Cuando se juntan todas las situaciones que han surgido alrededor del abastecimiento energético en el país, tanto en energía eléctrica como en gas, el panorama es como el de un túnel oscuro.
Las tarifas eléctricas aumentaron en 15,3 por ciento anual entre 2021 y 2024 y en regiones como el Caribe, donde hay una situación especial, aún más.
Colombia tuvo que dejar de vender energía a Ecuador como una medida preventiva para no llegar a quedarse en tinieblas, pues los embalses para producir en las hidroeléctricas están en niveles bajos y la sequía no se había querido ir. En los últimos días empezó a llover, pero aún se ve lejos llegar a la suficiencia de agua. De hecho, la Creg (Comisión de Regulación de Energía y Gas) pasó la situación de un estado de vigilancia, a riesgo.
En busca de no llegar al apagón se prendieron a todo vapor las plantas térmicas, que -según lo ocurrido en la última semana- le estarían aportando al Sistema Energético Nacional el 45 por ciento de lo que se consume. Con ello, se busca un respiro para la generación hídrica, mientras se espera que llueva para que los embalses vuelvan a los niveles de agua que den más tranquilidad.
Como nada en el sistema energético está desconectado, gran parte de la fuente de generación térmica funciona con gas, alrededor del cual hay una alerta encendida porque se podría pasar de la escasez al déficit.
Todos hablan del gas
El tema es tan sensible que se aborda en todos los rincones del país y fue pan de cada día en la Cumbre de Petróleo, Gas y Energía que se realizó en Cartagena, en la que el presidente de la Asociación Colombiana de Petróleo (ACP), Frank Pearl, pidió al Gobierno no olvidar, de cara a una transición energética, que los hidrocarburos siguen siendo esenciales para millones de colombianos. “Generaron recursos por 57 billones de pesos en 2023, 21 por ciento de los ingresos corrientes de la nación, y pusieron 18 de cada 100 pesos que ingresan por inversión extranjera directa”.
En una coyuntura como la actual, la decisión del gobierno, de no exploración del subsuelo con nuevos contratos preocupa a los gremios y podría ser un ‘morderse la cola’, pues la transición energética lo que requiere es plata. No en vano, para reemplazar un megavatio de gas se requieren 8 megavatios solares y cada uno vale un millón de dólares.
En ese contexto, Francisco Lloreda, expresidente de la ACP, criticó la intervención del ministro de Minas, Andrés Camacho, en la cumbre del sector. “Sin ruborizarse, el ministro dijo que el Gobierno garantiza ‘la soberanía y la seguridad energética’, cuando ya se perdió la primera y está en riesgo la segunda”.
La seguridad energética pende de un hilo
En energía eléctrica, la producción se está garantizando, pero si aparece una piedra en el camino dispararía el riesgo de apagón. “Colombia necesita 240 gigavatios hora diarios y eso somos capaces de producirlo con las plantas que hay. Pero cualquier daño, por ejemplo, en una red de transmisión, disminuiría esa cantidad de energía y habría que racionar”, recordó Germán Castro, contralor general delegado en el sector de Minas.
El hecho de que las térmicas que usan gas natural para funcionar estén al tope es una presión adicional, pues ya la producción de ese combustible está al límite. “Producimos 1.000 millones de pies cúbicos diarios y los consumimos todos. Cuando se necesitan las térmicas se utiliza el gas importado, lo que se hace a través de la planta regasificadora Spec, alternativa que diseñó y aprobó la Creg en 2013”, dijo Castro, y agregó que esa planta, la única para la importación de gas, entrará en mantenimiento a finales de octubre, lo que reduce temporalmente las posibilidades de contar con el combustible que entra por ese lado. Ecopetrol tiene el plan de ampliarla, pero no habría forma de evitar las demoras.
El pozo de la dicha
En medio de esas preocupaciones hubo un bálsamo durante la cumbre del sector. Rogerio Soares, gerente de activos exploratorios de Petrobras, que es socio de Ecopetrol en el proyecto Sirius, antiguamente llamado Uchuva, confirmó que hay más de 6 terapiés de gas in situ. Es decir, el recurso está en el subsuelo. Pero se requerirán 5.000 millones de dólares, 116 consultas previas en las comunidades y al menos tres años para que ese gas llegue a apoyar la demanda del país.
Si bien la confirmación del hallazgo y su productividad, levantó los ánimos, no sería suficiente. “Esta noticia positiva, sin embargo, no soluciona la escasez de gas de corto plazo que nos ha llevado no solo a importar de manera continua, sino a proyectar su uso para sectores como el de hogares e industria que lo han tenido garantizado, sino que ha incrementado la vulnerabilidad del país al régimen de lluvias, es decir, al potencial hídrico”, sostuvo Lloreda.
Para Lloreda, hasta el momento no es claro si habrá gas para terminar el año y no se cuenta con la infraestructura necesaria para importar en 2025 y 2026. “Es urgente ampliar la planta de regasificacion de Cartagena o importar gas natural licuado por el Pacifico o el Caribe y llevarlo licuado por carretera hasta plantas de regasificación estratégicamente localizadas”, sugirió.
Sin quedarnos en el debate de pérdida de autosificiencia
Pero uno de los mensajes que también predominó en la Cumbre de Petróleo, Gas y Energía es que el país no se puede quedar enfrascado en el debate de la pérdida de autosuficiencia energética y de quien tiene la culpa o quién gobernaba cuando se encontró el que ahora es el pozo más grande jamás encontrado. Andrés Bitar, vicepresidente de estrategia de la ACP, puso en el debate de las cifras de los colombianos que aún dependen de la leña, que serían unos 6 millones y requieren ser conectados, pues, a su juicio, el gas cambia vidas.
Aseguró además que se requiere conseguir gas, pero “gas colombiano”, lo que también estuvo en línea con el mensaje de Pearl, de una transición energética a lo colombiano.
Para ello, según Bitar, “hay faltantes de entre 6 y 13 por ciento de las necesidades contractuales en 2025, cifras que irán aumentando en el futuro”, advirtió.
Entonces, el desafío es dejar atrás las tensiones y es encontrar el interruptor que encienda todas las luces del sistema energético.