La propuesta se veía venir. Después de tres exitosas jornadas del denominado Día sin IVA, que mitigaron la dura sequía de ventas generada por la cuarentena para reducir los contagios de covid-19, los empresarios quieren que estas fechas sigan.
Esas jornadas, creadas por la Ley de Crecimiento Económico o reforma tributaria de 2019, buscaban ‘mover la registradora’ de las empresas en tres días de 2020 y tres del primer semestre de 2021, durante los cuales un grupo de productos no pagarían el 19 por ciento del IVA.
Pero cayó como anillo al dedo ante el nefasto impacto de la pandemia. Por eso, tras observar los buenos resultados de este año, el presidente de Fenalco, Jaime Alberto Cabal, hizo oficial su petición para que estas jornadas se mantengan en los siguientes años. Y el Gobierno, en principio, dijo que sí.
Cabal destaca que, en un año atípico, esta estrategia dio “réditos para el comercio y las empresas, que aumentaron sus ventas de manera sustancial; para los consumidores, que aprovecharon los descuentos, e incluso para el recaudo”.
Los beneficios para empresarios y consumidores son evidentes: en la primera jornada, el 19 de junio, las ventas fueron de 5,4 billones de pesos; en la segunda, el 3 de julio, llegaron a 2,7 billones y en la tercera, el 21 de noviembre, fueron de 5,8 billones de pesos.
En principio, no parece evidente el beneficio para el Gobierno. Las jornadas sin IVA implican un sacrificio fiscal importante en un año en que la caída en la actividad económica pagará menos impuestos. En la discusión de la tributaria, a finales de 2019, se estimó que las tres jornadas le significarían a la Dian un menor recaudo de unos 450.000 millones de pesos. No es el único impacto negativo. En el imaginario colectivo queda también la idea de que el IVA es malo y por eso hay que aprovechar los descuentos.
Sin embargo, los comerciantes tienen cifras que muestran que el Gobierno ganó con estos días. Por un lado, el descuento del 19 por ciento del IVA no aplicó para todas las ventas generadas en cada una de estas jornadas. Por ejemplo, el 21 de noviembre las ventas totales fueron de 5,8 billones de pesos, pero solo 1,8 billones correspondieron a productos para los que aplicaba ese descuento.
Los otros 4 billones de pesos en ventas fueron de productos que sí pagan el IVA. Todo indica que, en medio del alboroto, muchos consumidores, ‘entrados en gastos’, se antojaron de otras compras o aprovecharon los descuentos programados por el comercio. Sobre esas ventas la Dian sí recauda.
Esto mismo ocurrió en las jornadas anteriores, cuando no solo se movieron las ventas de los productos beneficiados por el descuento de IVA, sino también de un grupo adicional de mercancías. Por eso, Cabal propone que para las próximas ocasiones se amplíen el grupo de productos y los montos, también que se flexibilicen los plazos de facturación y de entregas.
El presidente Iván Duque recordó en la asamblea de Fenalco que los días sin IVA fueron su promesa de campaña y están en la Ley de Crecimiento, por lo tanto “se convierten en una política de Estado”. Anticipó que harán los ajustes normativos ante el Congreso para que sigan a partir de 2022. Javier Hoyos Arboleda, asesor legislativo, cree que este tema podría tramitarse en la reforma tributaria que el Ministerio de Hacienda ya anunció para el próximo año.
El Gobierno tendrá que hacer bien las cuentas porque, aunque es una buena medida, este es un momento de vacas flacas. El balón está en la cancha del MinHacienda.