoras en este momento, de todos los tamaños y algunas muy antiguas y algunas más nuevas, pero ese es el mapa de plantas extractoras actualmente.
SEMANA: ¿Cuál es la visión que usted tiene de una inversión que en general está muy caída frente a un sector agro que ha venido generando una mayor dinámica?
N.P.: En nuestro caso está explicado por la siguiente razón: hasta el año pasado la palmicultura estuvo contribuyendo en buena medida a ese desempeño del PIB agropecuario y por ende en la proporción que le corresponde al PIB total. ¿Por qué no se compagina eso con la inversión? La inversión está en todo lo que es formación bruta de capital fijo que es donde se miden inversiones en cultivos de tardío rendimiento, porque el grueso de las inversiones que han estado haciendo los palmicultores es en aumentar la productividad de lo que ya estaba o en la sustitución de cultivos afectados por enfermedades. Entonces allí esa inversión no se recoge tan claramente en el PIB, solamente por la vida de la producción.
Este año el caso ha sido distinto, el fenómeno de El Niño del primer trimestre le pegó bastante duro a la producción, sobre todo en estos primeros 4 meses del año tuvimos una caída del 8%, porque la sequía fue fuertísima y justamente en los meses donde más aceite de palma se produce en Colombia, que es entre enero y abril de cada año.
Entonces este año en el primer trimestre nosotros no vamos a contribuir al crecimiento del PIB agropecuario y las nuevas inversiones ya se han reducido. Para serle franco algunos de los proyectos que había de expansión de áreas han estado a la espera de cómo se desenvuelve el acontecer nacional, entonces no estamos esperando en el corto plazo un crecimiento en el área que sería la que se reflejaría en los temas de inversión.
SEMANA: ¿Cómo está el ambiente de negocios en un país sumido en la incertidumbre y con los mensajes del Gobierno en contravía de lo que pueda hacer el sector privado?
N.P.: El sector palmero, que tiene esa vocación de largo plazo, durante estos primeros dos años trató de mantener sus decisiones de inversión un poco desligadas del acontecer diario, pero la cantidad de mensajes del gobierno y el deterioro de la seguridad, ya empezaron a tener incidencias sobre las decisiones de inversión.
Entonces, en los meses más recientes, ya he oído empresas que le han puesto pausa a la inversión, a la espera de qué va a pasar con las reformas, con este tema de la constituyente y con el proceso de la paz total.
En el caso de los pequeños, por el contrario, siguen muy animados en Catatumbo, en Tumaco, en el sur de Bolívar, los pequeños siguen muy motivados con sembrar palma, pero las áreas de ellos son pequeñas. Entonces, yo creo que en el agregado seguimos teniendo una desaceleración.
SEMANA: Ustedes están en unas zonas que son bastante complejas, Tumaco, Catatumbo. ¿Cómo están enfrentando el tema de seguridad y eso qué tanto está afectando la actividad?
N.P.: Está supremamente difícil, particularmente el tema de la extorsión es lo que principalmente nos está afectando y le diría que en todos los municipios palmeros de Colombia hay problemas de extorsión.
Los que usted acaba de mencionar son tal vez los más complicados de todos porque hay múltiples actores armados exigiendo extorsiones. Están extorsionando a los campesinos, a los empleados, a los transportadores, a todo el mundo. Y eso desanima mucho a la gente, porque habíamos tenido unos años mejores donde la gente estaba pudiendo trabajar mucho más tranquila.
SEMANA: ¿Cómo enfrentan eso?
N.P.: Primero, nosotros hemos sido muy cuidadosos de denunciar ante las autoridades todos los casos de extorsión . Existe la preocupación de que el Estado realmente ha hecho poco para contrarrestar estos temas. Está ese tema de la extorsión carcelaria que es complicadísimo: gente que desde las cárceles hace extorsiones.
Hemos sido muy cuidadosos en el tema de las denuncias. En algunos casos hemos visto respuesta de las autoridades, tanto fuerzas militares y de policía y de los Gaula, nos han ayudado mucho.
Pero en la parte de judicialización sigue muy lento el tema y por lo que yo hablo con colegas de otros sectores, la verdad es que el tema está desbordado en todos los sectores. Esto no es un tema contra la palma.
A nosotros nos afectó mucho la caída, irónicamente, de los precios de la pasta de coca en el Catatumbo, en Tumaco Sur de Bolívar, porque los grupos que se dedicaban a esas actividades entonces se voltearon a la palma para cobrar extorsiones para compensar esa pérdida de ingresos. Eso nos ha dado durísimo. Entonces ha sido muy difícil.
SEMANA: ¿Y cómo es la interlocución que ustedes tienen con el Gobierno? No solo con el Ministerio de Agricultura, sino con el Ministerio de Defensa…
N.P.: Es fluida, pero no tan efectiva como nosotros esperaríamos. Hemos tenido una tradición de colaboración con las fuerzas militares del Ministerio de Defensa, la Fiscalía, y eso se ha mantenido. En el marco del Consejo Gremial hemos estado haciendo un seguimiento muy detallado de cada una de las zonas, reuniones por regiones para entender las particularidades. Y, como le digo, es fluida la conversación, pero la efectividad de las acciones sí todavía deja mucho que desear.
SEMANA: ¿Tiene algún cálculo de lo que pueda significar esta incertidumbre, pero sobre todo este tema de seguridad en la producción?
N.P.: Estrictamente hablando, en la producción no afecta porque la gente igual tiene que recoger lo que producen las palmas y se moviliza. Es muy difícil estimar el impacto de la extorsión en las cuentas del negocio, porque ese no es un tema del que se hable abiertamente. Sé que a todos los palmicultores les exigen, no les importa si es campesino, si es madre cabeza de familia, a todo el mundo le exigen las extorsiones, y eso está dificultando las cosas, pero no tengo un cálculo de cuánto puede costar eso.
SEMANA: ¿Cuál es el escenario que usted está viendo en el mediano y corto y mediano plazo para la industria palmera? ¿Qué va a pasar de aquí en los próximos dos años en el gobierno Petro y más adelante?
N.P.: Esta es una industria que tiene un futuro muy positivo, porque todos los mercados que nosotros atendemos están teniendo una dinámica importante, y lo que se ve hacia adelante es que cada vez se van a necesitar más alimentos para la población creciente del mundo, se van a requerir más alternativas limpias para la descarbonización del sector de transporte y de energía, y nosotros estamos metidos en todos esos sectores. Entonces, desde el punto de vista del negocio, el panorama es muy favorable.
El tema es qué tanto vamos a poder aprovechar esas oportunidades, y allí yo diría que el reto de corto plazo más importante, en el caso colombiano, es el tema de la seguridad, la física y la jurídica.
Tener claridad sobre cuál es el alcance de las reformas que quiera hacer el Gobierno, cuál es el alcance de la reforma agraria, que se respeten temas como la propiedad privada y los derechos de propiedad, en un cultivo que usted lo planta y va para 40 años, pues lo básico es tener certeza sobre el uso y el aprovechamiento de la tierra.
Si nosotros logramos tener un panorama claro en ese frente, este es un sector que tiene unas oportunidades gigantes, con el beneficio adicional de que es un sector que ha demostrado tener un modelo probado de inclusión de pequeños productores, no como una promesa o aspiración, sino como algo que ya sucede hoy en día, y que les ha permitido a miles de familias campesinas de Colombia hacer sustitución de cultivos ilícitos, reincorporarse de grupos armados ilegales, y una cantidad de cosas positivas. ¿Cuál es el reto de mediano plazo más grande de este sector? Los temas de mano de obra.
SEMANA: ¿Por qué?
N.P.: Este es un sector que sigue siendo muy dependiente de la mano de obra, y que a pesar de tener su esquema de contratación formal y de beneficios, sabemos que el cambio en la demografía del país necesariamente nos va a llevar a que cada vez menos personas estén disponibles para trabajar en el campo, y allí, esto lo comparte la palmicultura a todo el mundo, los retos de automatización y mecanización son los desafíos del mediano plazo. Creo que en materia de mercado lo que hay es oportunidades, lo importante es que tengamos las condiciones básicas para aprovecharlas.
SEMANA: El Gobierno ha planteado que el agro es una de sus grandes apuestas en materia productiva, pero también ha anunciado cambios a través de la reforma agraria, ¿a ustedes cómo les pega eso?
N.P.: Hasta ahora, si nos referimos a la reforma agraria como el proceso de entrega de tierras, a nosotros no nos ha afectado, tuvimos al principio del Gobierno y hasta mediados del año pasado, problemas con invasiones de fincas por esta expectativa que se había generado de que las invasiones podían dar lugar a esa entrega de tierras, pero para serle franco, desde mediados del año pasado no hemos tenido nuevos casos de invasiones de tierras, y las tierras dedicadas a la palmicultura, todas están siendo utilizadas productivamente.
No hemos entrado en el proceso de negociación con el Gobierno para la venta de tierras, ese es un esfuerzo que se ha hecho, sobre todo en el sector agro. Las tierras palmeras están aprovechadas productivamente.
Lo que sí creo yo que le falta a la apuesta del Gobierno de reforma rural son las otras cosas distintas de la tierra, que es realmente lo que permite utilizarla productivamente: las vías terciarias, la conectividad, la seguridad, la inversión en investigación y en asistencia técnica. Nosotros tenemos la ventaja como sector que administramos recursos parafiscales y hemos podido utilizar esos recursos para la investigación y la transferencia de tecnología, entonces no sufrimos por eso. Pero si usted quisiera realmente potenciar este país en materia agropecuaria, pues hay muchos sectores que no tienen nada en materia de investigación y de asistencia técnica para los productores, que sumados al déficit en vías terciarias, en conectividad y demás, pues ponen en entredicho qué tan factible es convertir a Colombia en una potencia agroalimentaria.
SEMANA: ¿Qué esperan de su congreso por estos días?
N.J.: El eje conductor de todas las reuniones es el avance en la implementación de nuestra estrategia de sostenibilidad, porque esa es la apuesta que ha hecho este sector de tiempo atrás, porque ya se viene la implementación de la normativa europea que ha guiado el esfuerzo de los últimos meses.
Y por otro lado, nosotros le propusimos al Gobierno hace un año que en la medida que ellos fueran entregando tierras a campesinos, viéramos cuáles de ellos que estuvieran en zona de influencia palmera, pudieran volverse palmicultores como parte del aprovechamiento de esas tierras.
Entonces ver un poco cómo va ese avance en la implementación, que ha sido muy lento. Esta semana nos hablaron de la compra de un poco más de 80 mil hectáreas del millón que iban a entregar, así que no se ha podido avanzar significativamente.
Y el otro frente que vamos a trabajar con el Gobierno es con Ecopetrol y el Ministerio de Minas en los temas de biocombustibles de aviación y en los biocombustibles avanzados. Esos son los dos frentes de trabajo que tenemos con el Gobierno.
Y en materia del reto de la transición demográfica, va a venir la empresa más grande de palma del mundo, que es de Malasia. Ellos son los pioneros en este momento en investigación en mecanización y robotización, y vienen a contarnos un poco qué han estado haciendo, porque el problema de ellos es aún más grande; a Malasia le toca traer gente de fuera del país para trabajar en la palmicultura, a nosotros nos toca mover gente al interior del país. Entonces están más afanados en ese proceso y por ende más avanzados. La idea es ver en qué estamos en esa transición para aumentar la productividad.