Se aproxima el que podría ser el último capítulo de la novela del Grupo Empresarial Antioqueño (GEA), la estructura societaria que se mantuvo por décadas, como una coraza impenetrable, que buscó evitar la entrada de inversionistas distintos a los de la camada de industriales paisas que consolidaron el enroque empresarial más famoso en la historia del país.
Los Grupos Argos y Sura anunciaron que llegaron a un acuerdo para buscar la independencia de las sociedades, lo que ya recientemente sucedió con Nutresa, como resultado final de las ofertas públicas de adquisición (OPA) que lanzó desde noviembre de 2021 el Grupo Gilinski, cuyo presidente, Jaime Gilinski, había argumentado en su momento que la focalización de cada proyecto empresarial en su core de negocio sería el mejor escenario para todos, incluidos los pequeños inversionistas, por cuya protección siempre ha insistido el empresario caleño.
A la llegada de las OPA, el colectivo empresarial navegaba por lo que parecían aguas tranquilas, pese a que se iba ahondando la distancia entre el verdadero valor de las compañías y el de sus acciones en el mercado. En últimas, los privilegios de esa circunstancia eran para los administradores, más no para los pequeños tenedores de acciones, quienes tuvieron largos periodos sin que sus dividendos prosperaran, como salió a relucir en las asambleas que fueron convocadas para resolver el camino a tomar con las ofertas de adquisiones.
Por muchos años, las participaciones cruzadas en las compañías del GEA fueron vistas como una enorme fortaleza, porque se consultaban entre ellos para trazar planes con visión de largo plazo, lo que ayudó a posicionar el liderazgo de los negocios en Latinoamérica. Los socios estratégicos que buscaban no eran solo los que tuvieran el músculo financiero y provinieran de la región, sino también aquellos que compartieran su filosofía.
Ahora que llega el inminente y definitivo desenroque, se evidencia que la existencia y fin del GEA se resume en una frase: en sus orígenes se juntaron para blindarse y crecer, y ahora se separan, buscando fortalecerse individualmente. Para los analistas consultados, no es que el modelo de propiedad cruzada haya fracasado, sino que las realidades son cambiantes.
El GEA se formó a finales de la década de los 70, por decisión de una élite de empresarios que cerró el cerco alrededor de sus tres holding principales: Sura, Argos y Nutresa, cada una de las cuales eran jugadoras en sectores muy distintos.
Salieron de compras
Durante los años de permanencia del enroque realizaron múltiples movidas, dependiendo del momento económico del país, como ocurrió en la época de la apertura, en el gobierno de César Gaviria, luego de la cual, se trazaron la meta de internacionalizar los negocios de cada holding: los financieros y de seguros, con Sura; los de alimentos, con Nutresa, y los de construcción e infraestrutura, con Argos. Así lo hicieron. Cementos Argos, filial del grupo, empezó a exportar cemento a Estados Unidos, y, posteriormente, entró directamente a competir en el mercado norteamericano, comprando compañías de concreto en Texas y en la costa sur de esa nación. Nutresa se fue de compras al exterior y dio un gran salto con la adquisión que hizo en Centroamérica, con la traída a sus filas de compañías como Cordialsa, que desde 2004 es quien distribuye y comercializa en Estados Unidos las empresas de alimentos pertenecientes al Grupo Nutresa.
Algo similar pasó con Bancolombia, que ya tenía un antecedente valioso desde 1995, con la internacionalización del BIC (Banco Industrial de Colombia), con el cual salió a enlistarse en la Bolsa de Nueva York, convirtiéndose en una de las primeras firmas nacionales en contar con un ADR nivel III en el parqué neoyorquino, que hoy además es uno de los más líquidos de empresas colombianas. No obstante a esos resultados, “las del GEA eran empresas que desde su estructura de propiedad estaban enrocadas acá y hacían muchos negocios cruzados que no les permitían tener claridad estratégica”, recuerda Carlos Raúl Yepes, expresidente de Bancolombia.
Cuando llegaron las OPA, esa telaraña accionaria estaba vigente, pese a las advertencias de analistas que pronosticaban que podría ser el talón de Aquiles del GEA, porque los enroques llevan a que nuevos inversionistas no apetezcan este tipo de compañías con las que, al invertir en ellas, compran de todo un poco. Nutresa y Sura tenían propiedad en Argos y viceversa.
Aunque las holding del GEA contaban con perfiles distintos, formaron un tejido del que estaban colgadas numerosas compañías que iban avanzando hasta ser reconocidas como las mejores en sus respectivos sectores. Por ello, para Brayan Álvarez, experto en análisis de mercado, “ahora que son más maduras, con un núcleo de negocio bien establecido, es natural que se quieran enfocar en lo específico de cada una. Argos, por ejemplo, manifiesta que quiere ser ciento por ciento una compañía de infraestructura y no estar como controlante de una empresa de servicios financieros como Sura”.
José Alberto Vélez, quien fue presidente del Grupo Argos y vicepresidente de Sura, también se muestra de acuerdo con el anuncio hecho por las dos holding que quedan del GEA. “Considero que es la mejor manera de atraer fondos de inversión internacional que pongan recursos en organizaciones enfocadas en sus negocios, sin tener que estar pendiente del de las hermanas. Esto les permitirá un mayor crecimiento”.
Múltiples desenroques
Aunque se habla ahora de un desenroque del GEA motivado por la llegada de las OPA por Nutresa y Sura, ya en el pasado había existido otro episodio similar. Solo que, en aquella oportunidad, cuando –por ejemplo– se escindió la Compañía Nacional de Chocolates, con el propósito de poner su producción industrial en una canasta distinta a la de otras inversiones, se trató de una separación de negocios. Por ello, Yepes señala que ahora, lo que se está dando es un desenroque accionario, cuya ruta a seguir aún se desconoce.
En todo caso, Brayan Álvarez estima que, sin duda, la llegada de los Gilinski marcó un hito importante para avanzar en ese desenroque, en el que hubo cierta resistencia por parte de las empresas del GEA, a sabiendas de que era el camino adecuado. “Las OPA les imprimieron dinamismo a las acciones y abrieron oportunidades para los minoritarios. Claramente, hay un antes y un después del traspaso de Nutresa a los Gilinski”.
Ahora, con Sura y Argos, los estimativos de analistas apuntan a que puede haber recompra de acciones (una le entrega a la otra la parte de acciones que no es de su negocio) y lo que falte, abriría la puerta para la llegada de un socio estratégico que tenga una relación indirecta con el GEA, alternativa que, sin embargo, podría no ser tan fácil de ejecutar, pues, luego de la transacción de las acciones que Gilinski tenía en Sura, para que el grupo empresarial de los caleños quedara solo con Nutresa, Argos aumentó su participación, tanto directa como indirecta, en la compañía financiera y de seguros, lo que probablemente demoraría la tarea de conseguir inversionistas, pues se trata de una proporción grande de la propiedad, y con una valoración alta.
Efectos positivos
Por el momento, los efectos de los anuncios de independencia de las holding del GEA, que aún están pendientes de visto bueno de las autoridades correspondientes, han sido positivos. Tan pronto como se conoció el anuncio de un memorando de entendimiento las acciones de los dos grupos empezaron a valorizarse, tal como sucedió con Nutresa, que ahora vale 78.257 pesos por título (precio del 31 de octubre), mientras que en la última OPA el inversionista pagó 7,71 dólares (hoy 34.031 pesos).
Un beneficiado transversal es el mercado de capitales colombiano, según expresa Álvarez, porque las acciones han recuperado su liquidez y valor. No hay que olvidar que, en los primeros seis meses del proceso de compra por parte del Grupo Gilinski, la capitalización del GEA pasó de 72,6 billones de pesos, a 99,1 billones, cifra que en ese momento equivalía a un crecimiento de 33,6 por ciento.
Esta semana también se dio a conocer que Bancolombia, en la que Sura tiene casi la mitad de la participación accionaria, transformará su estructura societaria para volverse una holding que se llamará Grupo Cibest, que será la matriz de todos los negocios de la entidad financiera en los países donde tiene presencia. Al igual que en el caso de Argos y Sura, la movida está sujeta a aprobación de reguladores y de la asamblea, pero desde ya, los analistas vislumbran que habría recompra de acciones, algo que no podían realizar bajo la figura de un banco, y ayudaría a liberar valor a los títulos.
En todo caso, con el anuncio de Argos y Sura, queda el interrogante de si el GEA, con el desenroque accionario de ahora, seguirá vivo, como estrategia de pensamiento empresarial, para seguirse asesorando entre todos y anticiparse a los retos del futuro, o definitivamente le pondrá fin a ese capítulo de su historia.