Uno de los fenómenos de mayor relieve en las cifras de empleo es el incremento considerable en las personas inactivas. Según los datos que reveló este jueves el Dane, la población inactiva llegó a 16,9 millones de personas en junio pasado. Un incremento de 2,6 millones frente al año anterior. Lo que preocupa más es que de las personas que se declararon inactivas, casi dos millones aseguraron haber tenido trabajo recientemente. Es decir, son personas que tuvieron una ocupación en algún momento y que al perderla decidieron no buscar más. Aunque el número de inactivos sigue siendo alto, el ritmo de crecimiento ha cedido entre abril y junio de este año, lo que podría significar que muchas personas ya empezaron a buscar trabajo de manera más decidida ante la inminencia de una reapertura económica. El dato sobre inactivos es importante porque “matiza” las cifras de desempleo: una persona inactiva no demanda trabajo y en consecuencia no aparece en las estadísticas de desocupación. Así que el fenómeno debe ser analizado de manera separada. Lea también: Así sería la reforma laboral del Gobierno Duque Uno de los analistas que ha venido advirtiendo sobre este hecho estadístico es Felipe Campos, director de investigaciones económicas de Alianza Valores. De acuerdo con Campos, si se incluyen los que entraron en modo “inactivo” durante la pandemia, el impacto de la enfermedad sobre el empleo fue desastroso: la tasa de desocupación alcanzaría a ir por encima del 30%. Según el director del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane), Juan Daniel Ovideo, la encuesta de junio incluyó preguntas sobre las dificultades que ha venido presentando la población inactiva. Las respuestas muestran que esta población ha tenido un duro choque. Se destaca que al menos 5,1 millones de personas respondieron que tuvieron que suspender clases presenciales. Otros 3,6 millones que se siente solo, estresado, preocupado o deprimido. Y más de 4,2 millones respondieron que han tenido problemas para conseguir alimentos o productos de limpieza, y no ha podido pagar factura ni deudas. Es claro que la población inactiva exige de una atención especial, más aún cuando su situación está quedando por fuera de las estadísticas de desocupación. Recomendado: ¿Por qué Colombia tiene el desempleo más alto? La pregunta es qué va a pasar con estas personas cuando traten de normalizar su situación laboral, lo mismo que con aquellas que hoy están buscando trabajo y no lo encuentran. La respuesta resulta inquietante: muchos terminarán en la informalidad, porque el aparato productivo no volverá a tomar tracción, según muchos analistas, sino a comienzos de 2022. Ya hay datos que muestran que esta tendencia se está consolidando en el país: entre enero y junio de este año se disparó el número de personas afiliadas al régimen subsidiado, que pasó de 22,8 millones de afiliados a 24,3 millones: un millón y medio más en este corto período. Por su parte, el régimen contributivo perdió casi 900.000 afiliados al pasar de 22,9 millones a 22 millones de afiliados. Las cifras de desempleo a junio muestran una caída en la informalidad. Esa tendencia es positiva, pues quiere decir que el mercado está respondiendo. No obstante, el dato tiene el sesgo que elimina de las cifras de desocupación a los inactivos. Cuando los que hoy no buscan empleo (inactivos) salgan al mercado laboral, la presión va a ser mayor y, en consecuencia, muchos optarán por la informalidad. Ese efecto solo se verá a finales de este año o en 2021.

El director de investigaciones económica de BTG Pactual, Munir Jalil, explica que el desafío próximo de la economía es lograr los niveles de producción previos a la pandemia; es decir: recuperar el terreno perdido en materia de valor agregado en la economía. “Si antes de la pandemia producíamos 100 con 22 millones de personas, la pregunta clave es si vamos a producir esos mismos 100 con 17 millones de empleados. La respuesta clara es no”, comentó durante un evento virtual esta mañana de jueves. Para Jalil, esto pone de presente que el país va a enfrentar un proceso muy lento de recuperación. “Las cifras de mayo fueron buenas, Dios quiera se hayan generado alto empleo en junio. Pero en julio volvimos a cuarentena y eso va a impactar otra vez”, comentó. El economista también recordó que el incremento en los niveles de informalidad laboral también fue una de las herencias de las crisis anteriores. “La informalidad es una de las cosas que toca arreglar en el futuro. ¿Cómo se arreglan? Solo a punta de crecimiento. Es necesario generar dinámicas de crecimiento”, dijo. Por eso consideró que el país debe abordar con urgencia una reforma al mercado laboral para permitir, por ejemplo, el trabajo por horas. Eso debería ir acompañado de una reestructuración y profundización del esquema de subsidio o seguro al desempleo. La informalidad puede convertirse en un problema serio para la clase trabajadora colombiana. El país había ganado terreno y en las últimas vigencias fue natural que el país tuviera más empleados formales que informales. Ese logro de la política económica va a desaparecer en la actual coyuntura.