Dicen que será el juicio del año en Washington. En un lado del estrado judicial está la Federal Trade Commission (FTC), un organismo estatal de apenas 1.100 empleados y un presupuesto de 330 millones de dólares, cuya función es velar por los derechos del consumidor. En la silla de los acusados está Facebook, la red social más grande del mundo, cuyas ganancias en el último trimestre ascendieron a 21.500 millones de dólares.

Solo esa diferencia astronómica en recursos ya muestra que la puja será desequilibrada, pues se da por descontado que la firma de Mark Zuckerberg sacará el dinero que sea necesario de su abultado bolsillo para su defensa.

El juicio que le montaron la FTC y 46 estados a Facebook se ha esperado por mucho tiempo. Desde ya muchos dan por descontado que cambiará la industria de las redes sociales, pues hasta ahora estas compañías habían crecido sin límites ni restricciones del Gobierno federal.

En este caso concreto, los fiscales basan su demanda en que esta compañía ha empleado tácticas que evitan la sana competencia entre las empresas tecnológicas, ya sea mediante la intimidación o la aniquilación de sus rivales.

Como evidencia número uno, los acusadores presentarán la compra de dos empresas que podrían haber sido fuertes rivales si Facebook no les hubiera hecho una oferta económica difícil de rechazar. Se trata de Instagram y WhatsApp. Facebook compró la primera por 1.000 millones de dólares en 2012 y WhatsApp por 18.000 millones de dólares en 2014. Aunque en ese momento el Gobierno no dijo nada por la adquisición, hoy la FTC quiere revisar la compra, lo que ha sido interpretado en el sector como una señal de que ninguna venta es final.

También se le acusa de haber mantenido esa supremacía en el mercado mediante métodos poco ortodoxos, como amenazar a desarrolladores independientes de software de sacarlos de sus redes si hacían productos que compitieran con Facebook.

Otro de los potenciales delitos es que adquirieron algunas empresas con la única intención de cerrarlas, aunque retienen a sus empleados, una práctica que en Estados Unidos conocen como acquire.

Lo cierto es que al tener acceso exclusivo a millones de usuarios que usan sus servicios en sus computadores y portátiles, Facebook puede detectar posibles rivales incluso antes de que crezcan y que sus productos ganen aceptación entre usuarios y consumidores. Aunque su fundador y CEO, Mark Zuckerberg, se defiende de dichas acusaciones diciendo que aún tienen mucha competencia alrededor –TikTok, para no ir muy lejos–, en la práctica los fiscales parecen tener razón.

De hecho, Facebook anunció recientemente su interés por Kustomer, una empresa naciente enfocada en las relaciones con clientes que vale 1.000 millones de dólares. De ahí que, para muchos, la FTC tiene la razón, pues todo confirma que la visión de competencia de Facebook es el monopolio y eso se evidencia en un e-mail que envió Mark Zuckerberg en 2008 en el que dice “es mejor comprar que competir”.

Después de una investigación de 18 meses, los fiscales van por la división de la compañía, la sanción más alta que se puede otorgar. Un ejemplo de estas tácticas que la FTC quiere abolir es lo que llaman el matoneo empresarial y el mejor ejemplo es el de Snapchat, que inició su servicio en 2011 como red social innovadora, que permitía al usuario usar filtros para tomarse selfies y videos. Facebook quiso comprarla, pero la oferta fue rechazada y ante esto, según el diario The New York Times, “copió todos los productos de esta red, una y otra vez, para acabarla”. Hoy Instagram cuenta con esos divertidos filtros, mientras Snapchat ha perdido su impulso.

Entre tanto, Instagram y WhatsApp han aumentado en popularidad y con ello le han dado control a Facebook sobre tres grandes redes sociales y de mensajería. A su vez, estas aplicaciones han logrado convertir a Facebook, en 16 años, en una poderosa compañía con un valor de 800.000 millones de dólares.

Como dijo Letitia James, fiscal general de Nueva York, que lidera al grupo de estados demandantes: “Por casi una década Facebook ha usado su dominancia y poder para acabar con los rivales más pequeños y sacarlos de competencia usando información y dinero”.

Esto se logra además porque, como Google y otras compañías de internet, Facebook genera ganancias al vender a terceros los datos de los consumidores, que aparentemente reciben el servicio gratis, pero en realidad pagan con su tiempo e información esa gratuidad. Gracias a ese monopolio, Facebook puede cobrar a los dueños de productos el precio que quiera a la hora de hacer publicidad en dichas redes. Y sin rivales pueden dictar normas de privacidad más laxas para lograr mayor acceso a datos personales de sus usuarios que a su vez los llevarán a tener mejores estrategias de mercadeo.

¿Quién ganará?

Aunque los argumentos de la FTC son muy sólidos, muchos dicen que el caso no está ganado. Desde 1998, cuando Microsoft tuvo que enfrentarse al Gobierno federal de su país y a 20 fiscales de diferentes estados, no se daba un juicio antimonopolio contra una empresa tecnológica de grandes ligas como Facebook.

Es cierto que ha habido multas a las grandes compañías tecnológicas en estos años, pero han sido insignificantes. Cada una de las grandes industrias, incluidas Amazon y Google, ha podido crecer sin problemas mientras las Big Tech, como se le conocen, convierten a sus fundadores en las personas más ricas del mundo. Pero esa tregua de 22 años se rompió el año pasado, cuando el Departamento de Justicia acusó a Google de prácticas que favorecían el monopolio de la publicidad y las búsquedas en internet.

Ahora está haciendo lo mismo con Facebook con esta demanda. Los expertos señalan que los fiscales tendrán dificultad para ganar el litigio porque, por un lado, deben demostrar que Facebook compró a sus rivales con el objetivo expreso de acabar su competencia y, además, probar que el mercado de esas redes sociales habría estado mejor sin esas compras. Pero más importante aún, tendrán que explicar por qué no detuvieron las compras en su momento, pero sí lo quieren hacer ahora.

También deben refutar el argumento de Facebook de que, pese a sus adquisiciones, el mercado de las redes ha permanecido competitivo. De hecho, Zuckerberg señala como evidencia el caso de Tik Tok, la aplicación china para videos cortos, y de Parler, una red social de personas que se inclinan políticamente hacia la derecha.Otros, sin embargo, dicen que el caso para la FTC es pan comido. “Es muy claro y fácil de ganar”, dice Tim Wu, profesor de la Escuela de Leyes de la Universidad de Columbia, pues solo basta con mostrar que Facebook compró esas empresas para mantener su dominancia.

Mark ZuckerbergFundador y CEO de Facebook

Pero aun si la FTC resulta victoriosa, un problema será desmembrar la compañía debido a que, aunque en un principio Zuckerberg manejó a cada una de forma independiente, hoy son como hermanas siamesas que funcionan con una misma infraestructura de base para que los usuarios de una y otra puedan comunicarse más fácilmente.

Si los fiscales ganan el caso, Zuckerberg tendría que rehacer la compañía y eso, según él, podría ponerla en riesgo. De hecho, con el anuncio de James, la acción cayó 2 por ciento.

Lo que se da por descontado es que esta será una batalla legal larga. Y sin importar cuánto dure y quién gane, demuestra la importancia que Facebook cobra hoy entre los ciudadanos del mundo.

Aunque comenzó como una forma de conectar a los estudiantes de la Universidad de Harvard, la compañía dio un salto enorme en 2011 cuando empezaron a salir teléfonos móviles equipados con cámaras que permitían subir fotos a las redes sociales.

El poder de Facebook pronto se vio reflejado en el comercio, las redes sociales, la publicidad en línea y hasta la política, a tal punto que hoy preocupa su influencia en las elecciones de distintos países. Nadie duda de que las redes están cambiando las costumbres de la gente y modelando nuevas formas de hacer negocios. Eso no es malo. Lo importante es que se haga en medio de una sana competencia.

Aunque esta batalla legal no afectará a las personas en el plano personal, podría tener un impacto en los planes para el futuro de Facebook, que al enfocarse en este pleito perdería oportunidades de inversión y desarrollo, tal como le sucedió a Microsoft hace dos décadas. Lo más seguro es que se sentará un precedente frente a cómo las compañías hacen sus futuras adquisiciones en la industria tecnológica. Por eso será un juicio para alquilar balcón.